La guerra en Ucrania y el fin de la hegemonía occidental

Mauricio Ramírez Núñez

Mauricio Ramírez

El actual conflicto en Europa ha marcado un antes y un después en la transición del sistema internacional hacia la multipolaridad. Dejando de lado toda la campaña mediática orquestada en occidente contra Rusia, especialmente contra el presidente Putin, los hechos concretos de los últimos días muestran una clara ventaja geopolítica de Rusia, frente a un occidente que no hace más que iluminar edificios por las noches como respuesta a las llamadas de ayuda de Ucrania.

Debemos empezar por entender que la geopolítica hoy no es ideológica, eso es parte de las confusiones mentales que occidente aún conserva en su “disco duro” y que los medios reproducen sin ningún sentido de verdad ni mucho menos criterio técnico u objetivo; siguen asimilando que vivimos en Guerra Fría y que Rusia es la Unión Soviética cuyo objetivo es convertir el mundo al comunismo. Nada más distante de la realidad que eso, pero, en fin, aquí no voy a dedicarme a explicar cómo cambió el mundo en 1991.

Lo que si ha quedado muy claro es que el apoyo y protección que EE. UU. y la OTAN ofrecieron a Ucrania desde hace 8 años que empezó este conflicto, con el Maidán y golpe de estado de 2014, quedaron en meras palabras, lo cual demuestra una vez más, que el interés real no es para nada salvaguardar la seguridad de Ucrania, sino cercar militarmente a Rusia en todas sus fronteras occidentales, con el fin de evitar su supuesta expansión, que, en realidad, no es más que su desarrollo como potencia mundial. Como si unos si tuviesen derecho y otros no.

En un famoso texto del estratega norteamericano Zbigniew Brezezinski, llamado “El gran tablero mundial; la supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos”, explica abiertamente que “la principal geoestrategia de EE. UU. en Europa se puede resumir en pocas palabras: consiste en consolidar, a través de una asociación transatlántica más genuina, la cabeza de puente estadounidense en el continente euroasiático para que una Europa en expansión pueda convertirse en un trampolín más viable para proyectar en Euroasia el orden internacional democrático y cooperativo”.

Claros estamos sobre a qué se refiere el autor cuando habla de un mundo democrático y cooperativo, pues este libro fue publicado en el año de 1997, basta recordar las actuaciones de occidente en los último 20 años (Libia, Irak, Afganistán, Yemen) para tener un ejemplo en cómo se traduce ese “mundo en expansión”. Pero no solo eso, en otra página advierte que: “Ucrania debería estar preparado para entrar en negociaciones serias tanto con la Unión Europea como con la OTAN, en algún momento entre el 2005 y el 2010, especialmente si para ese entonces ha hecho progresos significativos en sus reformas internas y ha conseguido ser identificada más fácilmente como un país centroeuropeo”. Entiéndase, anti-ruso.

Ahora bien, veamos hechos concretos que se han presentado desde el 2004 en ese país y que coincide con las líneas geopolíticas y fechas que este estratega planteó desde el año de 1997 para esta región tan importante y en disputa entre la civilización del mar (occidente) y la civilización de la tierra (Rusia).

  • 2004-2005; “revolución naranja” en Ucrania, protestas y hechos políticos muy fuertes debido a los resultados de las elecciones en ese país, mismos que fueron cuestionados por temas de corrupción, fraude y otra serie de denuncias por lo que se tuvo que dar una segunda ronda donde ganó el candidato Viktor Yúschenko, de corte anti-ruso y pro-occidente, nacionalista. A partir de ahí, plantea el analista geopolítico Alexander Dugin: “Ucrania toma una posición firme anti-rusa, empezó a contrarrestar activamente cualquier iniciativa de Rusia en el espacio post-soviético, atacando al idioma ruso y tratando de reescribir la historia, representando a los ucranianos como un pueblo conquistado por los rusos”.
  • 2010; Viktor Yanukóvich se presenta a las elecciones ucranianas y las gana limpiamente, con basto apoyo de la población. Yanukóvich fue gobernador de Donetsk entre 1997 y 2002, y primer ministro de Ucrania en dos ocasiones. Sus posturas eran más cercanas a Rusia.
  • 2014; se da el golpe de estado contra Yanukóvich, llamado el Euromaidán, debido a la suspensión del acuerdo al ingreso de ese país a la Unión Europea. A través de grupos paramilitares y pronazis, se desarrolla un conflicto interno que deja cientos de muertos y un país sin gobierno, con un caos no controlado y con la región del Donbass pidiendo su independencia y separación de Ucrania. Frente a esta situación y la insistencia de parte de EE. UU. de hacer ingresar a Ucrania a la OTAN, Rusia realiza un referéndum en Crimea donde la mayoría de la población decide anexionarse nuevamente a Rusia, como desde 1783 había sido parte de ese país.
  • 2018; la principal capital del oeste de Ucrania aprobó una moción para prohibir libros, películas y canciones en el idioma ruso, fomentando el ultranacionalismo basado en la figura del nazi ucraniano Stephan Bandera.
  • 2019; la Iglesia ortodoxa de Ucrania se independiza oficialmente de Rusia, rompiendo así una relación de siglos y ampliando el sentimiento rusófobo en la población ucraniana, incrementando las contradicciones geopolíticas, en un claro acto de provocación y acercamiento al eje atlantista.

Todas estas son solamente algunas de las razones que han venido calando y generando las tensiones que desembocaron en la guerra que vivimos hoy y que, desde luego, como toda guerra, es algo completamente atroz que no se desea de ninguna manera. No obstante, también tenemos que claro que cada vez que hay un reacomodo geopolítico de gran escala en el mundo, es inevitable que conflictos de este tipo se den, pues la lucha por el poder nunca deja espacio vacío.

Como lo han dicho analistas y políticos, los quinientos años de dominio de occidente sobre el mundo se han acabado, como todo parto es doloroso, la historia y la transición del poder en el mundo también lo es. El fin de la hegemonía occidental ha llegado y una nueva serie de potencias con intereses muy concretos surgen de forma inevitable al escenario de las relaciones internacionales. Este y muy probablemente otros siglos por venir serán de Asia, y Europa lo empieza a tener claro, al dejar en evidencia que no está en disposición de poner un solo muerto por una guerra, donde ellos no tienen nada que ganar y donde pelear con Rusia no es una opción para la comunidad europea. Esto hará salir a Putin victorioso de dicho conflicto.

Mapa

El mapa sobre la seguridad europea que desarrolló Brezezinski, que comparto a continuación, refleja la importancia de esos países encerrados en un círculo para la hegemonía norteamericana en Europa, como podemos ver todos son parte de la OTAN, el único que falta solamente es Ucrania. Precisamente esto es una de las exigencias de Rusia para el cese del conflicto, pues ingresar a Ucrania a la OTAN y poner escudos antimisiles con capacidad también de ataque en ese país, es el equivalente a que Rusia pusiera escudos antimisiles y bases militares en México o Cuba (como en la crisis del 62).

Este es un tema muy complejo que nos obliga a analizar el mundo desde una perspectiva más pragmática y menos ideológica, la realidad se mueve, nuevos actores tienen un gran peso y deben ser respetados sus intereses, China es un ejemplo muy claro de ello en Asia. El mundo de los negocios llegó para quedarse, las disputas geopolíticas son un claro reflejo de ese gran reacomodo de intereses, mercados y recursos naturales, y antes de tomar postura o seguir lo que dicen los medios de comunicación sesgados, hay que volver a la historia, los libros y al análisis.

Académico.

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