El periodismo en Nicaragua

En agradecimiento a Héctor Rosales

César Augusto Bravo Vargas
cesar_bravo25@yahoo.com

La búsqueda de significados en un diccionario a menudo resulta una tarea decepcionante, deprimente e inútil. En cada significado de cada palabra vemos un marcado morbo del editor por salir del paso, por llenar el espacio, por recoger el pecunio de su edición. Cada diccionario tiene un acotado significado de todas sus palabras. Para ilustrar basta citar el término Periodista, desde la perspectiva diccionarezca hallamos un vulgar y exiguo significado que se limita decir: “profesión que comprende el conjunto de actividades relacionadas con la recogida, elaboración y difusión de información actual o de interés para transmitirla al público a través de la prensa, la radio o la televisión”. Lejos de tal acepción un verdadero periodista es un kamikaze, es un loco apasionado por escribir en tiempo real y verás la historia contemporánea de su aldea, de su comarca, de su provincia, del mundo. Él es el eslabón de oro que se ubica entre los hechos reseñables y los consumidores de información. El periodista es un historiador bizarro que trabaja la materia prima de la historia en desarrollo desde un sesgo noticioso. Es una persona que, por ejercer la arriesgada profesión periodística, están expuestos a todo, todo todo: a que le maten, a que le confisquen, a que lo encarcelen, a que lo linchen, a que lo destierren, a que lo amenacen de muerte, expone a su familia, su futuro, su integridad moral, etc.

Sin ir tan lejos, en el país del norte, Nicaragua, vemos todas estas atrocidades ejecutadas por un solo régimen tiránico y homicida. De allí que me moleste el bla-bla del diccionario para definir tan insigne profesión. Todo periodista independiente en Nicaragua o esta amordazado o está preso o fue asesinado o está en el exilio o han sido expropiados. Los nicas nos damos el deshonroso lujo de condenar a más de trece años de cárcel a seis renombrados periodistas que son: Miguel Mora, Miguel Mendoza, Jaime Arellano, Juan Lorenzo Holman, Pedro Joaquín y Cristiana Chamorro, estos dos últimos valientes son hijos del “mártir de las libertades públicas” de Nicaragua, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal que fue cobardemente asesinado el diez de enero de 1978 por militantes que actualmente se autodenominan orteguistas.

No me da alegría ver cómo Lucia Pineda Ubau, Carlos Fernando Chamorro, Luis Galeano, Héctor Rosales, entre otros, transmiten -con honor y gallardía- noticias de Nicaragua desdesuelo costarricense, Galeano desde EEUU. Aún recuerdo aquel dieciocho de octubre del 2018 cuanto el valeroso periodista Héctor Rosales, fue brutalmente agredido por las turbas enardecidas de la dictadura. O aquel veintidós de abril del 2018 cuando Miguel Ángel Gaona abatido de un disparo en la cabeza mientras cubría las protestas, recuerdo como hoy cundo Lucia Pineda y Miguel Mora eran encarcelados y expropiados de las instalaciones de su medio de comunicación, recuerdo con coraje e impotencia cuando le confiscaron sus propiedades al Dr. Carlos Fernando Chamorro, en fin, toda una lista vergonzosa de actos inhumanos perpetrado en contra de los periodistas independientes. Ante esto sabemos que los periodistas en Nicaragua tienen lo que le hace falta al dictador, huevos.

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