Por Juan Jaramillo Antillón
Ahora que el mundo, gracias al nuevo telescopio estelar, observa con asombro las formas y la luz que los objetos celestes emitieron hace miles de millones de años, debemos honrar a un ser humano que, viendo el cielo simplemente con sus ojos, creó todo un sistema estelar. Ese fue Copérnico.Nació en Torun, Polonia, en ese tiempo parte de la Real Prusia, en febrero de 1473 y falleció en mayo 1543, al parecer de un accidente vascular cerebral. Sus padres eran comerciantes, pero él quedó huérfano a los 10 años, por lo que un tío clérigo lo educó con formación muy religiosa; ese tío llegó a ser obispo de Warmia, y por sus relaciones lo envió a estudiar a diversos países.
Copérnico estudió en la Universidad católica de Cracovia, matemáticas y los clásicos, luego se convirtió en clérigo, ya que en ese tiempo y en Europa era casi la única forma de tener un sustento económico para estudiar y poder dedicarse a la astronomía. Viajó a Italia de 1496 a 1499 y ahí estudió en la Universidad de Bolonia: medicina, derecho, filosofía y el idioma griego. Fue asistente del astrónomo Domenico Novara. Luego se fue a París donde estudió ciencias en general y astronomía en particular en el año 1500. Luego volvió a Italia y, en la Universidad de Ferrara en 1503, obtuvo un doctorado en derecho canónico. Tenía pues, una cultura enciclopédica y posiblemente se une al triunvirato de genios científicos más grandes del mundo como son: Aristóteles, Newton y Einstein, y no tiene nada que envidiarles.
Aunque Aristarco de Samos e, incluso, Heráclito de Ponto, señalaron por primera vez que la Tierra y los otros planetas giraban alrededor del Sol, en realidad fue Copérnico el astrónomo que formuló la primera teoría heliocéntrica del sistema solar; esta está detallada en un libro que publicó titulado De revolutionibus orbium coelestium (De las revoluciones de las esferas celestes), aceptado como el inicio de la astronomía moderna y clave en lo que se llegó a llamar la revolución científica en la época del Renacimiento. Él trabajó en esa teoría 25 años, pero en su tiempo no fue aceptada, y, además, contradecía algunos aspectos de la Biblia y eso atemorizaba para publicarla por lo que la guardó por varios años. Sin embargo, mucho antes de publicarla, había hecho copias y se las había enviado a varios astrónomos polacos y del extranjero, lo que le dio mucho prestigio.
Copérnico, tuvo la osadía de rechazar la concepción de la Biblia sobre el lugar de la Tierra en el universo y dio lugar a un nuevo conocimiento sobre el cosmos y no fue castigado por la Iglesia porque su teoría la envió por intermedio de Andreas Osiander a la imprenta en Polonia varios meses antes de su muerte y, cuando se publicó, recibió el primer ejemplar de la publicación el día en que murió.
La Iglesia católica y los otros cristianos, los protestantes y los calvinistas aceptaban, en el siglo XV, la concepción de los antiguos griegos y de Ptolomeo astrónomo de Alejandría, de que la Tierra era una esfera que flotaba en el espacio y que constituía el centro del universo, alrededor de la cual giraban el Sol, y todos los planetas y estrellas.
La teoría de Copérnico difería debido a que sus estudios astronómicos, increíblemente obtenidos solo mirando al cielo y, además, realizando cálculos matemáticos, le mostraban que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol, al igual que los otros planetas, lo cual fue llamado teoría heliocéntrica. Eso echaba abajo lo que la Iglesia había sostenido por mil años y, además, refutaba a la Biblia, en cuyo Salmo 93 dice: «Tú has fijado la Tierra de un modo inamovible y firme» dirigiéndose a Dios. Por eso la teoría de Copérnico la prohibieron por siglos, no solo la Iglesia, sino que Martin Lutero dijo: un astrónomo advenedizo se empeña en mostrarnos que la Tierra se mueve. Y Calvino, lo tildó de loco por contradecir las sagradas escrituras.
Pero eso no era todo; existían otros aspectos su teoría, donde él señalaba, además, que los movimientos celestes son uniformes y eternos, que orbitando al Sol se encuentran Mercurio, Venus, la Tierra y la Luna, Marte, Júpiter y Saturno, que las estrellas son objetos distantes que permanecen fijos y por lo tanto no orbitan alrededor del Sol, y que la Tierra tiene tres movimientos: la rotación diaria, la revolución anual, y la inclinación anual de su eje. Casi nada, y obtuvo eso solo mirando al cielo de día y noche, lo cual nos dice lo portentoso que debió ser su cerebro.
