Por qué Costa Rica no ha derrotado al coronavirus

Enrique Gomáriz Moraga

Enrique Gomariz

Estaba echando una ojeada a Cambio Político cuando me he tropezado con un editorial un tanto sorprendente, titulado “Por qué Costa Rica está derrotando al coronavirus”. Digo sorprendente porque no me esperaba en este medio un texto tan contagiado del proverbial chovinismo (exaltación desmesurada de lo nacional) que afecta a los ticos con cierta frecuencia. Pensé dos veces antes de responderlo. ¿Qué importancia tiene criticar esa conocida inclinación? Si he decidido hacerlo es precisamente porque me parece que las circunstancias lo exigen. Ese tipo de discursos, al viejo estilo de la “Suiza Centroamericana” es altamente peligroso en el actual contexto, todo lo contrario de lo que se necesita para enfrentar y salir airosos de la pandemia.

Comencemos por poner un poco de equilibrio respecto de la situación sanitaria de Costa Rica. El editorial se hace eco de elogios puntuales aparecidos en algunos medios extranjeros y se felicita por la baja mortalidad que presenta el país por Covid-19. Es cierto que la cifra de fallecidos registrada es apreciablemente baja (6, para una población de 5 millones), pero no eso no le da a Costa Rica un lugar único en el mundo. Sin ir más lejos, en Centroamérica Guatemala tiene una tasa de letalidad más baja (17 por cerca de 18 millones) y en el extremo oriente existen situaciones similares en varios países (Corea del Sur, Japón, Taiwán). Desde luego, en África las tasas son mucho menores, pero los expertos todavía discuten si ello se debe a las condiciones climáticas y demográficas de la región, o a las deficiencias de registro estadístico que presentan buena parte de sus países o de ambas cosas a la vez.

Un argumento central que se menciona en el editorial refiere a la fortaleza del sistema sanitario costarricense. Es también cierto que el país posee uno de los sistemas de salud más sólidos de América Latina, pero eso no tan cierto si se compara con otras regiones. Veamos los indicadores. El gasto en salud por habitante se sitúa en 600 euros, a considerable distancia de los países europeos como Alemania (3879), Francia (3278) o Reino Unido (2721) y aun de España (1617) o Italia (1900). La cantidad de camas hospitalarias se encuentra por debajo de la media regional (27 por 10 mil habitantes), solo Argentina, Cuba y Uruguay están por encima de ese promedio. Lo mismo sucede con las camas de cuidados intensivos: Costa Rica y Chile se situaban en torno a 5 por diez mil habitantes y sólo Argentina, Cuba y Uruguay poseían por encima de 20 al comenzar la pandemia. Por cierto que la mayoría de estas camas estaban ya ocupadas al llegar el Covid-19, como señaló el doctor Macaya, presidente ejecutivo de la CCSS. Sucede lo mismo con la necesidad imperiosa de aumentar la cantidad de respiradores mecánicos.

Pero lo crucial al respecto que hay que observar es que países con sistemas de salud apreciablemente más fuertes que el de Costa Rica presentan cifras de fallecidos que ya se cuentan por decenas de miles. ¿Dónde está entonces la clave para entender esta aparente paradoja?

La respuesta es sencilla. Son países que pasaron del contagio por goteo a la diseminación exponencial del virus. Dicho en breve: con una R en torno a 3, no hay sistema de salud que lo aguante, por poderoso que sea. Lo verdaderamente crucial, por tanto, es que en Costa Rica se evite llegar a ese nivel exponencial de contagio. Porque su sistema de salud es fuerte para enfrentar un nivel bajo de propagación del virus, pero resultará completamente débil si se da el paso al contagio llamado comunitario. Estará condenado a la saturación y el bloqueo y esa situación es lo que obliga a realizar el triaje entre los cientos de enfermos graves que se atienden y los que se consideran insalvables, como está pasando en Italia, Francia, Reino Unido y España.

Es decir, lo realmente decisivo es evitar llegar a ese tipo de propagación del coronavirus. Y para ello no parece haber otra herramienta mas eficaz que la cuarentena y la contención social. Si la población recibe mensajes que la inclinen a creer que Costa Rica está blindada frente a ese riesgo letal, por su particular identidad nacional, entonces relajará su disciplina personal y social. Algo que estamos viendo en los últimos días: aglomeraciones en los comercios, los bancos, los centros de trabajo.

Costa Rica está lejos de derrotar al coronavirus. Todavía hace falta saber si en los próximos meses, en los que tendrá lugar la desescalada para salvar la economía, logrará evitar la propagación exponencial al virus. La estrategia consiste en ganar tiempo hasta que se consiga un tratamiento eficaz contra el virus y una vacuna que nos proteja suficientemente. Mientras tanto, lo prudente sería contener esa inclinación a considerar que la primorosa idiosincrasia costarricense hace al país invulnerable.

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Un comentario

  1. Carlos Valverde Zavaleta

    Don Enrique, excelente su comentario, muy atinado. Siempre quise pronunciarme sobre ese nacionalismo exacerbado que muy a menudo aflora, ante cualquier situación. Esa manía de compararnos siempre con el mundo, “único país en el mundo que……. “ . Para muchos, Centro America, no es referencia, nos vamos más allá. De nuevo Gracias por su buen comentario.

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