EL DIJE DE DON POMPILIO
EN la primera Administración de nuestro recordado don Ricardo Jiménez, estaba en el Despacho de Seguridad Pública, don Pompilio Ruiz Arrieta, persona civil; ejemplar por sus condiciones de hombre de bien, jovial y jocoso. Era respetado por sus subordinados militares de todo el país, y su actuación fue siempre tranquila: nadie sufrió abusos de autoridad. Entre los actos de su donaire, lo más chistoso de don Pompilio era un «DIJE» que usaba colgando de la leontina de su reloj, inofensivo, pero le servía para evadir las impertinencias de sus prójimos, y sobre todas, las constantes y fastidiosas que los Ministros suelen soportar. La tal joya semejaba un puño de la mano, de marfil engastado en oro, cuyo dedo pulgar estaba entre los dedos índice y mayor. No era por cierto una alhaja religiosa ni reliquia alguna, pero mis queridos alajuelenses gozaban con la broma del DIJE de don Pompilio.Bueno, pero lo importante del cuento, es que nuestro lucido Presidente, gracioso también, don Ricardo, se servía a ratos del mismo DIJE. Un día de tantos, llegó una comisión de personas prominentes de San Marcos de Tarrazú, quienes don Ricardo recibió afectuosamente, como lo acostumbraba y ELLOS lo merecían, pero al preguntarles en qué podía complacerlos, el señor Cura le contestó: «Vea, señor Presidente, venimos a suplicarle que nos quite al Jefe Político, porque le gustan mucho las mujeres, y la moralidad sufre y nuestro deber nos compele a pedirle ese favor».
Don Ricardo, contrariado, dijo: «Me duele quitar a ese mi amigo y excelente funcionario, pero él ya renunció, y pienso nombrar si ustedes lo prefieren, a un afeminado adicto al sexo masculino». Y todo esto, lo decía don Ricardo revoleando el famoso DIJE que don Pompilio le había prestado.
Tomado del Anecdotario del Lic. Adán Acosta V.