Enrique Gomáriz Moraga
Prácticamente en todos los países afectados por la pandemia por Covid-19 se ha producido un momento en que sectores de la población han puesto en duda las cifras oficiales sobre sus efectos sanitarios (afectados, fallecidos, hospitalizados, recuperados, etc.). La estimación de sobremortandad emitida por el Instituto Nacional de Estadística (INE) de España ha agudizado esas dudas en la península. Según el INE, la comparación entre los decesos sucedidos en marzo, abril y mayo este año y los del año pasado exceden en 48 mil personas. Es decir, al comparar esa cifra con los 27 mil fallecidos por Covid-19 según datos oficiales, todo parece indicar que entre las 21 mil muertes adicionales hay más decesos provocados por la pandemia. Así que han reverdecido las críticas al Gobierno por la supuesta confusión de la información entregada.Desde luego, representantes del INE han aclarado que la cantidad de sobremortandad está compuesta por dos grupos diferentes: uno, el que se ha producido en personas con otras afecciones distintas del Covid-19 que no han podido ser atendidas en los hospitales por estar colapsados por enfermos con coronavirus; y otro, el formado por personas que murieron efectivamente por Covid-19, pero no fueron registrados formalmente por esa causa.
Es decir, se confirma que la cifra oficial de 27 mil decesos son en su inmensa mayoría muertes hospitalarias y/o de casos confirmados. Pero hubo, además, muchas otras muertes que, sobre todo en marzo y abril, fueron registrados según la dolencia visible (neumonía, trastornos circulatorios, afecciones renales, etc.) que observaba el facultativo que emitió el correspondiente certificado de defunción. Las propias autoridades sanitarias han subrayado que serán necesarios estudios posteriores para estimar más precisamente la mortandad producida por la pandemia.
Al observar el caso de Costa Rica, también han surgido las dudas sobre si los 10 decesos que presentan los datos oficiales son efectivamente todos los fallecidos por la pandemia. Se han emitido opiniones acerca de que las autoridades sanitarias están recortando las cifras para no asustar a la población. Sin embargo, no parece que estemos ante algún tipo de ocultación intencionada por razones políticas, sobre todo por parte del Ministerio de Salud. De hecho, las autoridades sanitarias nunca han ocultado la naturaleza de los datos entregados: se trata de muertes hospitalarias confirmadas por las pruebas correspondientes. Claro, ello no significa que, sobre todo al comienzo de la pandemia, no se hayan producido fallecimientos por Covid-19 no identificados, especialmente respecto de las muertes no hospitalarias. Como ha pasado en todo el mundo, los médicos han extendido los certificados de defunción por las causas más visibles hasta ese momento (neumonía, trastornos circulatorios, etc.). En realidad, la única forma de tener alguna idea de si existe alguna diferencia apreciable en las cifras consistiría en realizar la correspondiente estimación del diferencial de muertes ocurridas en los meses de marzo, abril y mayo de este año en comparación con el año anterior. Cabe esperar que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) realice tal análisis, así como otras entidades (Asociación Demográfica Costarricenses o centros universitarios).
Por cierto, Costa Rica tendría una ventaja relativa al respecto, dado que no ha llegado a la fase exponencial de reproducción del virus y su sistema de salud no ha sido colapsado; por esa razón, la cantidad adicional de decesos por otras causas que no han podido ser atendidas en el sistema no debería ser muy elevado. En otras palabras, si los registros vitales muestran diferencias apreciables respecto del total de muertes hospitalarias por Covid-10, los resultados podrían ser más nítidos.
Desde luego, aunque el crecimiento de la cifra de contagios ha sido sensible al comienzo de la desescalada, Costa Rica posee todavía el preciado tesoro que perdieron en otros muchos países: no haber dado el paso del contagio contenido a la reproducción exponencial del virus. Sobre ese precioso tesoro es sobre el que insisten las autoridades sanitarias del país y en especial el Ministro de Salud, Daniel Salas, que parece estar soportando mas de una presión para impulsar una desescalada mas rápida. Ojalá el apoyo social recibido en los últimos días le permita mantener firme el timón del desconfinamiento.