Reflexiones sobre la economía jaguar

El jaguar costarricense no está exento de los peligros de extinción y su entorno actual no es el más favorable

Jaguar

Luis Liberman Ginsburg
Daniel Ortiz Álvarez

Semanas atrás, el país fue calificado eufóricamente por un analista de un banco internacional como la “economía jaguar” debido a su ritmo de crecimiento en los últimos años, el fuerte dinamismo del sector externo, las bajas tasas de inflación y la mejora en algunas cifras fiscales.

Si bien es grato ver que se compare a Costa Rica con el grupo de los tigres asiáticos, es necesario tener cuidado. Hay que recordar que él hábito no hace al monje ni el pelaje a un felino. Hoy queremos recordar algunos aspectos que es valioso tener en cuenta.

Los tigres asiáticos es el término con el que se denomina a cuatro economías (Taiwán, Hong Kong, Singapur y Corea del Sur) a raíz del fuerte ritmo de crecimiento que han experimentado durante varias décadas, desde los años sesenta.

Estos países compartían características que fueron claves para alcanzar tales ritmos de expansión y desarrollo, entre ellas, la apertura al comercio internacional, la fuerte inversión en educación, la estabilidad política y económica, y la innovación de sectores industriales y tecnológicos.

Costa Rica comparte algunas de esas características. El país invierte un monto considerable en educación anualmente (aunque las pruebas PISA dejan en evidencia el espacio de mejora), nuestro sector exportador crece al doble de lo que lo hace el PIB, en lo interno se ha gestado una fuerte transformación y desarrollo tecnológicos en las últimas décadas y la inversión extranjera directa se ha convertido en un elemento fundamental en el crecimiento.

Diferencias respecto a los tigres

No obstante, también tenemos diferencias y es donde nos queremos concentrar. Una de ellas es en el manejo de la política cambiaria. Durante varias décadas estas economías han vivido un fuerte éxito exportador, han recibido una robusta IED y las cuentas corrientes de sus balanzas de pago han sido positivas.

En ninguna de ellas, sus bancos centrales han dejado que los tipos de cambio se vayan al piso en la magnitud que lo ha hecho el colón en cuestión de dos años. A pesar de haber tenido presiones para la apreciación de sus monedas, la variabilidad de sus tipos de cambio ha sido modesta en comparación con el colón.

Si bien cada uno de estos países adoptó esquemas cambiarios distintos, todos han tenido claras las consecuencias de este macroprecio sobre el crecimiento económico a mediano y largo plazo.

Después de todo, tienen claro que el banco central no solo incide en la estabilidad de precios a corto plazo. Hong Kong estableció un tipo de cambio fijo. Singapur, Corea del Sur y Taiwán optaron por esquemas más flexibles, si bien mantuvieron la prioridad de asegurar la estabilidad de precios, fueron conscientes de que economías tan abiertas necesitaban mantener la competitividad de sus exportaciones.

En los últimos doce meses, el won coreano y el dólar taiwanés se han devaluado un 3,4 % y un 4,2 % respectivamente. En el caso del primero, desde el 2019 su devaluación supera el 20 %.

Lo anterior, en un contexto de saldo positivo de la cuenta corriente y fuerte IED en algunos casos.

El valor de sus reservas internacionales es elevado. En todos supera el 20 % del PIB e incluso en Singapur y Hong Kong sobrepasa el 100 % del PIB.

A diferencia del jaguar, sus reservas internacionales son propias, no se han incrementado artificialmente por la emisión de bonos de deuda externa o excesivos créditos internacionales con organismos multilaterales, sino a través de una significativa expansión de su comercio internacional de bienes y servicios.

Otra diferencia con los tigres asiáticos es su situación fiscal. ¡Aquí, a pesar de la mejora, nos falta rato para llegar a ser tigres!

Singapur ostenta una calificación de riesgo AAA (la más alta posible), Taiwán y Hong Kong mantienen elevados grados de inversión con muy buena capacidad de pago. Sus déficits fiscales son cercanos al 2 % y los valores de deuda de Taiwán, Hong Kong y Corea del Sur son cercanos o inferiores al 50 % del PIB.

