Parque Nacional de los Glaciares: majestuosidad esculpida en hielo

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Si no es el patio de atrás de la morada de Dios, sin duda no debe de vivir muy lejos
Robin Williams

Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

A finales del siglo XIX, el oeste de Norteamérica aún parecía ilimitado y salvaje. Cuando Yellowstone se convirtió en el primer parque nacional del mundo en 1872, su popularidad dio lugar rápidamente a otros parques nacionales, como el de Lagos Waterton en Canadá en 1895 y Glaciares en 1910 en Estados Unidos. La creción de Lagos Waterton, llevó al ministro del interior de Canadá de ese entonces, a escribir “la posteridad nos bendecirá”. Lagos Waterton y Glaciares están en la frontera internacional entre los dos países. Su ubicación hizo evolucionar aún más la idea de los parques, en ese entonces. En 1932, los gobiernos de Canadá y Estados Unidos unieron estos parques, creando el primer Parque Internacional de la Paz del mundo. La designación de los lagos Glaciar y Waterton como Reservas de la Biosfera en la década de 1970 reafirmó la importancia mundial de este lugar único. El Parque Internacional de la Paz obtuvo el reconocimiento mundial en 1995 al ser designado Patrimonio de la Humanidad.

El terreno siempre ha sido sagrado para los pueblos Pies Negros, Salish y Kootenai, y sigue siendo sagrado por la perdurable visión de paz que encarna su estatus único. Dos países, dos provincias, un estado y el pueblo de los Pies Negros comparten fronteras y una custodia común. Juntos, estos grupos protegen y celebran las diversas ecologías del oeste de las montañas Rocallosas. El Parque Internacional de la Paz Waterton-Glacier representa una visión de un mundo en el que los pueblos dejan a un lado sus diferencias para trabajar colectivamente en interés de toda la vida y para siempre.

Personas alrededor del mundo viajan a este lugar especial para renovar su espíritu. Me cuento entre ellas.

Por viajar al estado de Montana, del lado de Estados Unidos, solo visitamos la parte de ese país conocida como el Parque Nacional de los Glaciares. El parque está en las estribaciones más septentrionales de las montañas Rocallosas estadounidenses, junto a la frontera con Canadá. La entrada occidental al parque, es el pueblito de West Glacier, que está a 40 kilómetros al noreste de la ciudad de Kalispell, donde está el aeropuerto más cercano. En Kallispel fue donde nos hospedamos y la ciudad que hicimos nuestro centro de operaciones. El parque tiene una ruta escénica conocida como “Going-to-the-Sun” (llendo-hacia-el-sol), catalogada como una de las más hermosas del mundo; además de dos lagos Patrimonio Mundial de la UNESCO, el McDonald y el Santa María de los que escribiré en detalle más adelante.

 
El paisaje del Parque Nacional de los Glaciares, fue tallado por el movimiento de esas enormes masas de hielo hace milenios, y su belleza es tan impresionante, que corta el aliento. El lugar es conocido como los Alpes norteamericanos. Los parajes espectacularmente helados del parque son un destino de primer orden para hacer senderismo; cuenta con más de 1 125 km de rutas cuidadas que atraviesan deslumbrantes prados cubiertos de flores silvestres. Este lugar sagrado es la encarnación viva de la esperanza. La esperanza vive aquí en la recuperación de animales como el lobo y el cisne trompetero, que fueron erradicados en muchas otras partes de sus áreas de distribución originales en Norteamérica, y en la supervivencia aquí de animales salvajes en peligro de extinción como el oso grizzly (la mayor concentración del territorio contiguo de Estados Unidos), el lince, la trucha toro y la salamandra de dedos largos. También hay otros no tan amenazados como alces, cabras monteses y muflones, ciervos, glotones, lobos, y centenares de osos negros. Nosotros tuvimos la suerte de ver un oso negro.

En nuestro caso, que solo teníamos un día para disfrutar del parque, decidimos para no esforzarnos tanto, solo hacer la famosa ruta Going-to-the-Sun, una obra maestra de ingeniería que atraviesa el parque. Eso si, haciendo paradas en los lugares que así lo ameritaran. La carretera va de oeste a este, de West Glacier a Santa María, partiendo en dos, más o menos por la mitad, las 400 000 hectáreas de tierras salvajes que componen el parque. Esta carretera asfaltada de 80 km se construyó en la década de 1930 y fue declarada Monumento Nacional. La carretera es estrecha, empinada y sinuosa, con aparcamientos. Con las paradas obligatorias (para admirar el paisaje circundante), hay que planear entre 2 y 3 horas para completar la distancia. Hay que informarse en los puestos de entrada del parque sobre los retrasos por obras y las restricciones de tamaño de los vehículos, entre otroas cosas. También si es la época de verano, de previo hay que reservar el campo para el automóvil, dada la gran cantidad de visitantes. Los Autobuses Rojos, con sus toldos plegables, constituyen una forma privilegiada de recorrer el parque; se pusieron en funcionamiento en la década de los 30 del siglo pasado y a principios del 2000 fueron renovados a fondo por Ford para convertirlos en vehículos respetuosos con el medio ambiente. En ellos se puede hacer la ruta completa y lo mejor de todo, es sin costo, aunque hay que reservar. Pueden ver un bonito vídeo aquí.

