Glaciar Mendenhall: un tesoro de hielo

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

Uno de los lugares que se pueden visitar estando en Juneau, la capital de Alaska, es el impresionante Glaciar Mendenhall, parte del Bosque Nacional Tongass, situado a solo 19 kilómetros de la ciudad. Este glaciar es uno de los tesoros naturales más asombrosos y accesibles de la región. Conocido por su belleza escénica y su contribución al estudio del cambio climático, es una atracción que deja sin aliento a todos aquellos que tienen la oportunidad de visitarlo, entre los que me incluyo.

El glaciar debe su nombre a Thomas Corwin Mendenhall, un geólogo y naturalista estadounidense que fue el primer científico en estudiarlo en profundidad. Mendenhall fue director del Servicio Geológico de los Estados Unidos de 1894 a 1907. Visitó por primera vez el glaciar en 1889, y quedó impresionado por su belleza y magnitud. En 1892, publicó un informe sobre el glaciar en el que lo describió como «uno de los lugares más impresionantes de la naturaleza». Mendenhall fue también quien trazó la frontera internacional entre Canadá y Alaska. En reconocimiento a su trabajo, el glaciar fue nombrado en su honor en 1892.

Este glaciar es una extensión del vasto campo de hielo de Juneau, que abarca más de 2 414 km2 de hielo en el sureste de Alaska. Su formación se remonta a miles de años atrás, cuando las masas de nieve se acumulaban y se compactaban con el tiempo. Como todos los glaciares, está en constante movimiento: un río helado que se desliza desde los 1 646 m por las montañas costeras y a un ritmo de 0,6 m al día, restregando el lecho de piedra. El hielo de este impresionante glaciar tarda 250 años en viajar desde la cima hasta su final, a 21 km de distancia en el lago Mendenhall, de 60 m de profundidad. Hoy en día, abarca aproximadamente 19 kilómetros cuadrados y tiene más de 19 kilómetros de longitud.

Lo que hace que el glaciar sea especialmente notable es su impresionante belleza natural. Se puede admirar la majestuosidad de este glaciar desde varias perspectivas. Una de las vistas más populares es desde el mirador del centro de visitantes, que ofrece una vista panorámica del glaciar, el lago Mendenhall y las montañas circundantes.

Otra forma emocionante de experimentar el glaciar es mediante una caminata guiada o una excursión en kayak por el lago Mendenhall. Estas actividades brindan la oportunidad de acercarse al glaciar y observar de cerca sus impresionantes crestas, grietas y seracs. Además, en el área circundante, se pueden encontrar numerosas rutas de senderismo que ofrecen vistas espectaculares del glaciar y la naturaleza circundante.

Tomé un pequeño vídeo desde uno de los lugares de observación, noten algunos pedazos de hile azul, característicos del glaciar:

En el glaciar está la espectacular cascada Nugget, que se precipita unos 115 m por la escarpada ladera de la montaña en el lago Mendenhall, a 1,2 km al sur de la cara activa del glaciar Mendenhall. Impulsada por el agua de deshielo del glaciar colgante Nugget, la catarata desciende en dos niveles, de 30 y 85 metros, antes de precipitarse en las frías aguas de color aguamarina. La catarata se formó cuando el glaciar se retiró, dejando una brecha en su pared. El agua del glaciar cae por esta brecha, formando una cascada espectacular, que es una de las más grandes de Alaska y una de las atracciones turísticas más populares del estado. Por razones de tiempo, no pudimos hacer el recorrido hasta la cascada, pero desde uno de los miradores pude verla, y le hice un acercamiento con el zoom de la cámara, también me encontré una imagen de los amigos de alaska.org que es sencillamente impresionante. La mejor época para ver la cascada es en primavera o verano, cuando el glaciar está más activo y el agua cae con más fuerza. En nuestro caso fue al final de la primavera, y efectivamente tenía mucha agua.

Este otro vídeo del sendero y la cascada es muy bueno:

El glaciar también es un lugar de gran importancia científica para el estudio del cambio climático. A lo largo de las últimas décadas, se ha observado un marcado retroceso en el glaciar, lo que ha sido atribuido en gran medida al aumento de las temperaturas globales. Este fenómeno no solo ha afectado al Mendenhall, sino que es representativo de los cambios que están ocurriendo en los glaciares de todo el mundo. Los científicos utilizan el glaciar como una ventana para estudiar el impacto del cambio climático en los glaciares y su influencia en el aumento del nivel del mar. Junto con el resto del campo de hielo de Juneau, comenzó a formarse hace más de 3 000 años durante una “mini glaciación” y fue creciendo de forma continuada hasta el final del siglo XVIII. Desde entonces, las temperaturas más cálidas han hecho que se retire lentamente, ya que el ritmo con que se renueva el hielo del glaciar es más lento que el ritmo con que se funde en sus niveles más bajos. Desde 1767 ha retrocedido 4 km. Si sigue a su ritmo actual de retirada (unos 7,5 m al año), el glaciar tardará varios siglos en desaparecer. La tierra que aparece bajo el glaciar en retirada, que ha estado yerma durante cientos de años, pronto alberga vegetación y, a su debido tiempo, vida salvaje.

