Pizarrón
Vladimir de la Cruz
vladimirdelacruz@hotmail.com
Tampoco ninguno de sus diputados se vislumbra como un gran candidato, atrayente para “masas” electorales, que al menos signifiquen un 20% del electorado o de simpatía pública, que haya surgido de esas lides parlamentarias. Al contrario, han mantenido posiciones muy conservadoras, y uno de sus principales diputados, y también aspirante a la candidatura presidencial de ese partido, por todo lado pregona la necesidad de impulsar a la Unidad Social Cristiana en las próximas elecciones como una fuerza política de derecha.
La realidad política demuestra que en las últimas dos elecciones a la Unidad Social Cristiana la salvó la candidatura del Dr. Rodolfo Piza Rocafort. Los hechos nos recuerdan como en vísperas del cierre de inscripción de candidaturas, ante el Tribunal Supremo de Elecciones, en la elección del 2014, quien era el candidato de ese partido se retiró en el último instante, casi a punto de dejar por fuera su participación, la del Partido, la que la salvó Rodolfo Piza que era candidato a la Vicepresidencia, quien asumió la responsabilidad de la campaña, con decoro, y buen suceso para las circunstancias. Ese retiro pareció una jugada perversa para dejar a la Unidad Social Cristiana si participación alguna, haciéndole el juego a quien sabe cuál fuerza electoral de ese momento.
En la campaña electoral del 2018 de nuevo jugó Rodolfo Piza como candidato presidencial de la Unidad Social Cristiana mejorando su resultado, en comparación con la elección del 2014, y surgiendo en ese momento como un gran líder dentro de esa organización, y ya con mejor proyección nacional, con posibilidades de una tercera candidatura, en el 2022, a la que tácitamente ha renunciado.
En la Historia de los partidos políticos de Costa Rica, y vale prácticamente para todos los partidos principales, desde la izquierda hasta la derecha, en todas sus formas y matices, los altos dirigentes de esos partidos, eran personas que ejercían un nivel de liderazgo, casi incuestionable, que gozaban de confianza y de lealtad partidaria, y nacional, con capacidad de hablar, de tomar decisiones a nombre de sus partidos, y de llegar a acuerdos políticos por su condición de altos dirigentes partidarios, cuyas direcciones colectivas, en los partidos, generalmente avalaban y concertaban. No se veían disidencias sobre lo acordado por estos altos dirigentes.
En los partidos en que existían Comités Políticos, Direcciones Políticas colectivas, hechas las discusiones de rigor, sus puntos de vista eran expresados por esos dirigentes políticos, que generalmente eran los Secretarios Generales de los Partidos y en ocasiones sus Presidentes.
La estructura de organizativa de esos partidos hacía que hubiera otros líderes importantes, igualmente relevantes, reconocidos, de trayectoria histórica en sus partidos, con influencia pública, y con credibilidad.
La situación política surgida en la primera ronda electoral de las elecciones del 2018, que sorprendió a todo mundo, a todas las fuerzas electorales, que desplazó del escenario de posibilidad de gobierno a Liberación Nacional y a la Unidad Social Cristiana, impuso las alianzas fácticas naturales que se produjeron hacia la segunda ronda. No olvidemos lo sucedido. Liberación Nacional salió corriendo a darle apoyo a Fabricio Alvarado, con su equipo económicos y sus principales economistas. La mayor cantidad de dirigentes reconocidos de la Unidad Social Cristiana hicieron lo mismo. De piernas abiertas se fueron a apoyar a Fabricio y a sus hermanos pentecostales. Solo Rodolfo Piza tuvo la visión de apoyar a Carlos Alvarado, en esa coyuntura. El apoyo lo comunicó y lo gestionó, a los principales miembros de ese Partido y a su Comité Político, sin lograr solidaridad partidaria. Asumió solo esa tarea y con él se allegaron los miembros de su equipo económico para apoyar esa Unidad, que culminó en la forma del Gobierno de Unidad Nacional, sin que significara una coalición política ni resultado de acuerdos políticos de los partidos que se incorporaron con Ministros en el actual gobierno. Así tenemos en Gobierno de estos últimos tres años.
