Los hijos de Ortega y sus roles en la política de Nicaragua

Mayo 04, 2023

Houston Castillo Vado

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De izquierda a derecha: Camila, Laureano, Rafael y Edmundo, todos hijos del matrimonio de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Combinación de fotografías Miguel Bravo / VOA

Aunque la Constitución Política de Nicaragua prohíbe el nepotismo, algunos de los hijos del presidente Daniel Ortega están ocupados en funciones del Estado.

SAN JOSÉ, COSTA RICA — En diciembre de 2021, cuando había transcurrido apenas un mes de la reelección de Daniel Ortega para otro mandato de 5 años en la presidencia de Nicaragua, dos de sus hijos aparecieron en un reporte de la televisora oficial en Managua que los identificaba como parte de una misión oficial enviada a Rusia. La delegación incluyó también al ministro de Hacienda Iván Acosta.

Eso después que aquellas elecciones habían sido señaladas como una farsa por la comunidad internacional, debido en parte al previo encarcelamiento de varios opositores, entre ellos siete precandidatos presidenciales.

En esa delegación iban Laureano Ortega Murillo, asesor presidencial para las Inversiones, Comercio y Cooperación Internacional, y Rafael Ortega Murillo, delegado presidencial. En esa ocasión, ambos se reunieron con el vicecanciller de Rusia, Sergei Ryabkoc.

Y no fue la primera ni la única vez. Expertos consultados señalan que desde el retorno de Ortega al poder en 2007, sus hijos aparecieron en actividades de Estado. Exponen además que la presencia de ellos se intensificó a partir de 2018, coincidiendo con el periodo de protestas contra el gobierno de Ortega.

Más recientemente, fue Laureano Ortega el encargado de recibir en el aeropuerto al canciller de Rusia, Serguei Lavrov. También suele aparecer en reuniones de alto nivel con funcionarios de China.

El 11 de enero de este año, Laureano Ortega anunció la firma de 4 importantes acuerdos con China, uno de ellos relacionados con la cooperación en temas económicos.

“Nicaragua y China hemos firmado 4 acuerdos importantes para un futuro brillante de cooperación incluyendo la Franja y Ruta. Nuestro presidente comandante Daniel y la vicepresidenta compañera Rosario junto al compañero Cao Jianming enviaron especial del presidente Xi Jinping”, escribió Laureano en Twitter.

Daniel Ortega tiene junto a Rosario Murillo al menos nueve hijos, aunque tres de ellos no son biológicos.

De todos, la única que se mantiene alejada del círculo político de la pareja gubernamental es Zoilamérica Ortega, quien denunció al presidente nicaragüense por presuntamente haberla violado años atrás.

Pero el resto de los descendientes de la pareja presidencial ocupan cargos como asesores presidenciales o bien dirigen canales de comunicación al servicio del gobierno.

Daniel Edmundo Ortega, por ejemplo, criticó en 2022 a periodistas que calificó de “mercenarios, delincuentes y traidores a la patria”. Su comentarios se produjeron durante un evento organizado por los medios de propaganda rusa Sputnik y RT, al que asistió en su papel de interlocutor para un acercamiento de los medios oficialistas de Nicaragua con los medios rusos por medio del llamado Consejo de Comunicación y Ciudadanía que creó su madre Rosario Murillo en 2007.

En diciembre de 2022, Ortega también concedió plenos poderes a una de sus hijas, Camila Ortega Murillo, para suscribir un memorando de entendimiento con el Centro de Intercambio Cultural China-América Latina.

A través del acuerdo presidencial número 179-2022, Ortega otorgó plenos poderes a su hija para fungir como coordinadora de la Comisión Nacional de Economía Creativa.

¿Qué hay detrás?

Arturo McFields, ex diplomático nicaragüense que se separó del gobierno de Ortega, dijo a la Voz de América que desde el año 2018 ha habido un importante «reajuste» en el tema de los negocios de la familia Ortega-Murillo y las relaciones internacionales.

McFields sostiene que la presencia de los hijos de Ortega está causado incomodidad en algunos funcionarios públicos por su rol ante delegaciones extranjeras y en eventos de importancia, mientras que en otros sectores Laureano, por ejemplo, no está siendo visto como un miembro más de la familia «sino que lo ven como el próximo presidente de Nicaragua o el próximo que va a estar a cargo de la dictadura».

“Hay un sentido de orgullo y relevancia al sentir que están cerca de él. Cuando están cerca de algunos miembros de la familia, se siente que forman parte del anillo de hierro de la dictadura, cosa que no es así porque todos los funcionarios públicos son descartables. La única manera de no serlo es ser parte de la familia”, dice el exfuncionario sandinista.

Estados Unidos ha sancionado al menos cuatro hijos de Daniel Ortega: Rafael Antonio, encargado de los negocios petroleros, a Juan Carlos Ortega, director de la empresa Difuso Comunicaciones SA; y a Camila Ortega Murillo, directora de Nicaragua Diseña.

Benjamin Gedean, director del Wilson Center, un centro de pensamientos con base en Washington, asegura que “la dictadura de Ortega es una empresa familiar” y por lo tanto colocar a sus hijos “es más fácil” para “robar el patrimonio del Estado, y hacer menos probable un golpe de palacio”.

El gobierno de Ortega no respondió de forma inmediata a una solicitud de comentarios sobre los señalamientos.

Nepotismo

Según la Ley de Servidores Públicos, o Ley 438, aprobada en 2002 en Nicaragua, en todo los Poderes e instituciones del Estado y sus dependencias, «no se podrá hacer recaer nombramiento en personas que tengan parentesco dentro del cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad con la autoridad que hace el nombramiento, y en su caso, con la persona de donde hubiere emanado esta autoridad».

La socióloga nicaragüense María Teresa Blandón argumenta que la pareja Ortega-Murillo ha asumido que ellos son dueños del Estado y se ven como dueños del país «y no sólo que ellos son dueños, sino que, como la vida es finita y se acaba, pues que tendrían la facultad de heredarlo, en este caso, a sus hijos».

Blandón menciona que por otro lado la idea de Ortega de colocar a sus hijos en la primera línea de sucesión tiene que ver con que no confían en nadie y obedece a «una estrategia política».

«De no ser por los lazos filiales, que suelen ser tan fuertes, no confían en nadie y en las únicas personas a quienes podrían delegar su poder en el momento eventual de una negociación para poder preservar sus intereses políticos-económicos, estarían colocados en los hijos», concluye la socióloga.

Voz de América

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