A través de montañas esculpidas por el hielo la ruta nos lleva, desde la zona más baja del parque, hasta lo más alto del paso Logan, a 2 025 metros de altura (el punto más alto del recorrido), dejando atrás pequeños lagos, más un sin fin de cataratas (que sólo llevan agua en algunos meses del año) y frondosos bosques de hoja perenne. Los pequeños glaciares alpinos actuales empezaron a formarse hace unos 7 000 años y alcanzaron su tamaño y número máximos hacia 1850. En la actualidad, se están reduciendo rápidamente debido al cambio climático acelerado por el hombre. En el 2005 en el parque había 37 glaciares con nombre, en comparación con los cerca de 150 que había a mediados del siglo XIX, y para cuando lo visitamos a finales del 2022, la cifra era aún aún más pequeña y solo parches blancos se veían sobre las montaña. A este ritmo, los expertos creen que los gigantes de hielo que dan nombre a esta región casi habrán desaparecido para el 2030. Sin embargo, cuándo desaparecerán por completo depende de cómo y cuándo actuemos. Todo gracias al cambio climático, pero lo increíble es que hay personas que niegan que se esté dando. En el centro de visitante de Santa María hay un arreglo fotográfico que compara como se veía el glaciar Grinnel en 1938 y como estaba en el 2015, no hay palabras…

Sería de nunca acabar hacer una descripción de toda la ruta (en la galería podrán ver las imágenes de la mayoría de los lugares). Pero si creo interesante dar algunos detalles de los famosos lagos McDonald y Santa María, ambos Patrimonio de la Humanidad y que son parte del recorrido de la ruta:

El Lago McDonald, es el más extenso del parque. Está rodeado en tres de sus partes por las imponentes montañas, que se elevan 1 800 m hacia el cielo, la vista es sensacional, con glaciares blancos alpinos que abrazan las puntiagudas laderas superiores de las montañas y exuberantes bosques que cubren las laderas inferiores. Se llama así por un comerciante, Duncan McDonald, que grabó su nombre en la corteza de un abedul junto al lago en 1878. El lago es un deslumbrante recordatorio de la última glaciación. Su profunda cuenca fue excavada por un gigantesco glaciar que ocupaba por completo el valle. Sus brillantes aguas reflejan las imágenes de las montañas circundantes. La cordillera Lewis, al este del lago, forma parte de la línea divisoria continental, que actúa como escudo para las nubes, cuya humedad contribuye a la existencia de densos bosques de tuya gigante y tsuga. El lago tiene 16 km de largo, 1,6 km de ancho y 130 metros de profundidad. Se encuentra a una altitud de 960 metros sobre el nivel del mar. La superficie total del lago asciende a 27,6 km².

Hice un pequeño vídeo en el lago:

El Lago Santa María es un hermoso lago de color azul glacial, situado en uno de los enclaves más perfectos que puedan imaginarse. Tres de sus partes están rodeadas por las montañas y su orilla occidental linda con una ondulante pradera y unas boscosas colinas. La carretera Going-to-the-Sun discurre paralela a la ribera norte del lago. Alimentado por el deshielo procedente de la nieve de las montañas colindantes, es excepcionalmente transparente, y bastante frío durante todo el verano. Este lago descansa sobre el lado oriental de la línea divisoria continental que recorre el parque. La mayoría de la lluvia causada por los vientos predominantes del oeste se precipita en el lado occidental de la línea divisoria; la parte oriental está, pues, en la sombra orográfica y es más árida.

Permanentemente los vientos descienden desde las montañas, lo que hace que navegar sobre el lago sea una experiencia bastante turbulenta. El lago Santa María es una popular zona para acampar y recreo. Hay varias rutas de senderismo que comienzan en el lago. En el Santa María se puede pescar trucha lacustre americana, trucha arco iris, trucha de garganta cortada y corégono. La temperatura del agua raramente asciende de los 10°C.

Otro punto imperdible que hay que visitar, es el conocido como “Paso de Logan”, que está exactamente en la división continental y es parte también del recorrido. Hay centro de visitantes, senderos, y lo mejor, una vista sencillamente espectacular.

El Parque está abierto durante todo el año, pero gran parte de la carretera Going-to-the-Sun sólo abre de principios de junio a mediados de octubre. Nosotros lo visitamos a inicios de octubre, así que no tuvimos problema para hacer todo el recorrido. Las mejores fechas para ir al parque es de finales de mayo a finales de septiembre apenas entrado el otoño. La mejor época es el verano, aunque, por supesto, es cuando el parque tiene más visitantes.

Cuando uno visita el parque, se da cuenta de la visión que tuvieron quienes preservaron y honraron este lugar tan especial. Este ha sido, por lo menos para mi, uno de los lugares más especiales a los que he viajado.

Como la galería es tan grande (154 imágenes), hice un álbum en Facebook en alta resolución para disfrutarlo al máximo.

También la siguiente es una pequeña galería de soporte.

Califique esta columna:

Bibliografía consultada:

Bright, Michael (2009). 1001 lugares que hay que visitar antes de morir. Grijalbo.
Butler, Mike (2021). Getting around in Glacier National Park. Arcadia Publishing.
Guthrie, C. W. (2006). Going-to-the Sun Road. Glacier National Park’s Highway to the sky. Farcountry Press.
Leftrifge, Allan (2013). The best of Glacier National Park. Farcountry Press.
Schultz (2003). 1.000 sitios que ver antes de morir. América. Planeta.

Diferentes folletos turísticos, incluido el del Servicio de Parques Nacionales de EE.UU.

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