Anecdotario Costarricense

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GEOGRAFIA PATRIA

EN la Administración González Flores, el Presidente don Alfredo aceptó una invitación que le hizo su edecán, don Maximiliano Soto, dueño de las valiosas haciendas ganaderas Miravalles, Tenorio y Rincón de la Vieja. La comitiva oficial la formaron de esa vez no solamente los amigos de don Alfredo, sino también señoras y señoritas allegadas a la familia González Flores. La recepción fue espléndida: banquetes exquisitos y bailes con marimba y guitarras, y una alegría indescriptible. Don Alfredo recorrió los campos, muy complacido, admirando la gran cantidad de animales bovinos, cuidados con esmero, y caballos de razas varias y finas, que por la nobleza de don Maximiliano, iba conociendo el Presidente. En una de aquellas comidas, servidas en la hacienda Miravalles, entre las invitadas se hallaban lindas y guapas muchachas llegadas de San José, una de las cuales lucía un honesto escote. Nuestro don Adán, se mantenía de pie, sin tomar asiento, detrás de la niña del escote. Lo miró don Alfredo y le dijo: «Hombre, Adán, de ahí estás viendo el volcán MIRAVALLES». A lo que don Adán, maliciosamente, le contestó: «No, por cierto, lo que estoy admirando es el RINCON DE LA VIEJA». La señorita, por supuesto, no se dio cuenta de la curiosidad de don Adán.

Tomado del Anecdotario del Lic. Adán Acosta V.

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