¿Quién logró pacificar El Salvador, Bukele o los acuerdos firmados en 1992?

Enero 16, 2024

Milton Rodríguez

El Mozote
Monumento a las víctimas de El Mozote. Web

Muchos salvadoreños opinan que el estado de excepción promovido por el presidente Nayib Bukele les permitió conocer la paz y dejar atrás el temor a la violencia generada por las pandillas. Otros creen que fueron los Acuerdos de Paz de 1992, destinados a poner fin a unos 12 años de conflicto armado.

SAN SALVADOR — A 32 años de los Acuerdos de Paz de Chapultepec firmados un día como hoy entre el gobierno salvadoreño y la guerrilla del Frente Farabundo Martí para Liberación Nacional la sociedad salvadoreña mantiene un debate: ¿Qué alcance tuvo la firma en México de 1992? ¿El país ha podido por fin «saborear» la paz como dice el presidente Nayib Bukele?

Muchos salvadoreños incluso están divididos en cuanto a si la actual tranquilidad ciudadana, que reconoce gran parte de ellos, se debe a las políticas de seguridad y combate a las pandillas de Bukele o si se trata de un resultado a largo plazo del pacto, que buscó acabar con el conflicto armado que dejó unos 75.000 muertos en 12 años.

De acuerdo con cifras oficiales, la tasa de homicidios pasó de 25 asesinatos por cada 100.000 habitantes en 1993 a 2.4 al concluir el 2023.

«Le doy primeramente gracias a Dios por tener este momento de felicidad que tenemos ahora y eso solamente Dios lo pudo hacer por medio del presidente Bukele», dijo a la Voz de América el salvadoreño de 53 años Feliciano Guevara Romero, quien recordó que a causa de la guerra civil la gente moría, los aviones lanzaban bombas y las familias sufrían pero después esa guerra -dice- vino otra peor, la de las pandillas.

«Este presidente [Bukele] creo que nos ha dado una lección a todos los salvadoreños (…) nuestro voto es para usted porque queremos que nuestro país siga adelante», dijo y argumentó que «no hubo tranquilidad» tras la firma del pacto de paz hace 32 años.

Los Acuerdos de Paz tenían el objetivo de terminar por la vía política la guerra que había arruinado a la nación centroamericana, impulsar la democratización del país, garantizar el irrestricto respeto a los derechos humanos y reunificar a la sociedad salvadoreña.

El propio presidente Bukele ha dicho públicamente que los Acuerdos de Paz fueron una «farsa», mientras afirma que El Salvador ha podido saborear la paz gracias a sus políticas de seguridad, que incluyen un controvertido y prolongado Estado de Excepción y la guerra contra los pandilleros.

Incluso en 2022 el Congreso de El Salvador, de mayoría oficialista, derogó un decreto legislativo de 1993 que designa el 16 de enero como el “Día de la Conmemoración de los Acuerdos de Paz”.

«Es aventurado y confunde. Bukele no ha terminado la guerra. La guerra civil de 10 años de duración [1980-1992], sangrienta, con crímenes de lesa humanidad, que desarticula la economía, la sociedad, con masacres, desplazamientos forzados de población a Honduras, Nicaragua y Panamá, eso no lo terminó Bukele. Eso lo terminaron los Acuerdos de 1992», dijo a la Voz de América el sacerdote y académico Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero de la Universidad Centroamericana (UCA) de El Salvador.

«A lo que se refiere Bukele -opina Cardenal- es a la desarticulación de las pandillas y a la erradicación de los sitios públicos de la amenaza que significaban las pandillas, pero confunde la cosas interesadamente, no es por ignorancia», afirma el historiador.

Consultado por la VOA acerca de la sostenibilidad de las políticas de seguridad de Bukele Cardenal respondió: «Una cosa es seguridad y otra cosa es paz. Son dos cosas distintas. Lo que él ha conseguido es erradicar la violencia de las pandillas en los sitios públicos, pero la violencia no ha desaparecido, la violencia contra la mujer, contra la comunidad LGBTI eso sigue ahí, no ha desaparecido y tampoco ha mejorado la situación de la mayoría de la población».

«Para hablar de paz tenemos que hablar de derecho y de justicia, de una distribuición equitativa de la riqueza nacional y de oportunidades y eso es lo que no hay», afirmó Cardenal.

De acuerdo con el informe «De la locura a la esperanza» publicado en 1993 por la Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas, durante el conflicto armado los campesinos en El Salvador fueron despojados de sus tierras, sometidos a la pobreza, al hambre y a la explotación.

Los cuerpos de seguridad de entonces fueron señalados por violentar los derechos humanos de los salvadoreños en medio de denuncias de fraude electoral. La historia contada por testigos recoge que desde 1980 hasta 1992 hubo fuertes enfrentamientos entre la guerrilla y la fuerza militar del país, ocasionando miles de muertes de inocentes.

