Discurso
Rodrigo Arias Sánchez
Asamblea Legislativa
1ero de mayo 2024
Señoras y señores Diputados:
Con humildad y de todo corazón quiero iniciar mis palabras agradeciendo a quienes, de diferentes fracciones, han depositado en mí su confianza por tercer año consecutivo. Al hacerlo, han dado un voto por alguien que apostará siempre por el diálogo sereno y la construcción de acuerdos para sacar adelante a Costa Rica.
Al iniciar la segunda mitad de nuestro mandato, Costa Rica reclama en estas fechas un sentido de urgencia, que vaya más allá de lo político y lo protocolario. Es instante para extender la mano.
Abrazar de nuevo sueños que parecen perdidos entre las fisuras de las incomprensiones del instante.
Ese es el signo que debe prevalecer en tiempos de zozobra. La nave pública colectiva ve cómo, en medio de aguas agitadas, se abren grietas en su quilla.
Todo en lo que nos corresponde asumir responsabilidades, nos obliga a encontrar espacios de entendimiento. Necesitamos construir puentes humanos de concordia, por encima de innecesarias pugnas que nos llegan de visiones diferentes. Estamos en la obligatoria necesidad de equilibrios sensatos, hermanados en la comprensión de las angustias de quienes necesitan seguir teniendo fe en la democracia.
Como decía Tagore: “Agradece a la llama su luz, pero no olvides el pie del candil que, constante y paciente, la sostiene en la sombra.”
Les agradezco a todas y todos ustedes, quienes, en estos dos años, como ese pie del candil, han sostenido sin desfallecer la llama de la democracia costarricense, para que su luz siga alumbrando el camino de libertad.
Sin embargo, este parlamento no puede bajar la guardia cuando se alzan voces, desde posiciones de poder, que ponen en entredicho el valor de nuestro Estado de Derecho. Hoy, más que nunca, este parlamento debe ser guardián y garante de la gobernabilidad de nuestro país.
Permítanme que lo diga con claridad y contundencia: en una democracia centenaria como la costarricense, el Estado de Derecho nunca es un estorbo para gobernar. Se gobierna a partir de ese Estado de Derecho.
Resguardarlo, fortalecerlo y adecuarlo a las necesidades de nuestro tiempo, por los medios democráticos y constitucionales vigentes, ha de ser un cometido siempre presente en nuestra labor.
Como bien lo dijera Torcuato Fernández-Miranda, al propiciar la transición española hacia la democracia, hemos de ir “de la ley, a la ley, a través de la ley”.
El respeto a la dignidad e investidura de nuestra institucionalidad se manifiesta por la negociación franca y transparente con y desde esta Asamblea Legislativa y los demás Poderes de la República.
Ese equilibrio es el distintivo histórico de esta nación en una región muchas veces convulsa.
Por ello, celebro y apoyo todos los puntos del manifiesto que una inmensa mayoría de diputadas de este congreso plantearon hace algunos días, y que adoptamos, también por gran mayoría, en el plenario legislativo.
La conducción de este parlamento ha de estar guiado por el acatamiento a nuestras normas constitucionales, en procura de atender una agenda nacional que atienda los problemas más acuciantes de nuestra sociedad e impidiendo las agresiones políticas, particularmente contra las mujeres, las cuales han sufrido una inusual violencia en los últimos tiempos.
Con ese espíritu es que me apresto a asumir mi tercer mandato como presidente de la Asamblea Legislativa.
Por eso, desde ahora afirmo que ningún desplante nos sacará del sendero de ese diálogo. Ninguna provocación será mayor a nuestra responsabilidad y lo que se espera de nosotros como parlamento.
Mi meta siempre ha sido contribuir, en la medida de mis fuerzas y de mis posibilidades, a mejorar el bienestar de la gente.
Los retos que enfrentamos son cuantiosos y son las personas más vulnerables, aquellas que muchas veces pasan desapercibidas, quienes deben tener, mayoritariamente, el foco de nuestra atención.
Nuestra sociedad es muchos más compleja que la situación económica coyuntural y transitoria que vivimos.