La tendencia a la reducción de la razón deuda/PIB en estos países se debe a esfuerzos fiscales sostenidos en el tiempo, no en parte a un accidentado manejo del tipo de cambio que facilitó que las cifras de solvencia fiscal se vean mejor.

Riesgos para la supervivencia del jaguar

El jaguar costarricense no está exento de los peligros de extinción y su entorno actual no es el más favorable. Nuestra economía tiene un menor espacio para crecer y está caracterizada por dos regímenes —el definitivo y el de las zonas francas— que pierden impulso desde hace varios meses.

Las exportaciones de servicios se desaceleran rápidamente, limitando las posibilidades de supervivencia de muchas empresas y, por ende, de las familias que dependen de estas.

La mejora fiscal se ha debilitado en el último año. Es más, la fuerte revaluación del colón ha tenido un impacto significativamente negativo sobre la recaudación fiscal y un efecto neto negativo sobre la Hacienda pública.

La estrategia ha consistido en emitir deuda para mantener el tipo de cambio bajo, pero no para financiar más educación, salud, infraestructura, transferencias sociales o seguridad.

El cambio climático con el que lidia el jaguar es complejo. Cambios que deberían darse en décadas, se efectuaron rápidamente. Costa Rica pasó de tener una inflación alta a negativa, y de tasas de interés muy bajas en colones a tasas muy altas en términos relativos y absolutos, todo en cuestión de 12 meses.

Adicionalmente, el tipo de cambio pasó de un extremo al otro sin noción de las autoridades de lo que significó en la planeación financiera de los agentes económicos y el desarrollo futuro del país.

A lo anterior hay que agregar las desafortunadas declaraciones del presidente del Banco Central y del vicepresidente de la República, poniendo en duda la estrategia de crecimiento del país basada en el éxito de su sector exportador de bienes y servicios cada vez más sofisticados.

¿Cómo adaptarse al entorno tan cambiante en tan poco tiempo?

Esa es la pregunta que nos hacemos nosotros. Las empresas, familias y el resto de los sectores toman decisiones todos los días. Si su entorno es inestable, sucede algo poco deseable que es posponer las decisiones de consumo e inversión. Donde no se consume, no se vende, por ende, se produce menos y no se contratan nuevos empleados.

La mezcla se traduce en menor crecimiento económico y de la riqueza, y, por consiguiente, incapacidad de resolver problemas serios que nos aquejan en este momento.

La economía jaguar padece hoy su peor crisis de inseguridad, no crea nuevos empleos y la mejora de su situación hacendaria se está viendo perjudicada.

Hay gente que sigue felizmente diciendo que somos el jaguar de Latinoamérica, pero no se dan cuenta de que el jaguar tiene hambre, está flaco y que el violento cambio en su hábitat lo acerca cada vez más a una situación de extinción.

Luis Liberman Ginsburg

B.S. en Economía en la Universidad de California en Los Ángeles.
Ph.D. Economía, Universidad de Illinois.
Profesor de la Universidad de Costa Rica (1975-2000)
Viceministro de Hacienda (1977-1978)
Vicepresidente de Costa Rica (2010-2014)
Economista del Banco Mundial (1972-1975)
Fundador y Gerente Banco Interfin (1977-2006)
Gerente Scotiabank de Costa Rica (2006-2009)
Miembro de la Junta Directiva de varias empresas públicas y privadas en Costa Rica y Centroamérica.

Daniel Ortiz Álvarez

B.S en Economía de la Universidad de Costa Rica
MBA en Finanzas del Instituto Tecnológico de Costa Rica
Cursos de Formación Agente Corredor de Bolsa, CAMBOLSA
Storytelling y persuasión con datos del INCAE
Métodos exploratorios, predictivos y regresión en minería de datos. PROMIDAT Consultor Programa Estado de la Nación
Analista económico CEFSA, 2015-2017
Analista Bolsa Nacional de Valores 2017-2018
Jefe de Supervisión de Mercados Bolsa Nacional de Valores 2018-2019
Director de CEFSA 2019 – a la actualidad

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