Luis Felipe Arauz Cavallini
Motiva y llena de orgullo escuchar el fervor de nuestros compatriotas al entonar el Himno Nacional en apoyo a nuestra Selección Nacional. En esta hora, es imperioso que ese fervor patrio se vuelque en apoyo de uno de los grandes pilares de nuestra nacionalidad: el agro.El propio Himno Nacional, expresión de la vida de la Patria que entonamos con tanto orgullo, nos lo recuerda en varios de sus pasajes. Evoca el prestigio conquistado por sus hijos, a quienes llama “labriegos sencillos”, en clara alusión a las personas dedicadas a la labor agropecuaria. Algunos razonamientos superficiales señalan que esa expresión se refiere a personas atrasadas o ignorantes. Todo lo contrario: la palabra “labriego” viene del latín “laborare”, trabajar, esforzarse por algo. Por otra parte, una persona sencilla es aquella que no es ostentosa, que no pretende aparentar lo que no es. A veces uno se pregunta si mucho del impacto negativo que causamos los humanos en el planeta y en la sociedad se debe a estilos de vida alejados de ese ideal de trabajo honesto, y, por ostentosos, excesivamente impactantes sobre el ambiente.
El aporte del agro a nuestra nacionalidad no se debe reducir a las cifras en las que lo queremos enmarcar. Claramente, estas son impresionantes: 35% de las exportaciones, 12% del empleo directo (comparemos con el 5.5% de las protegidas zonas francas), 7.4% del producto interno bruto, 70% de la canasta básica. Pero más allá de eso, el trabajo fuerte, honesto, tesonero e inteligente de nuestro campesinado, y su actitud noble frente a la vida, son aportes profundos que no podemos medir en las cifras del agro. Esos aportes éticos son la base de nuestra nacionalidad.
Pero nuestro querido Himno Nacional evoca el agro de muchas otras formas. Cada vez más, nuestros productores se esfuerzan por mejorar el desempeño ambiental de sus actividades, y por aprovechar la capacidad de las plantas y los suelos de limpiar el aire de los gases que provocan el cambio climático, contribuyendo así a la limpieza de la atmósfera que nos rodea…el límpido cielo de que nos habla nuestra Canción Patria. Pensemos en ello cuando entonemos con fervor sus notas.
Cierra nuestro Himno, en su última estrofa, recordándonos que nuestro pródigo suelo nos da el sustento. Nuestro alimento, nuestra seguridad alimentaria, ha sido desde los albores de la Patria, fruto de nuestra tierra fértil y del trabajo de las personas que la labran poniendo en ello esfuerzo y conocimiento. Lograr que nuestros suelos produzcan alimentos en cantidad y calidad suficiente, y de manera sustentable, va mucho más allá del trabajo físico; es sobre todo un trabajo mental: saber cuándo y cómo sembrar, abonar, regar eficientemente, combatir las plagas, podar, cosechar, cuidar los pastos, alimentar las vacas, ordeñarlas, todo lo anterior cuidando del ambiente, el bienestar animal y la inocuidad de los productos. Y si eso fuera poco, deben conocer el mercado, los precios, las fuentes de crédito y demás servicios de apoyo. Deben conocer el clima y decidir las mejores prácticas en función de él. Deben mantenerse al día con las nuevas formas de producir, desde las técnicas regenerativas hasta la digitalización de procesos.
Hoy nuestro agro está amenazado por varias políticas públicas como la ruta del arroz y la adhesión a la Alianza del Pacífico. Por eso y por lo dicho en los párrafos anteriores, debemos apoyar la marcha de nuestro sector agropecuario del próximo 29 de marzo. Apoyar nuestro agro es un acto de patriotismo. Tengámoslo en nuestra mente y en nuestro corazón cuando entonemos nuestro Himno Nacional.
– Exministro de Agricultura y Ganadería