La Patrulla de Bares: Las bocas del chino (Bar Boston)

Especial para Cambio Político

Misión: Bar Boston Dónde: 100 mt sur, esquina suroeste Plaza González Víquez, barrio La Cruz, San José (ver mapa)

Durante muchos años la esquina de la calle 11 con la avenida 24 (a la tica: 100 al sur de Plaza Víquez) tenía un bar en cada una de sus esquinas, o sea, la imagen viva del Paraíso urbano. En la actualidad subsisten tres, aunque con muchas transformaciones, uno de ellos, específicamente el Boston Bar fue adquirido por un chino quien con mucha visión comercial decidió no convertirlo en restaurante, sino que le dejó su nombre e imagen de bar y aunque de hecho es un restaurante y cuenta con un menú de restaurante chino tradicional, lo cierto es que la mayoría de los comensales va por lo del bar, razón que explica la visita patrullera, siempre seducida por la idea de comer comida china en modalidad de boca, bendita fusión cultural.

La sabiduría del nuevo dueño también fue conservar la apariencia del local original sin mayores referencias orientales en la fachada y adentro lo único que evidencia la línea culinaria son unas lamparitas rojas y el infaltable sonido del wok desde la cocina. Por lo demás, se mantiene la amplia barra que da la impresión que todas las noches es ocupada por los mismos parroquianos.

La degustación comenzó con unos camarones al ajillo, sin ajo, pero abundantes. Luego, una obligatoria de cualquier chino, el pollo empanizado, que les queda tan rico y este lo confirmó. De rigor también un chop suey seco, chino por los cuatro costados. No había el famoso lechoncito que les queda tan bueno y que es una boquita tradicional en los chinos que dan boca, pero sí hay en el menú de bocas una aproximación, el arroz con lechón, buen sabor y por supuesto cantidad. Otra boca obligatoria era el arroz cantonés que cumplió con el control de calidad para este plato, o sea, al terminarse quedó el plato bien lleno de grasa, el terror de cualquier nutricionista. El consomé de pollo no es nada de un caldito ralo, viene bien cargado de carne y vegetales, lástima que no andábamos de goma para habérnosla sacado. Siguiendo con el repertorio de rigor, el taco chino, vienen dos de muy buen tamaño, quemada de hocico incluida, deliciosamente crujientes y acompañados con salsita agridulce. Buscando boquitas más tradicionales se pidió un ceviche que estaba delicioso, acompañado de una lechuguita que fue convenientemente apartada y que ameritó terminar bebiéndose el caldo. Y aunque no alcanzaron los estómagos para probar unos tradicionales dados de queso o el chifrijo, si alcanzó la tentación para incluir en la cata una hamburguesa, con carne de verdad. Y como nos quedó la frustración del lechoncito, al final se pidieron unas fajitas de lechón, también muy buenas.

El ambiente es tranquilo, se nota que llega mucho grupo a reunirse y tomarse sus traguitos, por lo que para el que llega en carro conseguir parqueo puede volverse algo difícil. Y como buen chino, lo más bonito de todo fue la cuenta, una opípara sesión con cuatro birritas y dos bocas no supera los diez mil colones, algo cada vez más raro en nuestro caro país. Y qué rico comer boquitas chinas.