Discurso del triunfo en la Convención Nacional del Partido Liberación Nacional.
José María Figueres Olsen
Casa Liberacionista
6 de junio de 2021
¡Infinitas gracias costarricenses! Por su confianza. Su entusiasmo. Su participación. Gracias por creer en el porvenir de la patria. En los valores democráticos que nos unen. Y los ideales que dan vida al Partido Liberación Nacional.
A los estimables compañeros, Rolando González, Antonio Alvarez, Fernando Zamora y Guillermo Constenla, que se unieron a esta causa, así como a los apreciados Carlos Ricardo Benavides, Claudio Alpízar, Roberto Thompson y Rolando Araya, personas que también aman a Costa Rica, y que participaron conmigo en esta ejemplar gesta cívica, a ellos les manifiesto mi admiración y reconocimiento, por sus ideas y su contribución al engrandecimiento del partido y de la democracia. Los invito a sumar fuerzas, a integrarse de lleno en nuestra campaña por el rescate de Costa Rica, la causa que nos une y nos inspira.
Agradezco de corazón a cada persona que, con desprendimiento y generosidad, trabajó sin descanso en este proceso electoral. Mi honda gratitud al equipo de campaña, y a la dirigencia que trabajó para motivar la participación de la familia liberacionista. Y por supuesto mi agradecimiento especial a cada persona que depositó en este servidor, su confianza para liderar la transformación de Costa Rica.
Reconozco también la valentía de la Asamblea Nacional, del Comité Ejecutivo y del Directorio Político del partido, por su acertada decisión de realizar las elecciones este domingo, siguiendo los más estrictos protocolos sanitarios aprobados por el Ministerio de Salud. Demostraron que el sufragio se puede ejercer en tiempos de pandemia, siempre y cuando se cuide con esmero la salud de las personas. Asimismo, felicito al Tribunal de Elecciones Internas por una excelente jornada electoral.
A mi esposa Cinthya y a su hija Melisa, a mis hijos, José María y Eugenia, a mi nieto José María y hasta a Laica, les debo muchísimo. Su apoyo incondicional y entusiasta en todo el proceso, y su incesante amor que me sustenta, son fuente de fortaleza espiritual, inyección de ánimo y energía ante los avatares de la política.
La elección del 6 de febrero de 2022 no es una elección más. Está en juego algo mucho más grande que la Presidencia de la República. Está en juego el rescate de la patria, la reconstrucción de una sociedad devastada por la pandemia, la improvisación y la falta de rumbo. Vivimos la mayor debacle social y económica de los últimos cuarenta años. Un millón y medio de costarricenses en pobreza, casi un millón trabajando en la informalidad, más de cuatrocientos mil sin empleo, y miles de empresas cerradas. Un Estado quebrado, ineficiente y obstaculizador, a pesar del arduo esfuerzo que realizan la mayoría de los empleados públicos. Un sistema de seguridad social exhausto en lo humano y lo financiero. Una educación en ruinas, con una generación completa de niños y jóvenes que llevan casi cuatro años aprendiendo a medias. Una distribución inaceptable de ingresos, que nos convierte en una de las sociedades más desiguales del mundo, hecho que me duele profundamente. Un país amedrentado por el narcotráfico y el crimen organizado, cuyos tentáculos se mueven libremente por los pasillos del poder. Nos encontramos divididos por nuestras creencias religiosas o nuestras preferencias sexuales, un pueblo menos tolerante y menos comprensivo del prójimo. Esta es dolorosamente la Costa Rica de hoy, una Costa Rica que urge cambiar, que urge curar.
Por eso la elección de febrero de 2022 es trascendental. Tenemos el deber histórico de ofrecer soluciones innovadoras, inclusivas y valientes. Ocupamos al mejor equipo de mujeres y hombres al frente de una cruzada nacional para ganar y transformar. Para ganar la competencia de talento, creatividad e innovación. Para ganar la lucha contra la inequidad, la exclusión y la pobreza. Para ganar la batalla contra el cambio climático. Para transformar el temor en esperanza, el desaliento en optimismo. Para retomar la senda del desarrollo con equidad.
