Se pasó toda su vida metido en su oficina y en su laboratorio estudiando la ciencia. Editó por su cuenta dos interesantes publicaciones: «Colección Eos» y «Apuntes» las cuales distribuía gratuitamente entre ‘sus amistades. Los grandes valores intelectuales se acercaban a su pequeña botica «La Dolorosa» a consultarlo. También solían llegar de todos los rincones de la República nuestros campesinos, «Las Camisas Blancas», como los llamaba cariñosamente el Licenciado don Ricardo Jiménez Oreamuno, a contarle al sabio don Elías Jiménez Rojas sus cuitas y sus padecimientos, y buscando; como era natural, la medicina para sus males. Para todos ellos tenía la palabra paternal y el remedio en sus manos que los curaba maravillosamente.
Se dedicó a todas las formas de la misericordia y de la caridad; repartiendo su actividad en silenciosos servicios.
En alguna ocasión llegó a buscarlo a su modesta botica, el recordado Profesor, escritor y polemista de gran envergadura Mario Sancho Jiménez, para pedirle un consejo. Después de saludarlo cariñosamente y después de un interesante diálogo sostenido entre ambos, y ya casi al despedirse, el sabio don Elías le dice a su amigo:
—»¡Qué lástima Mario que no tengamos en Costa Rica más profesores como usted para «DESASNAR» a tanto imbécil!»…
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Usado con autorización.