Su espíritu de organizador lo llevó a establecer disciplina, orden y respeto en todos los departamentos de la administración pública. Pudo gobernar brillantemente gracias a que se hizo asesorar de elementos capacitados, los cuales llevó a ocupar las más altas y delicadas posiciones del engranaje administrativo.
En una de las visitas de inspección que hiciera a la Penitenciaria, el gran caudillo popular interroga a los recluidos sobre lo que han aprendido a hacer durante sus días de encierro.
He aquí las respuestas que dieron los presos a don León:
—»Yo, aprendí el oficio de zapatero».
—Yo, el de sastre —contestó otro—».
Y usted, preguntó el señor Presidente de la República a un recluso que lo miraba maliciosamente y guardaba silencio:
—»Yo, señor Cortés, HE APRENDIDO A NO VOLVER A PRESIDIO»…
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Dibujante: Noé Solano V.
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