Ante las nuevas elecciones, el personaje más importante que tiene la Unidad Social Cristiana, de trascendencia nacional, por haber sido Diputado, Ministro y Presidente de la República, Secretario General de la OEA, por su presencia en el actual escenario nacional como analista, articulista de diversos medios de comunicación, por su capacidad intelectual, por sus opiniones, que pueden o no compartirse, con evidente experiencia organizativa y partidaria, y con gran olfato político, había llamado la atención al Partido Unidad Social Cristiana de que impulsaran una coalición política hacia las próxima elecciones. Insistió en esta tesis. Hizo que la Asamblea Nacional de su Partido atendiera su propuesta y la Asamblea la rechazó, echando por la borda cualquier intento de coalición posible, lo que significó que van solos a la próxima campaña nacional.
El acuerdo de la Asamblea es como si se hubieran pegado un tiro, como si se hubieran suicidado. Lo inteligente estaba en haber tomado la palabra de Miguel Ángel Rodríguez y hubieran acordado una política general, haber autorizado a las Autoridades del Partido, a su Comité Político, a sus principales dirigentes formales para llevar a cabo o participar en cualquier reunión o esfuerzo político que se hiciera en la dirección de lograr una Coalición Política. Esto es lo que mejor hubiera sido acordado.
En las tiendas del Partido de Rafael Ángel Calderón, donde él sí es el líder principal, sí se impulsa la posibilidad de una Coalición Política “centro humanista”, como me parece la ha llamado, con más sentido de la realidad. Al fin y al cabo, los dos Angeles, Miguel y Rafael, vienen en las lides electorales desde el Gobierno de José Joaquín Trejos, en 1966, en el caso de Miguel Angel, y del Gobierno de José Figueres, 1970, Rafael Ángel, los que los hace tener olfato y gran colmillo político. Ambos con la experiencia de la Coalición Unidad que llevó a Rodrigo Carazo a la Presidencia en 1978, y Rafael Ángel, especialmente, de haber llevado a la Coalición Unidad a la constitución del Partido Unidad Social Cristiana, en 1983. Además, Miguel Ángel tenía la experiencia de la coalición que llevó a José Joaquín Trejos Fernández al Gobierno en 1966.
En materia de alianzas y coaliciones los socialcristianos las más importantes, por su trascendencia histórica las realizaron en la década de 1940. Primero, en 1939 cuando lograron el apoyo de la Iglesia a la candidatura del D. Calderón Guardia, a cambio de la derogatoria de las leyes liberales, lo que el Dr. Calderón cumplió en sus primeros meses de gobierno. Segundo, cuando en medio de la crisis mundial y sus repercusiones en Costa Rica, se alió a los comunistas para la aprobación de las Garantías Sociales y del Código de Trabajo, con apoyo de la Iglesia dirigida por Monseñor Víctor Manuel Sanabria, Tercero, cuando hacia las elecciones de 1944, para impulsar la candidatura presidencial de Teodoro Picado, constituyeron la Coalición Electoral, la fusión de los partidos Republicano y el comunista Vanguardia Popular, en lo que se llamó el Bloque de la Victoria, comunistas, calderonistas y católicos, todos unidos. No era, obviamente una coalición de centro derecha como pretenden hoy algunos socialcristianos que desconocen por todo lado la Historia del Calderonismo político, de su época más gloriosa.
En las circunstancias actuales lo que urge es un proyecto político que reivindique una plataforma social profunda. Ya las medidas económicas duras neoliberales han sido tomadas y están en ejecución. Falta asegurar las condiciones sociales de la población, de su calidad de vida, de sus condiciones de trabajo, de empleo, de estabilidad, de ingresos por salarios o pensiones decorosas y decentes, de preocuparse por el empleo femenino y por las mujeres cabeza de familias, por recuperar el empleo de los desempleados de la pandemia.
No veo a los socialcristianos en estas banderas más allá de posturas absolutamente demagógicas. Hoy la Unidad Social Cristiana ni es Unidad, ni es Social ni tiene nada de cristiano. Pareciera una organización de no videntes políticos, y desmemoriados históricos, que han renunciado a su mejor lazarillo electoral, al Dr. Miguel Ángel Rodríguez Echeverría.