El retroceso del glaciar es una señal preocupante de los cambios ambientales que enfrentamos y sirve como recordatorio de la importancia de abordar el calentamiento global. El Centro de Visitantes tiene mucha información sobre los glaciares, especialmente como los está afectando el cambio climático. En ese sentido, es realmente impactante ver las imágenes de antes y ahora. Si quieren más detalles sobre este tema en mi columna sobre el “Parque Nacional de los Glaciares” en Montana, hablo más al respecto.

En el lugar hay cinco senderos, cada uno con una distancia y dificultad diferente. Los senderos se pueden ver bien señalados en un mapa en alta resolución, que está en un brochure informativo en el centro de visitantes. Mi versión escaneada del mapa, la pueden ver aquí.

Los senderos son:

  1. Punto fotográfico. Longitud: 0,5 km ida y vuelta. Tiempo: 15 minutos aproximadamente. Dificultad: fácil; asfaltado.
  2. Cascada Nugget. Longitud: 3,2 km ida y vuelta Tiempo: 1 hora aproximadamente Dificultad: moderada; grava.
  3. Sendero del tiempo. Longitud: 1,6 km ida y vuelta. Duración: 30 minutos aproximadamente. Dificultad: moderada; asfalto y grava.
  4. Arroyo empinado. Longitud: bucle de 0,4 km. Tiempo: Aproximadamente 20 minutos. Dificultad: Fácil; asfalto y pasarela elevada
  5. Glaciar este. Longitud: bucle de 5,6 km. Duración: 2,5 horas aproximadamente. Dificultad: desafiante; grava, rocas y escaleras

El Bosque Nacional Tongass, donde se encuentra el glaciar, es un tesoro natural. Es el bosque nacional más grande de los Estados Unidos con unos 100 mil km2 de extensión. Es uno de los últimos paisajes prístinos que quedan en América del Norte, y alberga una gran diversidad de flora y fauna. El Tongass comprende las islas del archipiélago de Alexander, fiordos, glaciares, y picos de las montañas de la costa.

Este bosque es un lugar de belleza impresionante y diversidad ecológica que atrae a visitantes de todo el mundo y desempeña un papel vital en la conservación de la biodiversidad y la mitigación del cambio climático. El bosque es administrado por el Servicio Forestal del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Es el hogar de una asombrosa diversidad de vida silvestre. Sus ríos y arroyos albergan salmones que desempeñan un papel crítico en la cadena alimentaria, desde nutrir a osos pardos hasta águilas calvas. Además, el bosque alberga una amplia variedad de especies terrestres, incluyendo alces, lobos, linces, y una multitud de aves. Pero tal vez una de las criaturas más icónicas que llaman hogar a Tongass es el oso pardo de Kodiak, una subespecie de oso pardo que es el más grande del mundo.

La riqueza de biodiversidad también se refleja en sus árboles. Este bosque es un bastión de la diversidad arbórea en América del Norte, con una mezcla de especies que incluye el abeto de Sitka, el cedro rojo occidental, el cedro amarillo, el pino blanco de Alaska y el abeto de hoja larga, entre otros. Estos árboles proporcionan hábitats esenciales para la fauna y contribuyen a la absorción de carbono, lo que es crucial para combatir el cambio climático.

Algo interesante es conocer como se relacionan los glaciares con las ballenas. Resulta que los glaciares aportan enormes volúmenes de agua dulce al medio terrestre y marino. Sólo los del sudeste de Alaska descargan agua suficiente para llenar 40 millones de piscinas olímpicas. Al triturar las montañas en finas partículas, aportan al océano diversos nutrientes, como nitrógeno, fósforo y carbono orgánico antiguo único, que contribuyen a la productividad de las cadenas tróficas marinas. En la cima de esta cadena trófica nadan las ballenas que frecuentan Bahía Auke y la zona de Juneau. De hecho tomamos un tour muy bonito para ver las ballenas, que abundan en el área, pero de eso eso escribiré en otra oportunidad.

La preservación de estos lugares es esencial para las generaciones futuras. Si uno está por estos rumbos, hay que conocerlo.

La galería es pequeña, pero muy bonita y muestra la mayoría de los puntos de interés y el paisaje circundante. También hice una galería en Facebook en alta resolución, que tiene algunas imágenes más, especialmente de las fichas informativas.

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