A este consultorio llegaban gentes de todas partes de la República en busca de los sabios médicos para que los examinaran y curaran. Se les tenía gran fe,
En la ventana del consultorio lucía el siguiente rótulo: «DURAN Y NUÑEZ».
Atraído por la fama del doctor Durán, un campesino de apartado rincón de la República, llegó a la capital en busca de ese gran médico, y como no lo encontró en su oficina, se averiguó con la enfermera la dirección de su casa de habitación y encaminó hacia ella sus pasos.
Tocó la puerta, y al salirle la empleada, le dice: -«¿Está el doctor Durán y Núñez?»
Y la señora, muy asombrada, le responde:
-«Oiga, señor; HASTA ALLI NO LLEGA LA COMPAÑIA».
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora.
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