En medio de este contexto ocurrieron, por ejemplo, los asesinatos de monseñor Óscar Arnulfo Romero y seis sacerdotes Jesuitas de la UCA junto a dos colaboradoras.

Hitos y sucesos clave para la transición salvadoreña

Expertos consultados afirman que los acuerdos de 1992 fueron un paso clave para silenciar las armas y sentar las bases para una nueva etapa en la vida de El Salvador. Destacan que esta alianza de paz permitió el surgimiento de varias entidades democráticas y muchos otros avances. Pero también algunos ven fallas en cuanto a la falta de mecanismos para sanar las heridas que dejó la guerra.

«La respuesta del Estado ha sido muy tardía, ineficiente y hasta lenta», dijo a la VOA Carlos Monterroza, sociólogo y experto en asuntos políticos. No obstante, reconoce que «del lado de las víctimas, de los familiares de las víctimas y de los comités y organizaciones que los promueven han dedicado estas décadas a posicionar las violaciones de los derechos humanos como crímenes de lesa humanidad y han articulado la movilización en favor de una cultura de paz».

Monterroza opina que es incorrecto negar la existencia y alcance de los acuerdos firmados hace más de tres décadas: «No es menor (…) Fueron hitos y sucesos clave que marcaron una transición en la sociedad salvadoreña y también en el ejercicio político de la sociedad salvadoreña».

Carlos Guzmán González tenía unos 15 años cuando El Salvador estaba en medio de la guerra civil que enlutó al país y retrasó su desarrollo político y económico. Dice que en Ciudad Barrios, un sitio en el oriente del país donde vivía con su familia, su padre enterró a centenares de personas incluso durante las madrugadas porque ejercía el oficio de sepulturero.

A más de tres décadas de los acuerdos de paz asegura que estos cambiaron la situación de su familia: «Ya no hay guerra», dice este salvadoreño. «Bueno, -aclara- la guerra quedó entre las maras».

Guzmán González, no obstante, reconoce que las políticas de Bukele «han mejorado bastante la seguridad».

Andrés López, de 53 años, perdió un hermano durante la guerra. Había salido a buscar una partera porque la esposa estaba a punto de dar a luz pero no regresó a casa. Y no fue lo único. Dice que fueron años «terribles» en los que hubo matanzas y «gente inocente que murió». La firma de los acuerdos -rememora- trajo «un poco de tranquilidad».

«No había libertad, uno vivía con temores», recuerda. Al mismo tiempo -dice- tras la firma de la paz llegaron las pandillas.

Consultado sobre las actuales políticas de Bukele para poner fin a las pandillas este salvadoreño tiene sentimientos encontrados.

«Entró un gobierno [el de Bukele] que los tiene recogidos, pero no sabemos qué va a pasar después porque recuérdate que el presidente no va a estar todo el tiempo gobernando. No se sabe si al entrar otro saque a toda esa gente. Yo creo que esa gente va a salir enojada, indignados por lo que han estado detenidos», concluyó.

Álvaro Alas, un estudiante de Ciencias Jurídicas de 18 años no fue testigo de la guerra pero sí de la violencia generada por las pandillas.

«Con las medidas del presidente actual se ha logrado la paz, a pesar de que la Constitución se ha visto gravemente violada y nuestros derechos humanos también, creo que el régimen de excepción ha cumplido con su objetivo, pues se ha logrado detener bastante la delincuencia y los asesinatos han disminuido. Esas medidas no han logrado la paz completamente, pero en gran medida sí», estimó.

En el otro lado del debate está la opinión de Samuel Ramírez, vocero del movimiento de víctimas del régimen de excepción, MOVIR. «Es mentira que Bukele ha logrado la paz ahora, porque la paz que vivimos ahora es una paz de apariencias, la paz es la paz de Bukele, pero realmente acá ahora ya no son las pandillas las que matan a la gente, sino que es el régimen, entonces, de ¿cuál paz está hablando Bukele?», se preguntó durante la entrevista con la VOA.

Omar Serrano, vicerrector de proyección social de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, difiere de la retórica de Bukele y sus simpatizantes, asegurando que el mandatario ahora de licencia para su campaña de reelección intenta desacreditar los acuerdos por está haciendo «lo contrario» a lo acordado hace 32 años.

De acuerdo con Serrano, la política de Bukele contradice los acuerdos porque han sido militarizadas la seguridad pública, esferas de la vida nacional, incluso hospitales e instituciones del gobierno.

«Eso va en contra de los acuerdos», manifiesta. «Este gobierno mide la seguridad en base al número de homicidios y en base al número de capturados”, dijo y lo comparó con lo que ocurre en naciones como Costa Rica, Uruguay, Chile y Argentina.

«Estos países aparecen como los más seguros del continente porque toman en cuenta otras variables como la seguridad jurídica, el Estado de Derecho, bienestar de la gente y ahí no aparece El Salvador», remarcó.

Voz de América

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