El Bautismo del Señor

Ocean Castillo Loría

Ocean Castillo Loría

Con el Bautismo del Señor, se cierra el tiempo de Navidad. Esta lectura varía en los Evangelios, dependiendo del ciclo en el que se esté en el año litúrgico. Este 2020, estamos en el ciclo A, esto significa que el Evangelio que se lee en la Misa de los domingos, es San Mateo.

Así, el Evangelio del Bautismo del Señor, de este año, es San Mateo, capítulo 3, versículos del 13 al 17. En el versículo 13, leemos: “Entonces Jesús vino a Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él”: al parecer Jesús y su familia, todavía vivían en Nazaret, en ese momento.

Veamos el versículo 14: “Juan se resistía diciendo: Soy yo quien necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?”: El Bautista reconoce la superioridad de Jesús, Mateo responde a los discípulos de Juan, que habían sobrevivido a su muerte y que seguían aferrados a su memoria. Es decir, hay en este texto una respuesta de corte histórico: el cristianismo reafirma ante los seguidores del Bautista, que Jesús es el Mesías.

En el versículo 15 leemos: “Jesús le contestó: ´Déjalo así, por ahora, pues es conveniente que cumplamos todo lo que es justo ante Dios´. Entonces Juan consintió”: Si miramos una traducción más literal de este versículo, Jesús le habría dicho a Juan: “…es conveniente que cumplamos toda justicia”, es decir, “es necesario que se cumpla la voluntad de Dios”.

Jesús es bautizado por Juan, porque Dios así lo quería. Es un paso de preparación última de la era mesiánica. Jesús cumple la justicia de Dios, que es quien preside el plan de salvación. Jesús cumple la justicia de Dios, con lo que se reafirma que el Nazareno es un hombre justo.

La justicia de Dios, es la voluntad de salvación gratuita ofrecida a todos sin discriminación. Jesús llevará a su plenitud esa justicia. Además, al bautizarse, Jesús se identifica con los pecadores. Visto desde una óptica más histórica: Jesús vive una experiencia religiosa, como la que vivieron muchos profetas.

Esto nos abre la oportunidad para mirar varias cosas:

• Hay una realidad histórica: Jesús es bautizado por Juan.
• Mateo introduce una serie de elementos propios del género literario apocalíptico.

Veamos el versículo 16: “Una vez bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y venía sobre él.” Comienza la nueva creación: recuérdese que conforme a Génesis 1, el espíritu de Dios, volaba sobre las aguas (De hecho, en el siglo I, por esa razón, los judíos relacionaban a la paloma, con el Espíritu, esto es claro en el Talmud y en los rollos de Qumrán)

Aquí, el Espíritu viene sobre el nuevo Adán: Jesucristo. Éste, queda ungido para su misión. Para algunos especialistas, la paloma también simboliza: ternura, paciencia y mansedumbre. Esas características, estarían en Jesús y serían parte de su sacrificio en la cruz.

Veamos los símbolos apocalípticos:

a) “Se abrieron los cielos” (El profeta Isaías, llegaría a escribir: “¡Ojalá rasgaras el cielo y descendieras!”. Isaías 63: 19)
b) El “…Espíritu de Dios que bajaba como una paloma”.

Jesús es bautizado por Juan, allí se dan una serie de manifestaciones: detengámonos en el versículo 17: “Se oyó entonces una voz del cielo, que decía: ´Este es mi Hijo amado, a quien he elegido’”.

En este versículo, vemos un tercer símbolo del género literario apocalíptico: la audición de la voz divina…

Jesús tiene una experiencia profética – apocalíptica…

Inclusive, desde una perspectiva literaria, el que conste que Juan bautizó a Jesús, permite la continuidad del reconocimiento de Juan, de la llegada del Mesías y el inicio de su vida pública (Juan 1: 31 – 34); yendo más allá de la literatura: en el pasaje se mira una realidad muy hermosa: el Bautista deja vencido su ego, deja “el éxito” de su predicación y bautismo en el Jordán, llegará a encaminar a sus seguidores hacia Jesús: ¿Estamos dispuestos a perder nuestra posición, para permitir que los demás se beneficien?

