Por Bernadette Olderdissen (dpa)
Con apenas desnivel, una naturaleza encantadora y distancias cortas entre los diferentes sitios de interés, Dinamarca es un paraíso para el turismo en bicicleta.
En la ruta ciclista más larga del pequeño país, inaugurada hace dos años, el número ocho es una constante: el recorrido total de la N8 está señalizado con carteles cuadrados de color azul con un ocho blanco dibujado sobre un fondo rojo.
La ruta, que pasa por los puntos más destacados de la costa báltica danesa e incluye un viaje en ferry, tiene además forma de ocho.
Por supuesto que no es obligatorio recorrer los 820 kilómetros completos en bicicleta, sino que se puede elegir entre 14 etapas diarias. El punto de partida y la dirección del paseo también pueden elegirse a conveniencia y dependiendo de los intereses individuales y de la condición física.
Aquellos que estén interesados en comenzar el periplo con una lección de historia germano-danesa pueden partir de la ciudad de Sønderborg, la ciudad más grande en el sur de la región de Jutlandia, cerca de la frontera con Alemania. Sønderborg es famosa por su castillo, que alberga un museo dedicado a la historia y la cultura de la zona.
En esta ciudad que una vez perteneciera a Prusia, hasta el popular pastel de pan negro está impregnado de historia: se dice que fue creado por las tropas danesas en 1864, durante las luchas que enfrentaron a Dinamarca contra Prusia.
Para quemar las calorías que contiene el sabroso pastel se presta idóneamente el siguiente tramo del recorrido hacia el fiordo de Flensburgo, que forma parte de la frontera entre Alemania al sur y Dinamarca al norte. La primera etapa de la excursión termina en la ciudad balneario de Aabenraa, situada en el fiordo del mismo nombre.
A unos 20 kilómetros al norte de Aabenraa se encuentra Haderslev, una de las ciudades más bonitas del sur de Dinamarca, conocida por su catedral de 1150 y su tradicional «stjerneskud» (estrella fugaz, en español), una rodaja de pan con gambas, salmón, espárragos y caviar.
En la catedral de Haderslev se proclamaron en 1526 las enseñanzas de Lutero, convirtiéndose la ciudad en uno de los primeros centros luteranos del reino.
Esta catedral es, además, el punto de partida del «Camino Haderslev Næs», nombre inspirado en el famoso Camino de Santiago de Compostela en España. La ruta de peregrinación tiene 106 kilómetros de largo y nueve iglesias históricas que bien merecen un desvío para visitarlas.
De regreso en la ruta del Báltico, la ciudad de Kolding es el sitio ideal para hacer la siguiente parada. El castillo real, conocido como «Koldinghus», data de 1268 y es el último castillo real danés existente en la región.
Desde allí, la ruta continúa por el puente que atraviesa el Pequeño Belt, el estrecho entre Jutlandia y la isla danesa de Fionia. Aquí, los más atrevidos podrán incluso emprender una pequeña aventura y ascender al Puente Antiguo sobre el Pequeño Belt asegurados con cuerdas.
En la isla de Fionia, al otro lado del estrecho, los ciclistas continuarán pedaleando rumbo a la próxima parada: la ciudad de Fåborg. Su casco antiguo es uno de los mejor conservados de Dinamarca, reconocible desde lejos por su campanario amarillo.
Antes de continuar hacia el este a lo largo de la N8 junto el mar, se recomienda un desvío hacia el interior de la isla: el castillo de Egeskov es el castillo de foso mejor conservado de Europa.
De regreso en la ruta principal en dirección a Svendborg, el camino atraviesa campos de colza, de color amarillo brillante en primavera, y pasa por delante de granjas y praderas en las que pastan vascas escocesas.
La ciudad de Nyborg ofrece lo justo para saciar la sed de los ciclistas. La cervecería Refsvindinge es considerada la más pequeña de Dinamarca, pero produce una de las mejores cervezas del país, la «Ale No. 16». La ciudad, con sus 700 años de historia, es la última parada en la isla de Fionia.
A la isla de Selandia, la más grande de Dinamarca, se llega en ferry o a través del puente del Gran Belt, el más largo de Europa. Allí espera a los ciclistas la pequeña localidad de Skælskør: apodada «la acogedora ciudad junto al mar», sus habitantes viven del comercio, la artesanía y la pesca.
El trayecto continúa a lo largo de la kilométrica playa de Bisserup hacia Næstved, en el sur de Selandia, con otro castillo que merece la pena visitar: el palacio rococó de Gavnø se encuentra en una pequeña isla, llamada también la «isla de las flores»: el parque del palacio está considerado como uno de los más bellos de Dinamarca.
Møn, perteneciente a la región de Selandia, se comercializa a sí misma como la «isla con el efecto wow». Lo más destacado son los impresionantes acantilados de creta Møns Klint, que descienden abruptamente hasta un mar de color azul profundo. La bellísima región se autodefine, un tanto pomposamente, como el «Caribe de Dinamarca».
A lo largo de la costa sur y sobre otro puente marítimo se llega a la isla de Bogø, donde se puede pasar la noche y al día siguiente tomar el ferry a la isla de Falster.
Bajando en bicicleta por la costa este de Falster espera un verdadero atractivo: Marielyst, una de las playas más hermosas de Dinamarca con una longitud de 20 kilómetros. El lugar perfecto para descansar o pasar la noche siguiente se encuentra unos pocos kilómetros más adelante: el pequeño pueblo de Nykøbing Falster se caracteriza por su paisaje marcadamente ondulado.
En la siguiente isla, Lolandia, se encuentra la versión danesa de Stonehenge. Ya desde la distancia se pueden ver las doce poderosas columnas de piedra de granito, cada una de siete u ocho metros de altura, que se erigen majestuosas en forma de círculo.
El proyecto artístico se llama Dodecalith, y recuerda las antiguas tradiciones de la isla, entre otras, la de construir círculos de piedras en honor de los antepasados.
La relajada ruta a lo largo de la costa oeste de Lolandia finalmente termina en Nakskov, la ciudad más grande de la isla, con pintorescos callejones y alguna que otra bonita tienda de recuerdos.
Desde Lolandia se puede cruzar a la isla de Langeland y, vía Tåsinge, volver a la ciudad de Svendborg en la isla de Fionia. Allí se puede tomar el ferry para llegar a la isla de Arroe y disfrutar sus calles empedradas, las casas de entramado de madera, así como la paz y la tranquilidad que caracterizan a la pintoresca isla.
Los últimos kilómetros conducen a la pequeña y no menos hermosa localidad de Søby, donde es hora de decir adiós y tomar el ferry que regresa a la parte continental de Dinamarca.
Aquellos que han recorrido la N8 completa llegan probablemente agotados, pero por otro lado satisfechos de las experiencias vividas. Aquellos que la han recorrido en parte, solo tienen un deseo: volver.
Bloc de notas
La ruta ciclista N8 del Mar Báltico de Dinamarca
Cómo llegar: La N8 comienza cerca de la frontera alemana en Padborg, accesible en coche por la A7/E45 o en dos horas de tren desde la ciudad alemana de Hamburgo. A quienes desean comenzar el recorrido en Sønderborg, se les recomienda llegar a la ciudad en coche o desde Padborg en autobús. Las bicicletas están permitidas siempre que haya espacio disponible.
Alojamiento: En todas partes a lo largo de la ruta se dispone de alojamiento Bed&Bike (a menudo en albergues). Los precios oscilan entre 80 y 120 euros (entre 90 y 135 dólares estadounidenses) por noche en habitación doble.
dpa