El corrosivo populismo tico

Por José María Penabad López

El populismo, fenómeno político/económico mundial, Siglo XXI, tiene un antes y un después en el proceso de desarrollo costarricense. Desde la derecha a la izquierda. El acosado pueblo tico … hoy herido ¿de muerte?

El esbozo académico define el populismo: Es una ideología delgada que considera a la sociedad dividida en dos grupos homogéneos y antagónicos, la «gente pura» y la «élite corrupta», dice Cas Mudde, profesor de la Universidad de Georgia.

Finales de 1950 e inicios de los 60 —antes— emerge en Cosa Rica una corriente de signo claramente derechista, liderada por damas socialmente destacadas, esgrimiendo el valor y trascendencia de una República honorable y justa amenazada por los pecadores —decían— aires renovadores, «modernos», diseñados políticamente por Don Pepe y su Partido. Y siempre, de fondo, el fantasma del comunismo.

En la escena, vibraban las inquietas señoras agitando el sentimiento patrio con campañas de páginas pagadas y simbólicamente representadas por una enorme y pesada estampa de bronce denominada ¨Campana de la libertad¨ en recorrido por diferentes lugares del país doquiera el ánimo, que en el presente calificamos de populista, movía su apasionada singladura.

También introdujeron, solemnes, con arenga de honor, tan singular artilugio en el plenario parlamentario. Todos los diputados alineados y firmes, menos uno, que se negó a colaborar con la pantomima en ciernes. El legislador Enrique Obregón Valverde fue la notable excepción. Y lo justificó pronto con una memorable pieza político/literaria: ¨Sentado estaba de pie¨.

Manuel Formoso, periodista de altos quilates, que cubría/narraba para LA NACION el diario acontecer del primer poder, convenció al director del matutino, Ricardo (Cacayo) Castro Beche, para publicar la brillante, genial, intervención del diputado Obregón. Y así fue. Doble página, planas centrales, texto íntegro, luz pública para tan extraordinario freno a la demagogia populista. Y un ejemplo de periodismo cabal.

Las raíces, el por qué, de la algarabía patriotera promovida por las notables doñas se fundamentó en la Paz del Ochomogo. En lo alto del macizo geográfico aquella noche se reunieron José Figueres y Benjamín Núñez por la parte vencedora de la Revolución del 48 y Manuel Mora con Calufa Fallas, por el grupo derrotado. Ya cerrada la ceremonia, se escuchó la gruesa voz del autor de Mamita Yunai preguntando: ¿Qué pasará con las garantías sociales? Presto respondió don Pepe: ¡Las mejoraremos, carajo!

La derecha delirante nacional nunca perdonó al demócrata como ningún otro, arquitecto de un país de avanzada, que no quiso ser dictador, José Figueres Ferrer, quien, triunfador revolucionario, se negó a anular el legado de Rafael A. Calderón, Monseñor Sanabria y Manuel Mora. Más bien reforzó el arco iris social del país. El populismo de la época, de signo diestro, peleaba fallidas batallas contra el sin par Don Pepe.

El diputado (58/62) Obregón Valverde barrió, atajó, la invasión de la clase alta retrógrada con aquella tan magistral lección. La sociedad soberana en sí misma y constituida entre iguales, más o menos como la definía Jean-Jacques Rousseau en El contrato social.

Y llega el actual estado de cosas. El corrosivo populismo tico. El después del antes, extremo opuesto. Un sindicalismo populista a partir de ANEP, ignorante de que la política no debe complicar la vida de los ciudadanos, sino hacérsela más fácil. Para ello, un buen gestor sindical, de gremio, de curul conduciría su lucha nacional a repartir mejor los recursos e intentar rescatar a los más desfavorecidos.

La ANEP guía su gestión por una senda no revolucionaria ni idealista, es sencillamente de apropiación, a la caza de un botín estatal que engorda más a medida de los apetitos dirigentes cuando precisan consolidar sus posiciones personales de privilegio social/económico. Y salen a superficie pluses, anualidades, mejorías salariales, fechas de recreo … Insultante poderío burocrático. Paga el camello/pueblo sólo estimable a la hora de votar.

La fórmula del bon vivant sirve para moros y cristianos, hasta el rabo todo es toro. Donde hay carne, hay tajada. La lista es larga, abominable. Evidente en Recope, Japdeva, MOPT y afines, Conavi y Cosevi, Aresep pariendo entes de alcurnia. Siguen las pensiones de lujo. Cuesta de Moras multiplica instituciones, cerca de 300, teta prodigiosa para alimentar gerencias, directores, viajes. Sin olvidar las caprichosas exigencias de las universidades oficiales. Si no se aceptan sus presupuestos, in crescendo, estudiantes a la calle en protesta. Las frecuentes huelgas de ANDE y satélites forman parte del folclore inconsciente que domina.

Mientras, las deudas hogareñas asustan, predominan sobre los ingresos. Sumas billonarias contabilizan los impagos por tarjetas. Los gobiernos, de turno y anteriores, hacen malabares para impedir el desbordamiento de la riada de los desajustes, el desbalance, que la grave situación conlleva. Con impuestos no hay remedio, se hiere y desalienta a quienes, de verdad, trabajan. La solución es una, nítida, o todos remamos, al unísono, o la nave se hunde. El agua está, peligrosa, al nivel del cuello.

Coincidente con la angustiosa realidad, en las redes sociales, el fabuloso internet, circula estos días una foto de Don Pepe acompañada de una leyenda expresiva:

Te necesitamos … ¡!

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