La historia de la ópera infantil «Brundibár»: cantar entre el horror

Por Michael Heitmann (dpa)

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Acceso a la cárcel de la Gestapo en el gueto de Terezin (Theresienstadt), con la inscripción «Arbeit macht frei» («El trabajo libera»). En el gueto se estrenó el 23 de septiembre de 1943 la ópera «Brundibár», del compositor Hans Krasa, con libreto de Adolf Hoffmeister. Foto: Michael Heitmann/dpa

Terezin, 22 sep (dpa) – A medio camino entre Praga y Dresde, en la República Checa, hay una ciudad fortaleza hoy llamada Terezin. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue un lugar del horror nazi. Decenas de miles de judíos deportados de toda Europa estaban hacinados allí en el gueto de Theresienstadt, como se denominaba en alemán la ciudad.

A pesar de todas las adversidades, las personas buscaban tener una especie de vida cultural. Hace 80 años, el 23 de septiembre de 1943, se representó allí por primera vez la ópera infantil «Brundibár».

Sobre el escenario en antiguos barracones había en aquel entonces niños judíos en trajes sencillos. En el público estaban sus coetáneos.

«Para los niños era un escape de la gris realidad del gueto», dice la historiadora Radana Rutova del memorial de Terezin. Este estaba repleto y se habían extendido el hambre y las enfermedades. Y, sin embargo, el Consejo de Ancianos del gueto intentaba hacerle la vida un poco más soportable a los pequeños.

Estos hechos históricos serán recordados este sábado. Alumnos del bachillerato de la ciudad alemana de Wülfrath, en Renania del Norte-Westfalia, representarán «Brundibár» en el escenario original del gueto.

El maestro y sacerdote Klaus-Peter Rex ya representó antes la ópera infantil con alumnos en comunidades judías en Riga o delante de un testigo de la época en un kibutz en Israel.

«Primero, los alumnos estaban algo tímidos, porque no es muy sencilla desde lo musical», dice Rex sobre los inicios del proyecto. Pero eso se resolvió pronto porque se dieron cuenta de que era posible. La ventaja resultó ser la brevedad de la pieza: dura solo 35 minutos. El enfrentarse al Holocausto, dice Rex, fue «muy intenso» para los alumnos.

La historia de «Brundibár» se centra en dos niños, Pepicek y Aninka, cuya madre está gravemente enferma. El médico les recomienda conseguir leche, pero no tienen dinero. Entonces quieren ganarlo en el mercado con su canto, como el organillero Brundibár, pero son echados. Con ayuda de gato, perro y gorrión, consiguen reunir a todos los niños de la ciudad e imponerse a Brundibár. «Brundibár fue vencido», se oye el canto triunfal al final de la ópera.

Muchos interpretan que Brundibár es Hitler, en parte porque en la representación de Theresienstadt llevaba una barba falsa. En checo, en realidad, «brundibár» es una palabra onomatopéyica para abejorro. Lo cierto es que Adolf Hoffmeister escribió el libreto ya en 1938.

La primera representación con música de Hans Krasa se realizó en el cambio de año 1942/43 en el orfanato judío de Praga. Tras su deportación al gueto de Theresienstadt, Krasa compuso una nueva versión en base a la partitura para piano, en parte con el texto modificado. Tras el estreno en el gueto, le siguieron 55 representaciones hasta el fin de la guerra.

Los ocupantes alemanes se aprovecharon de los artistas para ocultar sus intenciones asesinas. Cuando en junio de 1944 se esperaba una delegación de la Cruz Roja en Theresienstadt, el programa incluía un fragmento de «Brundibár». «Como a los nazis el decorado les parecía demasiado miserable, el arquitecto Frantisek Zelenka tuvo que crear uno nuevo y más bello durante la noche con fines propagandísticos», relata la historiadora Rutova.

La realidad era muy distinta: los nazis se llevaron a Krasa y a la mayoría de los actores de «Brundibár» a Auschwitz y a otros campos de concentración alemanes, donde fueron asesinados. De los en total 141.000 deportados del gueto de Theresienstadt, sobrevivieron al Holocasuto solo 23.000.

En 1991 fue redescubierta esta ópera infantil y representada nuevamente. Alumnos de países como República Checa, Alemania, Italia y España visitan el museo del gueto, en gran parte para ver «Brundibár», asegura Rutova.

A pesar de las numerosas visitas, partes de la ciudad y también del antiguo gueto se están deteriorando desde hace años. Sin embargo, hace pocos días el gobierno checo aprobó hasta 70 millones de euros (unos 74,5 millones de dólares) para trabajos de renovación en Terezin y Josefov.

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