Especial para Cambio Político
SEMPER COMPOTATIUM
Y LLEGO LA PATRULLA DE BARES
Al rescate de la más noble de las tradiciones culinarias costarricenses: la boca
Enemigo mortal del karaoke y los bares de pipicillos
Misión: Hemingway’s Dónde: Playa Potrero, Guanacaste. (ver mapa) |
Como suele suceder en los últimos tiempos en los lugares turísticos de Costa Rica, casi que los únicos ticos en el lugar —que estaba prácticamente lleno— eramos este humilde Cronista, piso’e’tiera y sus patrulleros acompañantes.
El lugar lleva el nombre de aquel famoso escritor estadounidense llamado Ernest Hemingway, premio nobel de literatura, figura universal, y también famoso por ser un gran bohemio (en otras palabras tapis). Hemingway logró convertirse en uno de los escritores más reconocidos del siglo XX y, quizás, de toda la historia de la literatura universal, con obras trascendentales como El viejo y el mar o Por quién doblan las campanas. Su influencia es evidente en los numerosos bares y restaurantes llamados “Hemingway” o “Harry’s” (nombre de un bar de otro de sus libros famosos) alrededor del mundo, donde por supuesto Costa Rica no podía ser la excepción. Como curiosidad, también hay una línea de muebles Hemingway que cuenta con piezas tales como una mesita de noche “Kilimanjaro” y un sofá con cubierta “Catherine”, todos nombres relacionados con su obras. Montblanc ofrece una pluma estilográfica Hemingway (lo más cercano que he tenido es un lapicero Bic), y también se creó una línea de ropa de safari con su nombre. En fin hay de todo como en botica.
Pero no es de literatura que quiero hablarles, aunque estando en la playa se podría aprovechar y leer a Hemingway, eso para que vean que aquí en la Patrulla también fomentamos la cultura, y no solo nos la pasamos en visitas hedonistas y epicúreas a bares y cantinas. Así que empezamos con la descripción de las bocas o mejor dicho platillos catados en el Hemingway’s. Lo primero es que el menú está en inglés, que no es de extrañar, como decía pareciera como si los los turistas fuéramos más bien los ticos. Sin embargo el mesero que nos atendió, que era también local, fue muy diligente en explicarnos —ante nuestros requerimientos— de que se trataba cada orden en el menú, por lo que la barrera idiomática no fue problema. El menú está lleno de referencias a Hemingway, como la sección llamada “El viejo y el mar», para los platillos de bichos del mar o bocas como el “Margeaux’s Ceviche”, en referencia a una de sus nietas que fue una famosa modelo y actriz.
Bueno ahora si… Los nachos vienen con frijoles negros, queso cheddar y jack, natilla, pimientos rojos, jalapeños, cebollas rojas, lechuga, tomates, culantro, guacamole y salsa; bien amalgamados todos los ingredientes, no duró mucho; una verdadera delicia. Los calamares a la mediterránea, es un salteado de calamares en salsa de mantequilla con ajo y eneldo, servido con pan fresco para mojar; en el menú dice que son preparados con amor, y a fe que es cierto; la patrullera que los pidió no dejó ni el caldo, una delicia gastronómica. Uno de los patrulleros más conservadores ordenó la Hamburguesa de California, que viene con aguacate, tocino, queso mozzarella, lechuga, cebolla, tomate, mayonesa y papas fritas; de tamaño medio, pero cumplidora nada más, no es extraordinaria. La quesadilla muy bien preparada en presentación mixta de frijoles molidos y queso, que se puede pedir en dos o cuatro porciones, con acompañamiento de guacamole, palos de zanahoria y salsa. Aunque no están en el menú oficial, el mesero ofreció un plato de espagueti con pollo o carne, una especie de término medio en tamaño entre una boca y un plato formal, que lo traen en una cazuela, acompañado de una ración de queso parmesano; según los patrulleros que probaron las dos versiones, con salsa roja o blanca (según el tipo), que resultó muy bueno y llenador, aunque sencillo.
La oferta de cerveza, licor y vinos es muy variada, incluyendo las cervezas nacionales tradicionales y las de tipo draft. También tienen el popular balde cervecero y hay happy hour de 3 a 5 p.m.
El sitio es de total relax, donde ya solo por eso vale la pena ir. Frente a la playa y al aire libre, solo cubiertos por un toldo. El mejor ambiente para comer y tomar. Tuvimos la suerte de llegar a patrullar en el ocaso, lo que nos permitió apreciar una puesta de sol espectacular en la playa. ¿Qué más puede pedirle uno a la vida? Y si a eso le sumamos buena comida y atención, además de precios que son un poco caros, pero no exorbitantes como en otros lugares de la costa de oro guanacasteca, pues tenemos un ganador. Así que tome una silla, meta sus dedos en la arena, beba un trago o una cerveza y cómase un bocado de la excelente comida; en total paz y tranquilidad, disfrutando de la vida en armonía con el universo.
SEMPER COMPOTATIUM
Al rescate de la más noble de las tradiciones culinarias costarricenses: la boca
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LLOREMOS POR SIEMPRE POR LA EXTINTA SAINT FRANCIS
¡LA BIRRA EN VASO SIN HIELO! ¡NI A PICO DE BOTELLA!
Combatiente declarado contra los sports bar
Los aborrecibles Pancho’s, Millenium, Yugo de Oro Cinco Esquinas y el Valle de las Tejas dichosamente de Dios gozan
VALETE ET INEBRIAMINI