Otra de las consecuencias de su teoría, que fue una verdadera revolución astronómica, consistió en que ya no solo la Tierra, sino también el hombre, no eran el centro del universo. Demostró con gran humildad, pero con datos científicos, que lo que la Biblia, la Iglesia y los astrónomos antiguos daban por cierto era un error.
Eso despertó gran temor en la Iglesia, ya que si esa teoría de Copérnico era aceptada significaba que la Iglesia y la Biblia estaban equivocadas en ese punto; ¿entonces podrían estar también equivocada en otros? Eso no podían perdonarlo, pues entonces no era cierto lo que ellos decían de que Dios hace de la Tierra el centro del universo y crea al hombre a su imagen y semejanza para gobernarla.
La afirmación de que Dios le dio al hombre todo poder sobre la Tierra y los seres que la habitaban, con los siglos hizo que el hombre, en lugar de considerase parte de ella, se creyera dueño de ella y la ha explotado al extremo de que hoy estamos en una crisis ecológica y de contaminación muy graves. Aunque los humanos somos los seres más inteligentes, dependemos de la naturaleza y los otros animales para sobrevivir.
A pesar de la oposición de la poderosa Iglesia católica, posteriormente sus teorías fueron apoyadas por otro astrónomo, Johannes Kepler (1571-1630), un alemán que incluso la corrigió, ya que Copérnico creía que los planetas, incluyendo la Tierra hacían orbitas circulares alrededor del sol y Kepler demostró que eran elípticas y tenían diversas velocidades según la fase en que esos planetas se encontraran en relación con el Sol. El error de Copérnico estaba en que él pensaba que los planetas, al moverse alrededor del Sol, describían orbitas circulares uniformes, debido a que lo relacionó con la esfericidad de los planetas conocidos.
Además, el astrónomo italiano Galileo también la apoyó no solo matemáticamente, sino que inventó un telescopio y con él pudo ver más cerca lo que Copérnico miraba desde muy lejos, pero este último acabó siendo condenado por la Inquisición por hereje y obligado a retractarse so pena de muerte. Así mismo, no solo afirmaba que la Tierra giraba alrededor del Sol, sino que la Tierra también giraba sobre su eje al mismo tiempo.
Por cierto, Copérnico ejerció la medicina durante varios años cuando administraba la diócesis de Warmia en Polonia. Él jamás creyó que sus conceptos darían lugar a una reformulación tan grande del universo que nos rodeaba y del lugar del propio hombre con respecto al mundo, y por supuesto, que la religión debía ser revisada en muchos de sus conceptos. Se puede muy bien considerar a Copérnico como el iniciador de la revolución científica del Renacimiento europeo. Gracias a su teoría que rechazaba un universo geocéntrico del astrónomo Ptolomeo de Alejandría y nos puso en cosmos heliocéntrico, pudo después Isaac Newton culminar la llamada «revolución astronómica copernicana».
Notas
Geymonat, L. (1985). «Nicolas Copérnico». En: Historia de la Filosofía y de la Ciencia. Barcelona, España: Editorial Crítica. 4: 10; 75-76.
Koestler, A. (1989) The sleepwalkers. A history of Man’s Changing Vision of the Universe. Londres: Penguin, Arkana.
Magee, B. (1999). «De Copérnico a Newton». Historia de la Filosofía. Barcelona, España: Art. Blume S.L. 64-70.
Wikipedia. Nicolás Copérnico.
– El Dr. Juan Jaramillo Antillón es un médico de Costa Rica. Ha sido cirujano general y jefe de Cirugía del Seguro Social de su país por 40 años. Ministro de Salud y expresidente de la Academia Nacional de Medicina y Cirugía. Escritor fecundo, ha publicado 35 libros sobre Medicina, Salud, Seguridad Social, Ciencias en General, Biografías, Historia, Filosofía, Antropología, Sociología y Cultura en General. Ha ganado 42 premios, entre ellos el más importante que el Gobierno y el Ministerio de Cultura de su país concede a una persona: el Premio Nacional de Cultura Magón.