Rocas, nieve y sol: los paisajes invernales encantados de Utah

Por Michael Juhran, dpa

El Chimney Rock, en el Parque Estatal Kodachrome Basin, se tiñe de rojo ante el avance de nubes cargadas de nieve. Foto: Michael Juhran/dpa-tmn

Los peñascos de piedra caliza cubiertos de nieve se ven como un Ejército de enanitos rosados con gorros blancos que quieren tomar por asalto una fortaleza. El castillo es en este caso del Upper Inspiration Point, un mirador en el Bryce Canyon National Park del estado norteamericano de Utah.

John Holland está solo aquí arriba. No sorprende, ya que es invierno. Apenas llegan turistas. En el valle se observa un anfiteatro lleno de miles de torrecitas de piedra, columnas, pirámides y ásperas almenas. El aire es límpido, la nieve brilla bajo el sol.

Holland ya estuvo miles de veces en su mirador favorito. Sin embargo, cada vez vuelve a quedar fascinado con este escenario natural que formaron el viento, la lluvia, las heladas y el calor. Su belleza se despliega del todo en invierno debido al contraste entre las piedras, teñidas por óxidos de manganeso y hierro, y la nieve.

Caras pintadas de rojo

El estadounidense Holland viajó por todo el mundo como empleado de una empresa de computación durante muchos años. Pero extrañaba su hogar y se volvió guía. Hoy en día, Holland pasa casi todos sus días en su mundo encantado y pasea a los turistas por formaciones rocosas como «El martillo de Thor» y «El jardín de la reina».

«Estas bizarras torres de rocas, a veces de hasta 60 metros, fueron formadas por los sedimentos de un lago», explica el guía. La meseta elevada por procesos tectónicos se fue desmoronado a lo largo de millones de años. Las precipitaciones y las casi 200 heladas anuales partieron al medio la arenisca y el basalto.

«La leyenda de los habitantes originarios afirma que estas esculturas de piedra son personas que fueron transformadas en rocas», cuenta Holland. En el idioma de los paiute se llaman «caras pintadas de rojo».

Durante mucho tiempo, esta zona era considerada un mundo encantado del que se mantenían alejadas muchas personas. Hoy en día, en la temporada alta, en verano, hay mucho movimiento en los miradores. Nada que ver con el invierno, cuando se puede disfrutar del escenario casi a solas.

Alegrías fotográficas

Las formaciones del Bryce Canyon son increíbles. Foto: Michael Juhran/dpa-tmn

Aún más tranquilo está el Kodachrome Basin State Park, a 35 kilómetros de allí. Allí se observan 67 torres de piedra. Por momentos, las nubes le brindan al paisaje un aire dramático cuando los monolitos de roca son iluminados al mismo tiempo por el sol. Esto entusiasma a cualquier fotógrafo.

En invierno también se observa una enorme cantidad de turistas en el Zion National Park. En los Emerald Pools y la Weeping Rock, la helada transformó las caídas de agua en cascadas de hielo de largas puntas que brillan con el sol y que, a mediodía, cuando la temperatura sube por encima de cero, se precipitan con estruendo al suelo.

Algunos visitantes se resbalan sin querer en el piso helado. Otros, en cambio, caminan a pesar de las bajas temperaturas del río Virgin a los llamados Narrows, estrechos pasos en las rocas.

Un tour a la parte más apartada del parque Zion lleva a la Kolob Terrace, donde no se ven personas. Tan solo algunos wapitis caminan por la nieve en búsqueda de alimento.

En una de las grutas también se pueden observar sin distracciones los dibujos rupestres de los habitantes originarios. Luego hay que llegar a la cresta de una cadena montañosa. Una vez arriba, se recibe la recompensa de una vista panorámica de la Meseta del Colorado.

Imposible sin todoterreno

Pequeña cascada en el Río VIrgin del Parque Nacional Zion. Los turistas también visitan la naturaleza de Utah en invierno, si bien no tanto como en otras estaciones. Foto: Michael Juhran/dpa-tmn

Incluso en la generalmente repleta Paria Canyon-Vermilion Cliffs Wilderness Area, en la frontera con Arizona, el invierno le brinda una pausa a la naturaleza.

Si bien el flujo de quienes quieren sacarle una foto a «The Wave» en los Coyote Buttes no se ve interrumpido por las temperaturas bajo cero, si se quiere fotografiar el cercano White Pocket, no se necesita un permiso oficial, sino un buen guía con un vehículo todoterreno elevado para llegar hasta este paisaje rocoso.

Jeff Welker es uno de estos guías. Lleva a sus pasajeros desde Kanab hasta las zonas más salvajes de la meseta de Paria. Muchas personas quedan atrapadas en la arena. Las posibilidades de quedar atascado sin el vehículo adecuado son altas. El trecho se convierte en un auténtico desafío en días de lluvia, incluso para los vehículos de cuatro ruedas. Pero el esfuerzo se ve recompensado.

Tortitas con baño de azúcar

El agua se ha congelado en pleno movimiento en los Emerald Pools. Foto: Michael Juhran/dpa-tmn

De repente, aparecen en medio de la estepa, que asemeja un desierto, unas curiosas formaciones rocosas, como si un panadero hubiera glaseado tortitas de chocolate y vainilla con un baño de azúcar. Se trata de las rocas de la meseta de Paria.

Al igual que las Coyote Buttes, las White Pocket son dunas de arena petrificadas, solo que aquí, una crosta blanca recubre las capas de piedra que se encuentran debajo. Los campos nevados aumentan el contraste con el cielo azul.

La erosión hizo muy bien su trabajo de arquitecto aquí, donde la tranquilidad invernal es también especialmente cautivante.

Maree Shogreen goza del paisaje en el pico de la Kolob Terrace. Foto: Michael Juhran/dpa-tmn

dpa

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