En entrevista con la VOA, el escritor Sergio Ramírez conversó sobre el reciente libro que aborda la crisis política de abril de 2018 en Nicaragua. Aseguró que durante la dictadura de Somoza no fue censurada su obra.
MANAGUA — Antes de ser acusado por la fiscalía de Nicaragua de “incitar al odio”, ya estaba retenido en la aduana el libro “Tongolele no sabía bailar”, del escritor y exvicepresidente Sergio Ramírez.
La medida, según Ramírez, fue ordenada por el gobierno de Daniel Ortega debido a que el libro ha despertado la curiosidad de los nicaragüenses por su contenido. El escritor y excompañero de lucha de Ortega sostiene que le exigieron a la editorial que presentara un resumen de la novela, en medio de la preocupación de que el texto pudo haber «llegado límites nunca antes vistos”.
Ramírez lo describe como “una represión a su libertad de creación literaria” y a su vez una violación al convenio mundial sobre los libros firmado por Nicaragua en la UNESCO.
En una entrevista con la Voz de América, Ramírez rechazó las acusaciones del gobierno de Ortega en su contra y las considera “como una broma macabra”, pero a la vez señala que “le honra” haber sido incluido en la lista de personas acusadas, entre las cuales hay algunas que aprecia muchísimo.
Ramírez habló también de su libro, sus personajes y lo que hará tras haber sido acusado.
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VOA: ¿Cómo recibe usted las acusaciones de la fiscalía nicaragüense en su contra?
Ramírez: Esto es una broma triste, una broma macabra. Estas acusaciones se están aplicando como en un catálogo, lo mismo que le han aplicado a tantos nicaragüenses honestos, serios, honrados, que quieren una Nicaragua distinta y que por eso están en las cárceles, todos ellos enflaquecidos, aislados, sin medicamentos. Solamente por reclamar democracia y por oponerse a la dictadura de la familia Ortega. Ese ha sido todo su delito. Por eso están pagando caro. A mí me honra mucho que me metan en esa lista de gente con cargos, entre comillas, “criminales”, donde hay gente que yo aprecio muchísimo, como Violeta Granera, como José Pallais, como Pedro Joaquín Chamorro, como Dora María Téllez, Víctor Hugo Tinoco, Hugo Torres, como Medardo Mairena. En fin, no hago la lista completa; todos los que están presos arbitrariamente.
VOA: ¿Qué estaba haciendo cuando recibió esa noticia?
Ramírez: Yo tenía cierta prevención porque ya tenía la noticia de que mi última novela, “Tongolele no sabía bailar”, que versa sobre los acontecimientos de abril de 2018, estaba retenida en la aduana y no la dejaban pasar. Ridículamente, las autoridades de aduanas, que solo obedecen instrucciones de arriba, le habían exigido a la editorial que les presentara un resumen de la novela, una cosa totalmente absurda. El convenio mundial sobre los libros firmado por Nicaragua en la UNESCO establece la libertad absoluta de circulación de los libros. Pero bueno, en Nicaragua no hay respeto ni por leyes ni por convenios. Eso me entrevino a mí de que hay una rabia contenida contra de este libro que se llega a traducir contra su autor y esto ocurrió. A mí me metieron en una lista de represión política, sabiendo ellos que yo no tengo actividades políticas, organizativas, ni pertenezco a ningún partido, y me están reprimiendo como escritor, están reprimiendo mi libertad de expresión, están reprimiendo mi libertad de palabra. Yo tengo que verlo, ¿no? Es una agresión a la libertad de creación literaria y a la propia imaginación por parte de gente que no tiene ninguna imaginación.
VOA: ¿Se da por aludida la pareja presidencial de Nicaragua con su libro? ¿Por qué prohibirlo?
Ramírez: Ellos no son personajes del libro. Los personajes del libro son subalternos suyos. Por un lado, Tongolele, el jefe de la represión, que quien lea la novela se dará cuenta que es un personaje dramático que termina pagando sus culpas, que cree en la vieja idea de la revolución de los años ochenta y que la defiende y está dispuesto a cualquier cosa por defenderla, y por otro lado, el inspector Dolores Morales, que también fue guerrillero al igual que Tongolele, está fuera de ese círculo y es muy crítico con lo que está ocurriendo. Pero esta es una novela de policías, una novela negra, una novela sobre la realidad de Nicaragua y una novela picaresca. No es un alegato político. Solo el que lee mal, o que no sabe leer, puede leer esta novela como un alegato político. Es una novela que pone a la imaginación en función de la realidad de Nicaragua porque no vivimos en Marte, vivimos en un país que se llama Nicaragua, donde ocurrieron hechos atroces desde abril, que entran en el caudal de la novela.
VOA: ¿Se imaginó que podría ocurrir algo así?
Ramírez: Pues, desde que me llamaron a la fiscalía, arbitrariamente también, a declarar en el caso de Cristiana Chamorro y el fiscal no me hizo ninguna pregunta substancial, aunque yo iba preparado con todos mis papeles a responder por las relaciones de cooperación que mi Fundación Luisa Mercado, que lleva el nombre de mi madre, tenía con la Fundación Violeta Chamorro, para organizar seminarios de periodismo con la Fundación Gabriel García Márquez en un triángulo de fundaciones que llevaron adelante talleres de periodismo con maestros como Jon Lee Anderson y otros grandes periodistas de América Latina, y llevar adelante el mejoramiento profesional de los periodistas jóvenes y enseñarles lo que es el verdadero periodismo, pero eso en Nicaragua es un delito. El periodismo es un delito. Lo podemos ver con la cantidad de periodistas que han tenido que salir huyendo por veredas, como podemos ver con el cierre del diario La Prensa. Cuando me anunciaron que estaba retenida mi novela, sólo me acordé del papel de La Prensa. Nunca les decían ni sí ni no, pero les retuvieron el papel hasta que el periódico cerró. Yo pensé, ¿va a pasar lo mismo con mi novela? Nunca van a decir ni sí ni no, pero no la van a entregar a los libreros.
VOA: ¿Desde cuándo está retenida su novela?
Ramírez: Lleva por lo menos dos semanas.
VOA: ¿Ha habido algún tipo de precedente en donde le retuvieran algún libro?
Ramírez: Nunca mis libros durante el somocismo fueron reprimidos. El único libro que yo recuerdo que Somoza me retuvo, pero que me terminó autorizando, fue el libro Sandino, que yo edité en Costa Rica. Pero lo dejaron entrar y circuló, de manera que es también un hito en la historia de Nicaragua. Es el primer libro prohibido.
VOA: ¿Le aterroriza a Ortega que los nicaragüenses se identifiquen con su nuevo libro a como ocurre con algunas personas con Rebelión en la granja de George Orwell?
Ramírez: Yo creo a estas alturas ya sabe todo el mundo cómo va a quedar cada quien en la historia. Mi papel en la historia de Nicaragua, si es que tengo alguno, va a ser de un escritor que luchó por las palabras, que luchó por la libertad. Me parece que el papel de Ortega va a ser el de un dictador más, y la historia poco se acuerda de los dictadores, más que como personajes de novela.
VOA: ¿Va a inspirarse en esta vivencia para escribir a un personaje que se acople a Ortega, quien según sus críticos, en muchos aspectos supera a Somoza?
Ramírez: No sé qué clase de personaje me va a dar él en el futuro, pero, por el momento, ya tengo mi menú de personajes abierto y el entorno seguirá hablando. No sé cuál será su próximo episodio. Dependerá de cómo se resuelva la historia de Nicaragua, que en estos momentos está pendiente. Yo espero que se resuelva para bien.
VOA: ¿Qué va a hacer actualmente?
Ramírez: De ahora en adelante, voy a continuar en el exilio. Yo tengo mi programa de escritor. Voy a viajar a España a presentar mi libro el 16 (de septiembre) en Madrid, pero antes tengo un encuentro, una mesa con Mario Vargas Llosa en la Casa de América en Madrid. Después tengo que viajar a otras ciudades de España además de Madrid. También a Alemania, Francia e Inglaterra y me sigo ocupando de mi vida de escritor.
VOA: ¿Teme por sus libros que quedaron en Nicaragua?
Ramírez: Pues no han allanado mi casa, han anunciado que hay una orden judicial para allanar mi casa pero, claro, es mi vida la que está ahí. Son cerca de 8.000 libros que he coleccionado a lo largo de mi vida y están ahí a merced del árbitro. Pues, dichosamente yo tengo un enorme cariño por mis libros pero nunca he luchado por la posesión de bienes materiales, sino por mi vida espiritual, por mi vida intelectual de escritor, de creador, de manera que me dolerá mucho perder mis libros, si los pierdo, pero seguiremos adelante.
Voz de América