EN BOSTON Y NUEVA YORK
EN 1922, José María Figueres Ferrer le dijo a sus padres que quería irse a estudiar y a trabajar a Estados Unidos. La reacción familiar fue negativa, pero a pesar de eso lo hizo.Como era menor de edad, se dejó el bigote, se trajeó debidamente y mintió sobre su edad con tal de obtener el pasaporte.
Así llegó a Boston, ciudad en la que tomó cursos libres de ingeniería en el Instituto Tecnológico de Massachussets, fue lector asiduo de la Biblioteca Pública y se ganó el pan como supervisor de romanas eléctricas en la Salad Tea Company.
En Nueva York, durante el día, hacía traducciones al inglés y viceversa. Durante la noche, cursó dicción inglesa, fonética y, en su cuartito de hotel, continuaba sus lecturas de clásicos europeos.
Al año de haber salido de Costa Rica, le escribió a su padre Mariano que no le enviara más el cheque en dólares, porque ya ganaba lo suficiente para comer. Sin embargo, el médico no le hizo caso, así que don Pepe empezó a devolverle los giros con la leyenda: «Ya había dicho que no necesitaba nada».
Anécdota de Alberto Cañas
Tomado del Anecdotario del espiritudel48.org.