Por Eva Krafczyk (dpa)
Ana Frank no había cumplido aún los 15 años cuando en el escondite de su familia en una casa trasera de Ámsterdam anotó en su diario íntimo: «¿Podré escribir algún día algo grande, llegaré a ser periodista y escritora?»
Ella no quería ser como su madre y otras mujeres que vivían para satisfacer únicamente las necesidades del marido o de la familia y renunciaban a sus propios intereses y ambiciones. «No quiero haber vivido en vano como la mayoría de la gente», escribió en su diario de cuadros rojos.
Pero en ese momento, Annelies Marie Frank (1929-1945) ni siquiera imaginó que iba a morir de tifus en el campo de concentración alemán de Bergen Belsen poco antes de cumplir los 16 años.
Hace 75 años, el 25 de junio de 1947, se publicó en los Países Bajos la primera versión editada de su diario «Het Achterhuis» (La casa de atrás), como se llamó originalmente «El diario de Ana Frank».
El diario fue traducido en 1950 al francés y al alemán y en 1952 al inglés en Gran Bretaña y Estados Unidos. En tanto, en 1955 se publicó la primera traducción al español con el título «Las habitaciones de atrás».
Tan solo la edición de bolsillo, publicada por primera vez por la editorial germana Frankfurter Fischer Verlag en 1955 y que suelen leer los alumnos en las escuela alemanas, vendió más de 4,6 millones de ejemplares.
«Se trata de un libro con un éxito increíble, que incluso aparece regularmente en las listas de los más vendidos y es uno de los llamados ‘longsellers’ de la editorial», señala Alexander Roesler, director de programa de no ficción de la editorial Fischer.
La editorial germana acaba de publicar una edición aniversario con una portada que recuerda al diario original.
El padre de Ana, Otto Frank, regresó del campo de exterminio alemán de Auschwitz como único superviviente de la familia. Cuando leyó el diario, que había puesto a salvo una empleada de su empresa, se dio cuenta de que su hija quería publicarlo para dar testimonio de lo vivido durante los dos años en la Prinsengracht 263 en Ámsterdam, durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial.
«En aquella época, todo el mundo quería mirar hacia adelante, no recordar y olvidar esa época terrible», señala Roesler. Pese a esta situación, la editorial neerlandesa intuyó que se trataba de «una voz especial».
Y en efecto fue así. Ana se muestra curiosa, atenta, empática, a veces soñadora, a veces combativa en sus cartas escritas a su amiga imaginaria Kitty.
Según apunta Sascha Feuchert, especialista en literatura del Holocausto, la niña judía transmite una imagen muy clara, lógicamente desde su perspectiva, de lo que significa para las personas tener que convivir en un espacio tan pequeño.
«Por otro lado, es una adolescente normal, una joven en medio de la pubertad que no está preparada para lo que le está ocurriendo. Ana Frank era un gran talento literario y a una edad muy temprana», destaca el director del Departamento de Investigación sobre Literatura del Holocausto de la Universidad Justus Liebig de Giessen, en el centro-oeste de Alemania.
Una de sus últimas anotaciones, en julio de 1944, es muy reflexiva: «Veo cómo el mundo se va convirtiendo poco a poco en un desierto, oigo cada vez más fuerte el trueno que se avecina y que nos matará, comparto el dolor de millones de personas».
Sin embargo, un diario es siempre algo muy personal, lo que también supuso un reto para Otto Frank, ya que Ana también revela los conflictos con su madre y opina acerca del matrimonio de sus padres.
«Son pasajes que solía dejar fuera de la edición (publicada)», resalta Roesler. Además, Ana escribe muy abiertamente sobre su desarrollo físico, su amor por su compañero de piso Peter, algo que en los años 50 se veía de otro modo que hoy en día.
«Ahora que los pasajes recortados se vuelven a incorporar, este libro es más ‘auténtico'», agrega el experto.
«El hecho de que el texto se convirtiera muy pronto también en un éxito de ventas en Alemania se debe en parte a que Ana fue presentada como una víctima general de la guerra. Los culpables quedaron casi completamente al margen», indica Feuchert.
La primera traducción, por ejemplo, no hablaba de alemanes, sino de nazis, precisa.
«Además, aunque el Diario de Ana Frank da una visión de una situación muy mala, se interrumpe donde comienza el verdadero Holocausto, es decir, antes de la deportación a los campos de exterminio», agrega.
Según Meron Mendel, director del Centro Educativo Ana Frank de Fráncfort, la joven alemana le pone rostro a las víctimas.
«La historia de Ana Frank y su familia es representativa de la historia de seis millones de judíos que fueron asesinados bajo el nacionalsocialismo. Nos muestra a dónde puede llevar el antisemitismo como ideología de la desigualdad, es decir, a la exclusión, la expulsión y el exterminio», subraya.
Feuchert considera que, desde la primera publicación, cambió la forma de ver a Ana Frank, y que su «iconización» a veces eclipsa al verdadero ser humano, que también estaba lleno de contradicciones.
Sin embargo, son precisamente las asperezas de la joven las que constituyen el punto de contacto para los jóvenes lectores de hoy. «Ana Frank, con sus problemas, los conflictos con su madre y su primer enamoramiento está muy cerca de los adolescentes de hoy», precisa.
«Para los jóvenes, Ana, la adolescente, ofrece un enorme potencial de identificación y acceso para tratar los conflictos contemporáneos», señala también Mendel.
«En su diario, se ocupa del antisemitismo y de diversas formas de exclusión, de cuestiones sobre la guerra y la paz, sobre un mundo mejor, sobre los derechos humanos y la democracia. Estos temas también son de actualidad para los jóvenes de hoy, especialmente en un momento en que hay otra guerra en Europa», destaca.
El pedagogo subraya que el espíritu de lucha de Ana Frank y el mensaje humanista de su diario inspiran a los niños y jóvenes indignados contra la exclusión y la discriminación tanto como a los adultos, que quieren hacer algo para contrarrestar el creciente populismo de derecha.
La controversia en torno a la publicación «The Betrayal of Anne Frank: A Cold Case Investigation» (La traición de Ana Frank: Una investigación a un caso frío) también muestra hasta qué punto el destino de Ana Frank y su familia sigue conmoviendo a la opinión pública.
A principios de año, un ex agente del FBI concluyó que «con un alto grado de probabilidad» un notario judío reveló a los nazis el escondite de los Frank para salvar a su propia familia de los campos de concentración.
Tras profundas críticas y falta de pruebas a esta conclusión por parte de historiadores holandeses, la editorial neerlandesa decidió retirar el libro. La edición prevista para Alemania tampoco fue publicada y, según el editor, está prevista una nueva versión corregida y comentada.
Mendel, en tanto, también considera que esta situación abre un espacio «para discutir la complicidad, la resistencia y la colaboración judía bajo el nacionalsocialismo».
«La historia de Ana Frank también sirve para hablar con los jóvenes sobre estos temas difíciles y transmitirles que el régimen nazi fue un sistema integral de injusticia», señala el director del Centro Educativo en Fráncfort.
dpa