Hay una frase, de Isaac Felipe Azofeifa, que sintetiza magistralmente el momento que vive hoy Costa Rica: “De veras, hijo, ya todas las estrellas han partido. Pero nunca se pone más oscuro que cuando va a amanecer”. De las crisis más profundas, Costa Rica siempre ha sacado fuerzas para dar los saltos más grandes hacia adelante. Nuestra historia así lo confirma. Después de la crisis de los 40 experimentamos treinta años de robusto crecimiento y progreso social, gracias a las valientes reformas de aquella época. Después de la crisis de los 80 fuimos capaces de acelerar reformas para profundizar la inserción de Costa Rica en la economía internacional. De la presente crisis saldremos también fortalecidos.
¿Por qué me siento tan seguro de un futuro muy positivo para Costa Rica? Porque tengo confianza absoluta en las capacidades y el temple de ustedes, compatriotas. Además, porque tengo años de trabajar en el ámbito internacional, estudiando lo que hacen las naciones exitosas y comprendiendo las grandes tendencias imperantes afuera. El mundo está cambiando muy rápidamente. Extraordinarias oportunidades se abren para nuestro país.
La revolución tecnológica, el cambio climático y la transición demográfica, desencadenaron grandes transformaciones en la forma de vivir, consumir y producir. En este nuevo mundo, Costa Rica tiene condiciones excepcionales para ganar. En 200 años de vida independiente, varias generaciones de costarricenses lucharon con determinación por anhelos compartidos: la libertad, la justicia, la solidaridad, la educación, la cultura, el progreso material, la inclusión y la protección de nuestro planeta. Esta vía costarricense al desarrollo nos da una sólida base para construir la plataforma de despegue hacia un futuro mejor.
Sin embargo, el éxito no es producto del azar, es el fruto de una visión clara y del trabajo tenaz. Eso es lo que ofrezco queridas amigas y amigos. Forjar una visión compartida de futuro, y unir las mejores mentes y voluntades en torno a un proyecto ambicioso para asegurar la recuperación nacional, con la persona, las familias y la comunidad como protagonistas. Nuestra misión será contribuir al bien-vivir de las personas en nuestra patria. Trabajar sin descanso para ampliar las capacidades y las alternativas de cada persona, para aspirar a una vida más plena, una vida en equilibrio consigo mismo, los demás y la naturaleza.
El bien-vivir no es una utopía. Es nuestro más sentido anhelo y nuestro firme compromiso con el pueblo de Costa Rica.
Bien-vivir es tener casa digna para la familia, con servicios de calidad, y con internet de banda ancha para conectarse al mundo.
Es tener acceso a una educación que prepara no solo para el trabajo, sino para la vida, facilitando a cada persona alcanzar su máximo potencial. Es comprender los desafíos como parte de la vida, y desarrollar el temple para superarlos.
Bien-vivir es alimentar el espíritu con los frutos de la cultura y las artes, para trascender las necesidades básicas y disfrutar a plenitud de nuestra condición humana.
Es vivir de forma saludable, y con un sistema de seguridad social solidario y eficiente, capaz de velar por nosotros en todas las etapas de nuestras vidas.
Bien-vivir es tener empleo de calidad, bien pagado, con derechos laborales y protección social.
Es vivir sin miedo, vivir sin rejas en la casa. En comunidades seguras, luminosas, y limpias, con árboles y espacios para el deporte y la recreación.
Bien-vivir es ser libres para soñar y emprender, para transformar nuestras ideas en empresas exitosas y sostenibles
Bien-vivir es también cuidar nuestra parte del planeta, con amor y devoción, como se cuida lo más querido.
Es contar con sistemas modernos e integrados de movilidad, desde ferrocarriles hasta ciclo vías, utilizando solo energías limpias.
Bien-vivir es ser solidario con las personas que más nos necesitan, es involucrarse en la comunidad y sumarse a las causas nobles que procuran el mejoramiento de la colectividad.
Es pagar lo que nos corresponde al Estado, exigiendo a cambio servicios eficientes y de calidad.
Bien-vivir es también actuar con ética, en lo público y lo privado, combatiendo sin reparos la corrupción.
Es respetar todos los derechos de las personas, las creencias y las preferencias de los demás, convencidos que el respeto cambia la vida y que esos derechos son irreversibles.
Bien-vivir es reconocer la invaluable contribución de la mujer al bienestar colectivo y garantizarle las oportunidades y los derechos que merecen.
El bien-vivir es nuestro norte, la estrella que guiará nuestras decisiones y nuestras acciones. Esta es mi promesa solemne al pueblo de Costa Rica esta noche.
Esta será la misión del próximo gobierno de Costa Rica.