Por Klaus Blume (dpa)
Berlín, 20 dic (dpa) – ¿Un libro demasiado grueso? Tiene mil páginas de texto y la edición de bolsillo pesa más de medio kilo: así es «La montaña mágica», de Thomas Mann.
Más de un lector se queda sin aire en el ascenso a las elevadas montañas literarias. Pero los que son atrapados por la lectura, jamás olvidan el viaje en el tiempo al mundo nevado de las montañas suizas donde se encuentra el sanatorio de lujo «Berghof» con sus excéntricos residentes.
Ya sea el original en alemán, «Der Zauberberg», o bajo títulos como «The Magic Mountain», «La montaña mágica» o «La montagna incantata», esta novela de época tiene una comunidad de fans en todo el mundo. En 2024 se celebra el centenario de su publicación, en 1924.
En Lübeck, donde nació Mann en 1875, la Casa Buddenbrook dará comienzo en enero a un gran programa de aniversario con un ciclo de conferencias, conciertos, proyecciones y debates.
La editorial S. Fischer tiene previsto publicar en el otoño europeo un cuadernillo especial, en el que autores y autoras contemporáneos comentan la novela.
Y tamnbién en la Casa de Thomas Mann en Pacific Palisades, en la lejana California, donde el Premio Nobel vivió diez años en el exilio a partir de 1929, el programa incluirá la «Magic Mountain».
Es una novela de época que transcurre durante la Primera Guerra Mundial, pero que aún hoy tiene mucho que decirnos.
¿Cuál es la trama? Se ubica en el año 1907. El flamante ingeniero Hans Castorp viaja de Hamburgo a los Alpes Suizos por tres semanas en verano para visitar a su primo Joachim Ziemssen, enfermo de tuberculosis, en el sanatorio «Berghof» en Davos. El encanto mórbido de la institución, dirigida por el doctor Behrens, lo atrapa y se queda allí. Las tres semanas se convierten en siete años.
¿Qué sucede ahí arriba? Dos intelectuales quieren influir en el joven: el humanista y masón italiano Lodovico Settembrini y su contraparte ideológica, el ultrarreacionario jesuita Leo Naphta. Hans pasa una noche de amor con la misteriosa rusa Clawdia Chauchat, que en la novela apenas es insinuada. Es testigo de cómo su primo Joachim y otros residentes del sanatorio mueren. Las cosas se ponen peligrosas para él cuando se pierde en una tormenta de nieve, empieza a alucinar y tiene dificultades para encontrar el camino de vuelta al Berghof.
Envueltos en mantas de lana, los habitantes de «Berghof» pasan sus días con curas de reposo en los balcones entre cinco comidas diarias en el comedor de siete mesas estrictamente organizado jerárquicamente. El tiempo transcurre, los días se vuelven meses, los meses, años, hasta que en 1914 estalla la Primera Guerra Mundial. El ilustre círculo de ese mundo encapsulado en la nieve se disuelve, cada uno sigue su camino, el rastro de Hans Castorp se pierde en los campos de batalla de Flandes.
Podría decirse que ocurrió hace mucho tiempo. Pero más allá de que el libro se disfruta por sus grandiosas descripciones de paisajes, sus personajes definidos, los extraordinarios diálogos y la fina ironía de Mann, contiene además muchos temas atemporales: la enfermedad y la muerte, el erotismo, la personalidad, el tiempo, las bases espirituales de Europa, el conflicto entre la sociedad abierta y sus enemigos.
En la obra de Thomas Mann, son el optimista ilustrado Settembrini y Naphta, quien simpatiza tanto con el fascismo como con el comunismo, los que se entregan a disputas interminables y acaban batiéndose en duelo. Hoy en día son fundamentalistas de diferente tipo los que amenazan la libertad de opinión y la artística.
«La montaña mágica» es una novela de época que ofrece un panorama de la sociedad en decadencia de la preguerra. Pero además es una novela sobre la experiencia individual del tiempo.
En el peculiar entorno del sanatorio, Castorp y el resto pierden la noción del tiempo. Y también la estructura narrativa de la novela juega con el factor tiempo: la acción se acelera a medida que avanza la lectura. Mientras que la primera mitad del texto (unas 500 páginas) solo abarca siete meses desde la llegada de Castorp, en la segunda parte se condensan seis años.
Thomas Mann se tomó su tiempo para este libro. Comenzó en julio de 1913 y en realidad quería escribir una novela breve como contrapartida desenfadada a «Muerte en Venecia», después de haber conocido el mundo de los sanatorios suizos durante la estancia de su esposa Katia en uno de ellos.
Tras el comienzo de la guerra, interrumpió el trabajo y escribió una serie de ensayos. Recién en 1919 retomó «La montaña mágica», que llegó a las librerías en noviembre de 1924.
Durante ese tiempo, Mann pasó de ser un monárquico que vitoreó la guerra de 1914 a un firme defensor de la República de Weimar. Con sus programas radiofónicos «¡Deutsche Hörer!» desde su exilio americano, se convirtió más tarde en opositor a Adolf Hitler.