Progresemos
Carlos Manuel Echeverría Esquivel
cmecheverria@yahoo.com
El empleo conviene sea productivo y donde se necesita. Ciertamente es mejor que una persona esté ocupada a desocupada, pero en la medida de lo posible, esto no nos debe llevar a crear cargos sin justificación donde no son necesarios, más en un país como el nuestro, capaz de atraer empresas del más alto nivel, que están empleando costarricenses capacitados.
Cuando se le paga un salario a una persona cuyo trabajo no es socialmente necesario y cuyo esfuerzo no contribuye a aumentar la producción, se está creando una presión inflacionaria, un disparador perfecto para que los precios suban descontroladamente. Eso se llama en buen costarricense, “meter a la economía plata sin respaldo”. Más plata en la economía sin haber generado más producción, hace que aumente la demanda con una de dos consecuencias o una combinación de ambas: o los precios suben exorbitantemente por efectos de mayor demanda o si los precios son fijos, se compra más de la cuenta y los bienes se acaban.
Ciertamente el crear empleos pone plata en la bolsa de la gente, le da un sentido de dignidad que el estar empleado conlleva y es constitucionalmente responsabilidad del Estado el procurarlo, digno y decente, con posibilidades de desarrollo personal. Con la plata la gente compra y contribuye a activar la economía. Pero a la larga, si el empleo no es productivo o socialmente deseable, ese trabajador en lugar de un contribuyente se convierte en una carga para la economía. Cuando se multiplica esa situación por muchos y por mucho tiempo, el asunto se vuelve una complicación económica, aunque tengamos la falsa impresión de que hay recursos para financiar ese empleo. Fácilmente si la sociedad se descuida y los tomadores de decisiones políticas son negligentes y complacientes, ese puesto de trabajo se convierte en una carga en el aparato estatal. Es más, para hacer la carga más dura aún, para los sectores productivos todos tributantes que conjuntamente deben “echarse al hombro” a los trabajadores no productivos, se les busca a éstos tareas innecesarias que lo que hacen es crear más burocracia.
Debemos dejar atrás esas ideas caducas de que la empresa privada explota, lo que en ciertos casos donde se dan monopolios y afines puede ser cierto pero es evitable; y verla más bien como expresión de la creatividad humana y el esfuerzo productivo de personas qué, colectiva o individualmente se toman el riesgo de emprender como entes privados productivos, que como está demostrado, no son capaces de ser suplantados por entidades del estado, donde nadie es el dueño, nadie se preocupa, ni hay buenos productos porque no hay competencia.
Generemos fuentes de empleo productivo en el aparato estatal, permanentes si son sostenibles o temporales como en la construcción en obras de infraestructura; éstas generan riqueza posteriormente.
Coadyuvemos todos a crear condiciones para que florezcan empresas privadas cada vez más participativas socialmente en su propiedad, para encaminarnos a una economía moderna, preparada para los cambios en el empleo que traerá la IV Revolución Industrial, con su robótica y desafíos ineludibles. Dichos desafíos demandarán una masa laboral de cuello blanco o azul cada vez más competitiva, dispuesta al readiestramiento constante y mejor formada para hacer del tiempo ocioso que la robótica y el ser partícipe de la propiedad de la empresa donde se labora facilitarán. Uno exaltativo de la condición humana, parte esencial en cada persona.
– Ex viceministro de Planificación Nacional