El reino de Chaves

Ágora

Guido Mora Mora

Guido Mora

Este fin de semana, como en el Flautista de Hamelin, el famoso cuento de los Hermanos Grimm; un grupo de partidarios del Presidente Rodrigo Chaves desfiló por la Plaza de la Democracia, para hacer manifiesto su apoyo a las ¿acciones? y manifestaciones del Mandatario.

La actividad que, con franqueza pensé que iba a estar más concurrida, por “lo bullicioso” que resultan sus incondicionales en redes sociales, pretendía confirmar el respaldo de “esos costarricenses” a las medidas tomadas por el presidente y sus ministros. En mi criterio personal, considero que la convocatoria fue un rotundo fracaso y que, lejos de favorecer, perjudicó la imagen del Gobierno, por no lograr congregar -como sus organizadores suponían-, a una cantidad numerosa de ciudadanos.

En el fondo, sin embargo, no nos queda claro qué medidas son las que respaldan los seguidores del Gobierno qué, al sonar de la flauta, caminan como hipnotizados, por rutas que desconocen y sin un rumbo político o ideológico que guarde relación con la difícil situación política y económica que enfrenta Costa Rica.

Estos acólitos desorientados escucharon discursos “contra la prensa canalla”, expresión que el Presidente usa indistintamente, contra cualquier medio de comunicación que no publicite sus acciones o le aplauda sus ocurrencias; contra los salarios “desproporcionados de académicos universitarios”, sin analizar con detenimiento la desaparición paulatina de este comportamiento salarial y, en conclusión, contra cualquiera que no apoye y aplauda las bravuconadas que le caracterizan, en las presentaciones públicas o el circo que se han dado en montar a medio día de los miércoles, después de las sesiones del Consejo de Gobierno.

Y es que, a escasos cuatro meses de haberse inaugurado la actual Administración, es menester expresar una gran preocupación por la actitud y las manifestaciones externadas por estos jerarcas, a lo largo de estos 120 días.

Más que convencer, el Presidente y algunos de sus ministros, procuran imponer a subalternos y ciudadanos, formas de pensar y de actuar, irrespetando y violando la normativa legal, la estructura jurídica y los procedimientos, que por años han orientado el funcionamiento del estado de derecho costarricense.

La forma chabacana, autoritaria y poco respetuosa con la que se dirige el presidente a sus ministros, al parecer, se ha constituido en la manera en que estos últimos están ejerciendo su liderazgo, ante sus subalternos y otros funcionarios públicos a quienes, lejos de procurar la negociación; contrario a conversar y tratar de convencer, lo que promueven son las bravatas, el autoritarismo, el regaño y el choque frontal. Parecen ser estos los instrumentos que el presidente y sus ministros escogieron para hacerse obedecer.

Las al menos catorce bajas de funcionarios en puestos de jerarquía, que a la fecha se han producido, son el reflejo de este comportamiento autoritario e impositivo de un mandatario, que más parece la cabeza de un reino medieval, que la del presidente de una democracia política.

Cindy Quesada Hernández, quien renuncia el INAMU y al Ministerio de la Mujer, por falta de requisitos; Ricardo Seravalli, del Ministerio de Cultura y Juventud, quien tuvo que renunciar para llevar una causa penal en su contra; Ernesto Calvo, quien fue destituido por la ministra del ramo, por negarse a despedir al Director del Centro de Cine; Rodolfo Cheves Cheves y Rocío Solís Gamboa, del MEP, esta última argumentando faltas de respeto, poca comunicación y falta de transparencia por parte de la ministra Ana Katharina Müller; Olman Vargas del COSEVI, quien renuncia por desacuerdos con el ministro Amador; Alvaro Vargas de Aviación Civil, despedido sin explicación alguna; William Villalobos Herrera designado como Regulador General, quien debió renunciar a su postulación, por conflictos de interés; Luis Francisco Corrales, Director interino de Costa Rica, en el BCIE, quien renunció por discrepancias con el Presidente; Manuel Calderón, miembro del Consejo Superior de Educación, quien renunció por no compartir la manera en que se votó eliminar las pruebas FARO; Patricia Navarro, hasta hace unos días Ministra de Comunicación, quien fue despedida por el Presidente, después de despedir al Jefe de Prensa Jaime Sibaja y a la presentadora de Casa Presidencial; Patricia Navarro del Ministerio de Comunicación; Edgar Mata Ramírez, viceministro de agricultura y finalmente, Laura Bonilla, ministra de esa cartera, fueron los últimos jerarcas a quienes se les expulsó de sus puestos, recientemente designados.

En total hemos visto la renuncia o despido de dos ministras, cinco viceministros y varios directores ejecutivos, que han decidido dimitir o han sido cesados, en apenas los cuatro meses de la Administración Chaves Robles.

En mi criterio, la renuncia y remoción de estos funcionarios públicos constituye la muestra de un modus operandi, que riñe con las normas básicas del respeto en la administración pública y la conducción jerárquica en cualquiera estructura pública o privada.

Es el reflejo, por otra parte, del manejo errático y carente de rumbo, de un Gobierno que no ha superado la etapa de campaña y que no termina de comprender que su deber es mejorar las condiciones socio económicas de todos los costarricenses.

Los yerros y el incumplimiento de ofrecimientos en que ha incurrido hasta ahora la Administración Chaves Robles, van desde la promesa fácil de levantar un puente en unos días; hasta reducir el costo de la vida -cuando la inflación interanual ya está por encima del 12%-; la reducción del precio del arroz; la promesa de disminuir el precio de los combustibles, cuando todos sabemos que no depende de una decisión estatal y que está vinculada a las variaciones del mercado internacional.

Hasta ahora lo que nos ha mostrado la Administración Chaves Robles, es un equipo sin norte, que fue incapaz de aprovechar las sesiones legislativas extraordinarias, concluidas sin pena ni gloria, en las que no lograron presentar o impulsar proyectos de Ley estratégicos en la Asamblea Legislativa.

La ausencia de liderazgo y de ideas aún no nos permiten comprender cuál es la ruta por la que Rodrigo Chaves pretende conducir al país en este cuatrienio.

Reclamamos al Presidente Chaves seriedad en la definición de los asuntos de gobierno. Le recordamos que la campaña política ya finalizó y que, más que promesas, nuestro país exige decisiones y acciones políticas articuladas, que nos permitan enfrentar la crisis económica, política y social en que nos encontramos.

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