Crónicas interculturales
Por Remy Leroux Monet
Se recuerdan que al inicio de los ataques de Rusia a Ucrania se lanzó la idea de boicotear todos los productos, creaciones e inventos rusos, además de la cultura, las ciencias y la gastronomía de más allá de los Montes Urales.Parece que esta campaña no pegó mucho, al igual que una anterior – que remonta a unos treinta años – contra los productos franceses, incluyendo las papás a la francesa…
Es que resulta bien difícil borrar de nuestro disco duro a Chaikovski, al ballet clásico ruso, a Tolstoi, a las matrioschkas así como al caviar, al vodka y al borsch, entre otros.
Sin embargo, un plato famoso nunca debió ser boicoteado: la ensalada rusa. ¿Por qué no boicotearla? ¡Por que NO es rusa! Sí, Señor.
Un joven Chef costarricense diplomado de la Universidad Latina de Costa Rica, Jeison Alpízar Arce, me lo confirmó: la ensalada rusa NO es rusa. Es belga. Fue creada a mediados del Siglo XIX por un chef belga-francés, eso sí instalado en su elegante restaurante moscovita El Hermitage y apellidado Lucien Olivier.
Es menester precisar que la creación de Monsieur Olivier era ante todo un conglomerado de ingredientes de lujo que tenía en realidad poco que ver con la receta digamos moderna y casi internacional que consiste en una sencilla mezcla de papás cocinadas, huevos duros y remolacha, amalgamados con buena cantidad de mayonesa. Es uno de los muy pocos platos comunes entre Costa Rica y Francia, ideal para picnic. Cada país puede variar la receta incorporando otras hortalizas cocidas y hasta excluir la remolacha. Y llamarla ensaladilla Olivier.
Devolvamos pues al César… y digamos NO al boicot de la ensalada rusa, que NO lo es.
– Remy Leroux Monet, ciudadano francés, visitó por primera vez Costa Rica en 1978, y desde entonces no se ha separado nunca de nuestro país. En 1993 migró definitivamente. Siendo un atento observador de su entorno, tiene por afición resaltar diferencias entre sus dos países, el de nacimiento y el de adopción.