Conversaciones con mis nietos
“La distinción entre pasado, presente y futuro no es más que una ilusión obstinada y persistente.”
-Albert Einstein
Arsenio Rodríguez
Cada momento es mágico y milagroso, a pesar de estar disfrazado modestamente en ropajes ordinarios y cotidianos. La luz brilla cada segundo, las sinfonías de sonido compartido entre rostros redondos y ovalados con anhelos de eternidad, se sonríen en colores de arco iris cuando nuestras presencias interactúan en el tiempo-espacio y comparten su luminiscencia de travesía y conciencia.Cada punto es un universo manifestado, cada instante una proyección sublime de la esencia del amor en potencia, expresándose a sí mismo. Detengámonos un momento y veamos el resplandor de todo, de todos estos pensamientos y palabras entretejidos en concierto, mientras tratamos de entender, desde nuestro punto de vista propio, el significado de esta canción antigua. Mientras tratamos de escaparnos del asombro del entorno, volteando nuestra vista, cerrando nuestros ojos, escapando en secuencias de tiempo, en las memorias del pasado y anticipaciones de futuro, que giran alrededor de nuestras agendas de personalidad.
Ahora, es ahora mismo cuando podemos atrapar estas formas de música trazadas en el lienzo, que lo rodean todo. Ahora, quizás un cuerpo inspirado, agita sus brazos como alas de mariposa y el estrado resuena, pleno de las aspiraciones de almas que responden en ritmo y melodía, sus manos creciendo en corazones, violines, chelos, y trombones. Es ahora cuando cuatro manos se mueven en un amor de eternidades, acariciando el teclado blanco y negro de un piano mágico, en concierto ante una audiencia, conmovida por una música que refleja la eterna momentaneidad del alma.
Todos cantan melodiosamente, anhelando ese beso del conocimiento, ese estar despiertos por un segundo a la realidad su ser único y pleno. La inmensidad de vivir revelada cada momento a cada uno, mientras vivimos. Cada vez que nuestras galaxias se funden en sentimiento y ocasión, los universos se expanden, los corazones palpitan en ritmo, cuando reconocemos, y apreciamos, aun desde nuestra inconsciencia, la vastedad de cada momento que pasa. Cada vez que nos recreamos desde nuestros puntos de vista, centelleando en el firmamento, en múltiples reflejos y apariciones de la belleza, en luz y sonido.
La risa, las palabras de orientación y ánimo, los mapas antiguos, las nuevas fronteras, el silencio, los mantras y la meditación, la conversación y los cuentos, las intimidades de quiénes somos, nuestras historias y trayectorias registradas en los diarios del pasar. Esbeltas mujeres en trajes de diosas nórdicas, gente-música con manos de divinidad, hombres y mujeres de todos los sabores y disposiciones, reflexionando y compartiendo lo que son y podrían ser, viviendo cada uno momentos extraordinarios, de los cuales somos testigos cada segundo. Si queremos. Recreando mundos de belleza, en imaginación y sensación.
La magia extraordinaria de cada momento ordinario de la creación. Formas de música en risa y lágrima nacen por doquier, mientras nos conectamos y cantamos esta canción antigua, que explota en nuestro interior y florece, cada vez que nos detenemos un momento, en este movimiento imaginario de día a día y nos inspiramos en la dicha, de solamente estar en este ahora, que lo contiene Todo.