En las bodegas subterráneas de Moldavia aguardan los vinos de Merkel

Por Hannah Wagner (dpa)

dpa
En la bodega estatal moldava Cricova se encuentra almacenada la pequeña colección de botellas de vino donadas por el Gobierno de Moldavia a la canciller alemana Angela Merkel en ocasión de su visita de Estado de 2012. Foto: Hannah Wagner/dpa

Uno de los mayores orgullos de la pequeña república de Moldavia se encuentra bajo tierra, en una profundidad de hasta cien metros.

En los alrededores de la capital moldava, Chisinau, se extiende un vasto complejo subterráneo de túneles con vino, que parecen pequeñas ciudades.

Los túneles de la bodega estatal de Cricova, por ejemplo, se despliegan en forma de laberinto por una antigua mina de piedra caliza a lo largo de 120 kilómetros.

En las paredes hay carteles con los nombres de los túneles: «Calle Cabernet» o «Calle Sauvignon» y a cada lado de la calle se encuentran los barriles y botellas que almacenan el vino, el espumante y otras bebidas alcohólicas.

Los visitantes son conducidos en coches eléctricos rojos a través del frío submundo, donde las temperaturas nunca ascienden a más de 14 grados. Como en cualquier ciudad, en las intersecciones hay semáforos y señales de tránsito.

El tesoro de la bodega fundada en 1952 son las colecciones de vinos muy distinguidos, que están almacenados en estanterías especiales llamadas «casa».

Delante de la «casa número 283» hay una pequeña bandera de Alemania. Aquí se almacenan varias decenas de botellas que la canciller alemana Angela Merkel recibió del Gobierno moldavo como muestra de reconocimiento durante una visita de Estado en 2012.

Antes de Merkel, ningún jefe de Gobierno alemán había visitado la ex república soviética, que solo aparece en los medios de comunicación occidentales en escasas ocasiones.

Además de Merkel, otros invitados también tienen su propia colección de vinos en Cricova, entre ellos, el presidente ruso, Vladimir Putin, y el ex secretario de Estado norteamericano John Kerry.

Durante las visitas está prohibido tocar la mercadería, ya que incluso la capa de polvo en las botellas es valiosa.

La bodega estatal está especialmente orgullosa de la que según dicen es la última botella de vino de Pascua Mogit David, un vino tinto de Jerusalén de 1902, que lógicamente no está a la venta. También se guarda aquí una colección del criminal de guerra nazi Hermann Göring, que los soldados del Ejército Rojo llevaron a la Unión Soviética tras la victoria sobre la Alemania de Hitler.

Los vinos moldavos aún siguen siendo bastante desconocidos entre los amantes del vino en Europa occidental, a diferencia de los países orientales, donde gozan de gran popularidad.

Durante la época soviética, la república, que entonces se llamaba solamente Moldavia, era el mayor productor de vino. Después de 1960 se produjo allí una de cada dos botellas de vino soviético y una de cada tres de vinos espumosos.

Al parecer también al cosmonauta Yuri Gagarin le gustó tanto Cricova, que en 1966 celebró una fiesta en las bodegas que duró dos días.

Pero los tiempos han cambiado. Tras el colapso de la Unión Soviética y dependiendo del jefe de Estado de turno, Moldavia se orientó repetidamente hacia Europa occidental. También la presidenta actual Maia Sandu, elegida el año pasado, sigue un rumbo prooccidental.

En 2006, en vista de la disputa por la región prorrusa de Transnistria, que se había separado de Moldavia, Rusia prohibió la importación de productos vitivinícolas moldavos, lo que generó un duro golpe para la industria vinícola y para toda la economía del país, de por sí empobrecido.

Entretanto, Moscú ha vuelto a levantar las sanciones, pero los tiempos en los que el 80 por ciento de las exportaciones de vino de Moldavia iban a Rusia han quedado atrás.

Durante la visita a las bodegas, la guía explica que en vista del embargo, la bodega estatal Cricova se ha volcado más hacia el oeste. «Muchos de nuestros vinos van ahora a Rumania, Polonia y Bielorrusia», señala.

La guía destaca que la crisis también fue una oportunidad para entrar en otros mercados. «Nos vimos obligados a mejorar aún más la calidad de nuestros vinos», dijo en referencia al mercado europeo y a la competencia de grandes naciones vinícolas como Francia y Alemania. Cricova está especialmente orgullosa de su vino espumoso, que se produce en parte según el método del champenoise.

De acuerdo con datos oficiales, en 2020 Rusia ocupó el segundo lugar en la lista de exportaciones de vino de Moldavia detrás de Rumania y delante de Polonia, la República Checa y Bielorrusia.

La guerra del vino con Rusia también afectó a Milestii Mici, que según el Libro Guinness de los Récords es la mayor bodega del mundo. En 2005 se almacenaban allí 1,5 millones de botellas.

Según un empleado de la bodega, que se encuentra entre idílicos viñedos a unos 16 kilómetros al sur de Chisinau, una gran parte de los productos se exporta actualmente a China.

Una portavoz de la Cancillería germana comunicó que Merkel aún no ha tomado posesión de su provisión de vino en Cricova. Es costumbre que las botellas de vino «se guarden en las bodegas locales hasta nuevo aviso», aclaró la funcionaria.

dpa

Revise también

dpa

«La montaña mágica», obra cumbre de Thomas Mann, cumple 100 años

Por Klaus Blume (dpa) Lübeck (Alemania), 17 nov (dpa) – La novela más famosa del …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *