Sergio Erick Ardón
He tenido a Rolando Araya, como una persona ilustrada, seguro menos de lo que él se cree. He gozado de su amistad. Él ha estado en mi casa y yo he estado en la casa de él. Hemos compartido muchas veces, con sobrados puntos de coincidencia.El hecho de que dos de sus hermanos Negro y Johnny, hayan militado en el MRP, junto a nosotros, y que esa militancia haya sido respetada, nos acercó, tanto como que alguna vez nos participó de su decisión de romper con el PLN y lanzar su candidatura. Entonces nos pedía apoyo para un proyecto de transformación progresista.
Esa vez le dijimos que, «del dicho al hecho, siempre ha habido un buen trecho».
Esto porque Rolando no nos ofrecía toda confianza. Sus muchos vaivenes, su falta de fortaleza de carácter, esa escuela liberacionista en que él se había formado, tan dada a la politiquería y al aprovechamiento, las veíamos aflorar en su conducta política.
Después de esa ocasión terminó de candidato de Liberación. Supimos que su tío Luis Alberto lo hizo recapacitar.
La verdad es que en lo personal le tengo aprecio, y me inclino a pensar que es un hombre de bien, con sus fallas si, acumuladas en esa vida de político de plantilla, pero esencialmente un hombre de bien. Esto no me obnubila.
Lo hemos visto ir y venir, con un objetivo que parece ser una fijación existencial. Rolando quiere ser presidente. Siempre lo ha querido. Y eso siendo un estorbo, no está del todo mal. A menos que se convierta en obsesión y determine conductas y alianzas estrujantes. Un fin en si mismo.
Volvió a Liberación, pidió perdón por su salida, se comprometió a respetar las reglas. El «cucarachero» y el partido de «los riñas», pasó a ser de nuevo el partido de la esperanza.
Figueres lo derrotó, le pidió el espacio que lo mantuviera vigente, no se lo consintieron.
Entonces de nuevo Rolando Araya se va en pos de su sueño de siempre.
Encuentra acomodo en un partido de extrema derecha, que encabeza un personaje pintoresco, Dragos Donalescu, hombre dedicado a defender las tesis más reaccionarias del escenario político nacional y también del regional.
«Rolando ha perdido el tino», es lo primero que pensé. Luego he reflexionado y para explicarme esta insólita maniobra politiquera, he concluido que no. No es eso. Es que Rolando quiere ser presidente, y eso, ya no cabe dudas, se ha convertido en obsesión.
Y entonces, cuando las cosas alcanzan ese estadio, cualquier cosa puede suceder.
No hay ideales, ni principios, ni escrúpulos que se tengan.
Tomado de Facebook
Sergio, he sido amigo de Rolando por cuarenta años; lo he acompañé en sus intentos dentro de Liberación y ahora leyéndote, no puedo quitar ni agregar una coma a tu texto. Refleja la realidad y da vida a la máxima que se le presta a los griegos, “el carácter es el destino”.
Si convertirse en difusor de ideas new age es ser culto, pues lo será. A mí me parece político de pacotilla, en el PLN o fuera de él. Es decir, un señor mediocre con ínfulas. Es típico representante de una capa de políticos que, desafortunadamente, no tienen visos de extinguirse, como sí lo tienen los partidos en los que han pululado toda la vida. Lo que es extraño es como siguen teniendo credibilidad entre alguna gente. Yo diría que habría que aconsejarle, aunque no va a hacer caso, que siga pontificado ocurrencias en su programita de radio, y dando cursos de «coaching» para incautos. Ahí, por lo menos, el daño que hace está más acotado.
Puntualicemos. En el último caso… puede ser perico de los palotes… pero en partidos en mantequilla, sin equipos de estudios y con el ombligo aún sin sanar… escisión de otros, los cuales también son divisiones de otros que no tienen ni diez años… es una irresponsabilidad cívica el elegirles. Un Oduberista y Mongista montado en una panga del ultracalderonismo… seamos serios.
100% de acuerdo. Rolando no sabe para donde va ni que quiere en su desesperado sueño presidencial.
Muy atinado comentario. Coincido en lo medular. Lo politiquero no se deja de repente; es una pena porque algunas propuestas de Rolando son ciertamente interesantes y necesarias en el caos que vivimos en el país y el mundo; pero esa alianza con un loco de derecha deja mucho que desear…