La falta de respaldo fiscal hace que lo social sea insostenible, pero un equilibrio fiscal sin inversión en lo social es insostenible e inhumano. Eso, señoras y señores, sería ir en contra de la naturaleza misma que nos caracteriza como sociedad.
Como decía, Jean Dion, “los grandes dolores son mudos” y somos nosotros quienes tenemos la responsabilidad de darle la palabra del día a ese silencio.
Ese silencio que no se escucha debe retumbar en nuestros curules, con nuestras voces.
Cada niño que pierde una beca de Avancemos y cada madre que no accede a la red de cuido, guardan un reproche silencioso en sus corazones. Desde ahí nos miran y nos emplazan.
Cada anciano que llega inseguro, vulnerable y sin ingresos, al ocaso de su vida, también palpita de la injusticia de ese inmerecido abandono.
Cada familia que ve cada vez más lejano el sueño de una vivienda propia, va perdiendo el sentido de cohesión y pertenencia a esta nación.
Ese es nuestro supremo cometido: asegurar temas apremiantes como la inversión social, la educación, la red de cuido, la salud o las pensiones de los costarricenses.
Sin embargo, ante tales necesidades poco o nada importan a esa madre que lucha por mantener a su familia; a ese adulto mayor que busca como sobrevivir mes a mes; o a ese joven que clama por mejor educación o fuentes de empleo, cuáles son los entretelones de los procedimientos legislativos para aprobar las leyes que tanto necesitan.
Lo que a ellos y a tantos otros les interesa, es que esta Asamblea contribuya a solucionar los problemas que padecen con rapidez y sin dilación.
Nuestra tarea es asegurarnos que podemos contribuir a resolver las principales demandas de la sociedad con buena legislación y con sentido de urgencia.
Un gran ejemplo es la necesidad de avanzar con celeridad con los proyectos de ley propuestos por la comisión interinstitucional para la lucha contra el crimen organizado, así como la Comisión de Seguridad y Narcotráfico.
Debo insistir en la necesidad de que se apruebe la ley para impedir que la obtención de la nacionalidad costarricense sea utilizada como un escudo por los narcotraficantes extranjeros para evadir la justicia.
Igualmente, considero urgente que avancemos con la discusión de la reforma constitucional para que cualquier costarricense requerido por el delito de narcotráfico pueda ser extraditado.
Esa medida es un disuasivo poderoso que contribuirá a reducir la penetración de los carteles en nuestro país.
Actualizar la ley contra la criminalidad organizada, la ley de armas y explosivos, la ley para facilitar las escuchas telefónicas o una nueva ley para garantizar la prisión preventiva son indispensables en este esfuerzo colectivo por consolidar una política de Estado en seguridad ciudadana.
Les hago un respetuoso llamado para que avancemos en esta agenda de seguridad, avancemos en una agenda social y avancemos en una agenda de recuperación económica. ¡Ante todo, avancemos!, porque es lo que demanda Costa Rica.
Señoras y señores diputados:
En estos tiempos convulsos, hasta la menor desavenencia se convierte en asunto de Estado.
Estamos en la necesidad de encontrar el equilibrio entre lo trascendente y lo perentorio. La cotidianidad que nos asalta a diario nos está precluyendo de trazar los grandes rasgos de nuestro futuro. Los árboles caídos en el camino nos hacen olvidar el bosque que se enferma.
Las trifulcas diarias contaminan nuestro discurso que se vuelve virulento, en un dime que te diré, de polémicas diseñadas muchas veces a propósito, para distraernos de lo esencial, para ahondar en contradicciones y visiones maniqueas divergentes de nuestros más altos valores.
No hay espacio para minucias y por eso debemos renunciar a las sombras distractoras de la discordia y actuar separando el trigo de la paja, concentrarnos en lo esencial.
El camino es duro y largo y, a veces, parecería que nuestros pasos son cortos, nuestro tiempo escaso y los problemas crecen sin remedio, en un mundo en el que están puestas en juego todas las bases de nuestro futuro.
Empujemos esta nave hasta donde puedan nuestras fuerzas. Como decía Boulic, “sin la noche que vivimos, no creeríamos que existe el sol”. No desesperemos. El futuro mira nuestros pasos y desde ahí nos aguarda.
Muchas gracias.