Jesús, es el Hijo amado del Padre, es su único hijo, a quien ha elegido, a quien ha preferido: nosotros somos hijos de Dios, en unión con el hijo único, por eso dice el Evangelio según San Juan, que a los que creen en él, les da la potestad de ser hechos hijos de Dios. Nosotros somos hijos de Dios, si al Padre, le reflejamos al Hijo y para poder reflejarlo, debemos estar ungidos por el Espíritu Santo.

Para poder hacernos hijos de Dios, Jesús se solidariza con los humildes y los pecadores (No se distingue del pueblo), sin él, tener pecado. En esa solidaridad, la invitación de salvación que hace Jesucristo, se extiende al mundo entero. Ya lo diría Irineo de Lyon: “Por su inmenso amor, él se hizo lo que somos nosotros a fin de elevarnos a lo que es él”.

Ahora bien, si se mira el Salmo 2, en éste, se califica como hijo de Dios al rey de Israel. Los primeros cristianos, interpretarán este salmo, como profecía sobre el Mesías: el rey de Israel (Nosotros somos el nuevo Israel), es Jesucristo.

La primera lectura de la Misa del Bautismo del Señor, es de Isaías 42, que habla del Siervo del Señor y que a su vez, nos recuerda al Siervo que nos presenta el mismo profeta en el capítulo 53 (Al que conocemos como el “Siervo Sufriente”); en el capítulo 42, se repiten las palabras que el Padre le dice a la gente que mira el bautismo de Jesús: “…mi elegido, en quien me complazco.” Éste del que habla el profeta, es Jesucristo. La voz del Padre, dicta la misión de Jesús.

Ahora bien, con esta fiesta, no solo cerramos el tiempo de Navidad, hacemos presente, el episodio central de la primera parte del Evangelio, Mateo resalta tres aspectos claves:

A) El bautismo de Juan, es un signo de una nueva liberación de Israel: en el primer éxodo, Israel atraviesa el Mar Rojo, el bautismo (El atravesar el Jordán), es nuevo atravesar, para ver la gloria de Dios.

B) El diálogo con el Bautista: en éste se confirma que Juan, es el precursor del Mesías: Jesucristo.

C) La voz del cielo: en este tiempo de Navidad, vimos que a José (Padre adoptivo de Jesús), se le dijo que ese niño, era Hijo de Dios. esto se reafirma en este pasaje y en esa fiesta de la Iglesia.

Inclusive, desde el contexto litúrgico, la celebración anterior que tuvimos fue la Epifanía, con el Bautismo del Señor, estamos ante una segunda Epifanía o manifestación de Dios. Véase que este pasaje es una prueba de un solo Dios en tres personas:

1) El Padre habla.
2) El Hijo es bautizado.
3)El Espíritu Santo, desciende en forma de paloma.

Esta manifestación de Dios, debería hacer que valoráramos nuestro bautismo en alta estima, es por ese bautismo, que hemos sido recreados para ir por el camino de la santidad…

En otro orden de cosas, este es un buen momento para preguntarse: ¿Qué es arrepentirse?: podríamos decir que arrepentirse es “replantearse”. Entonces, de nuevo: Jesús, en su bautismo es declarado Hijo de Dios y nosotros por nuestro bautismo, compartimos esa condición: ¿”Replanteamos” constantemente nuestro modo de seguir a Jesús?, podemos inclusive, vivir esa reflexión en nuestra plegaria.

Hasta podemos orar: “Señor Jesús, tú permaneciste cerca de los pecadores en las aguas del Jordán. Permanece conmigo ahora y lleva mis pecados. Amén”.

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