¿Cuántas broncas se quiere comer usted?

Jorge Urbina Ortega

Jorge Urbina

Decía don Pepe, compañero permanente de reflexiones y guía en mucho de nuestro transitar por la política, que “un movimiento político sin un norte claro es solo un grupo de gente con ambición de poder”. Esa es la naturaleza del peligro que asecha a las democracias, incluida la costarricense, esos grupos constituidos por el capital de los poderosos y destinados a manipular voluntades, mediante promesas irrealizables que aglutinen el descontento que atizan mediante los más caros y sofisticados mecanismos de investigación y comunicación social.

Por todas las latitudes en este mundo de noticias falsas, redes sociales y realidades alternativas, los populistas de izquierdas y de derechas inflaman y explotan la insatisfacción ciudadana que existe siempre, en diferente medida, en todas las sociedades. Los populistas confunden a la ciudadanía con promesas que saben tan irrealizables como el muro de Trump, la dividen en bandos irreconciliables y amenazan con romper todas las reglas para alcanzar sus fines; propagan una visión construida para seducir a los incautos, para valerse de la ignorancia y de darle a ellos la oportunidad de alcanzar un poder que bien puede terminar en tragedia, como le sucedió a los Estados Unidos, cuando una multitud azuzada y desbocada tomó el Capitolio para cambiar el resultado de una elección. Los populistas son la mayor amenaza a estabilidad que garantizan la democracia y el cumplimiento de las leyes.

¿Suena conocido? ¡claro! Esa estrategia está presente en nuestro medio, cada vez que Rodrigo Chaves alardea de su decisión de comprarse broncas. ¿Cuántas broncas tendríamos que aguantarnos todos? porque las broncas sociales y políticas trastornan la convivencia y afectan a toda la población. O los enfermos a bordo de ambulancias atrapadas en los bloqueos, ¿no son un problema que nos atañe todos? O es que unas semanas sin clases en las escuelas ¿no afectan a todos los niños y, en el largo plazo, terminan por empobrecer a cualquier país? Para verlo con claridad es que los economistas calculan en dinero, el costo que tienen para los trabajadores, las empresas y el país, los paros, cierres, huelgas y otras perturbaciones al normal funcionamiento de la vida nacional.

Las broncas no se las come solo Superman, ¡nos las tendríamos que comer todos!

¿Se dan cuenta los votantes de lo que significaría darle el poder a quien anuncia su propósito de comprarse broncas desde la Presidencia de la República? Lo que caracteriza a la democracia es el diálogo y la negociación, no las interminables broncas. Pero Rodrigo Chaves ha anunciado con bombos y platillos que, si la Asamblea Legislativa no aprueba sus propuestas, él convocaría referéndums, pese a que la Ley restringe esa posibilidad, cosa que Chaves parece ignorar. La sola realización de varios referéndums, en cualquier mandato presidencial, perturbaría la vida nacional, produciría polarización y conduciría a la división de la ciudadanía alrededor de las pocas cosas que nos separan, en vez de fortalecer todo lo que nos une. Toda nación dividida, perece. Las divisiones exacerbadas, conducen a la inestabilidad y muchas veces a la violencia. Por esa vía se puede destruir en pocos meses, lo que tomó décadas construir.

Pero el mismo Rodrigo Chaves que muy pronto trataría de pasar por encima de la Asamblea Legislativa, donde tendrá la más pequeña fracción parlamentaria oficialista de la historia, se dice deseoso de comprarse también otras broncas. Por ejemplo, quiere arrastrar con él a una parte de la sociedad costarricense a comprarse una bronca con “los vagos en piyamas”, como él calificó a trabajadores de la salud, particularmente personal hospitalario o con los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia a quienes ha señalado como beneficiarios directos del impuesto a los combustibles, lo que, evidentemente, no es cierto. ¿y qué pasará con los medios de comunicación y la libertad de prensa? Chaves ha mostrado hostilidad a algunos medios, cuya falta imperdonable es haber informado a la ciudadanía de los problemas que él tuvo en el Banco Mundial y las sanciones que le fueron impuestas. Imaginémoslo ahora armado de poder y con intención de cobrarles lo que ve como afrentas a su maltrecha inocencia.

Otras broncas que se compraría Chaves, son fácilmente deducibles de lo que él propuso mientras fue Ministro de Hacienda de este gobierno. Por ejemplo, Rodrigo Chaves, el ministro, propuso un impuesto a los salarios superiores a quinientos mil colones y también aumentar el IVA. Esas propuestas atizarían sin duda nuevos altercados sobre acuerdos que son parte del soporte básico de la sociedad costarricense. ¿Tendrá Rodrigo Chaves la intención de comprarse una bronca con amplios sectores sociales de ingreso bajo, para ponerlos a pagar nuevos impuestos? El candidato Chaves dice que no, pero el ex ministro Chaves dijo que sí.

El precio que se paga por la polarización y la división social y política, en cualquier sociedad, es sumamente elevado. Algunos países han perdido la paz y el rumbo de la prosperidad, al caer en conflictos y prolongados periodos de confrontación. Para un gobernante, comprarse broncas no es un buen negocio; para las comunidades tampoco. Las sociedades más exitosas y prósperas no son las que empujadas por sus amarguras, inician broncas que nunca se sabe en qué terminarán. Más bien, son las sociedades que han construido fuertes consensos y pactos sociales que garantizan los derechos y promueven la estabilidad, las que alcanzan mayor éxito y prosperidad. Así lo demuestra el camino histórico de Costa Rica, en el que ha prevalecido diálogo y no las broncas.

Resulta claro que buena parte del éxito de Costa Rica en América Latina, tiene sus raíces en un nivel mucho menor de conflicto a lo largo de su historia, que el que han vivido otras naciones de la región. El progreso de nuestro país se ha fundado en una actitud propensa a la cooperación entre sectores productivos, en la colaboración de sectores sociales e intelectuales. La nuestra no es una democracia cuyos logros se deban poner sobre la ruleta antojadiza de un recién llegado que viene a explotar los naturales descontentos que existen y que se han agravado por las congojas que trajo la inesperada pandemia. Podríamos terminar destruyendo, manipulados por el dinero y la demagogia, lo que tanto ha costado construir.

Decía don Pepe que “el campesino costarricense no se sienta a llorar cuando se le vuelca la carreta. Con más sabiduría que ciencia, con más diligencia que palabras, la para, la desembarreala y sigue. Y bueyes y boyeros se sienten superiores a la adversidad.” Esa es nuestra historia en muy pocas palabras. Frente a las dificultades, los abuelos nos enseñaron a actuar con prudencia, la virtud más importante en un gobernante, y a buscar con inteligencia práctica, la Paz y el bienestar del mayor número.

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Un comentario

  1. Jorge Urbina y su enorme capacidad de análisis, nos pasea con cuidado, por la realidad. Porque no saldremos nunca divididos, confrontados y destruyendo las estructuras que nos dan la oportunidad de seguir sacando adelante al país.

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