Partidos políticos: ¿ocaso o transformación?

Análisis de la encuesta del CIEP

Ana Ruth Quesada Bonilla

Dinos

El sistema de partidos políticos está bajo asedio. En los últimos años, las organizaciones políticas han sido vistas cada vez más como una causa importante de los problemas sociales, ambientales y económicos.

Hay una percepción muy amplia de que los partidos políticos tradicionales prosperan y se desarrollan a costa del resto de la sociedad y ya no representan una solución a la desigualdad, la inseguridad, el desempleo y la mala calidad de la educación, sino que mucho por el contrario, son actores y generadores de éstos mismos problemas.

Peor aún, mientras más han tratado algunos líderes de estos partidos y candidatos presidenciales fallidos, de disimular la responsabilidad de sus acciones, obviamente más se les ha culpado por los errores no sólo de sus partidos sino de la sociedad como tal, en temas de crecimiento de la desigualdad, deterioro de la infraestructura vial, modelo educativo obsoleto, burocracia inepta, corrupción, etc. La credibilidad de los partidos políticos ha caído a niveles inéditos en la historia reciente.

Esta pérdida de confianza en los partidos, ha llevado a que sus líderes y cúpulas en vez de abrirse al cambio y la transformación que les demanda la ciudadanía, se aíslen cada vez más con una indiferencia palmaria, de los señalamientos que se les hacen, tomando medidas que en vez de resolver la sordera ideológica que los deteriora, socavan aún más su credibilidad y minan la poca militancia ciudadana que aún les queda. Las organizaciones políticas están atrapadas en un círculo vicioso.

Buena parte del problema se halla en los mismos partidos políticos, los que siguen entrampados, en un enfoque anticuado de la gestión política, donde el interés meramente electoral ha sido el objetivo primordial a lo largo de las últimas décadas.

Siguen teniendo una visión estrecha de la gestión política, centrándose en agrandar su caudal electoral, con una gestión cortoplacista y siguen inmersos dentro de una burbuja de élites, mientras pasan por alto las necesidades más importantes del pueblo, indiferentes a las tareas más amplias de una organización política, como la elaboración de propuestas y proyectos para el desentrabamiento económico y social, el abordaje del crimen organizado y la reducción de la desigualdad, entre otras, que sí determinarían un impacto mayor en la ciudadanía y el éxito en el largo plazo.

Los partidos políticos deben asumir el liderazgo perdido, tan necesario a nuestro sistema democrático, para volver a unir la gestión política y gubernamental con la sociedad, la mayoría de los partidos siguen pegados a la mentalidad de la “búsqueda del poder” donde los problemas sociales están en la periferia, no en el centro.

La solución está en el ejercicio de la acción política, como herramienta de cambio y mejoramiento de la calidad de vida de las personas, que involucra el diseño y creación de proyectos y propuestas que creen valor para la sociedad al abordar sus necesidades y desafíos.

Los partidos políticos deben reconectar su éxito electoral con el progreso social.

La generación de proyectos y ejecución de propuestas de mejoramiento social no debe ser una “ayuda” humanitaria, ni filantropía y ni siquiera una acción de sustentabilidad partidaria, sino una nueva forma de éxito político. No puede estar en el margen de lo que hacen los partidos políticos, sino en el centro.

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