Maureen Clake
Era la Costa Rica aldeana, bucólica, simple, pobre, con gente de pies descalzos, gente trabajadora, cuando al inicio del siglo XX se oyen los primeros llantos duros de aquel que sería el costarricense del siglo XX. Hace 110 años, del hogar formado por inmigrantes catalanes, el doctor Mariano Figueres y la maestra Paquita Ferrer, nace don José María Hipólito Figueres Ferrer.
Contaba don Pepe que: “La libertad ha venido a ser mi hermana. Así lo comencé a sentir en aquellos años de mi juventud. Me ha sido difícil explicarme, cómo se puede vivir en el mundo, teniendo las cuatro paredes de un cuarto por horizonte. El chiquillo de la aldea ramonense, había llegado a ser ciudadano del mundo… Mi alma de niño y luego de adolescente, a medida que percibía mejor las duras condiciones de vida del pueblo, tomaba conciencia de que existía en Costa Rica, un ansia de mejoramiento social.”
Decía Adolph Berle, consejero de Roosevelt y Kennedy que: “Don Pepe es un hombre, que despierta en mí un inusitado grado de aprecio. Es un filósofo, más bien que un político; es un hombre de una sensibilidad exquisita. Él se debate interiormente con la realidad de que la política, no consiste de ninguna manera, en salvar el alma, sino en lograr arreglos viables, aunque como resultado, salga de ellos perjudicada el alma.”
Al regreso del exilio dijo don Pepe “El campesino costarricense cuando se le vuelca la carreta, no se sienta a llorar el percance. Rehaciendo su ánimo, la levanta, la pone sobre sus ruedas y sigue su camino. No vamos los costarricenses a sentarnos a llorar por lo pasado, ni yo voy a ser coro de plañideras. Lo que hay que hacer, es ¡marchar hacia adelante!”
Ese era don Pepe. Ese era el hombre que inspiró la Segunda República, ese era el niño que nació hoy hace 110 años y que trasformó la Costa Rica pobre en la Costa Rica de hoy, modelo y ejemplo de democracia en el mundo.
En su discurso de la victoria dijo “El nombre de la estrella que nos guie, debe ser costarricenses: El Bienestar del Mayor Número”.
Han pasado 110 años y la cosecha que hoy disfrutamos es una Costa Rica sin ejército porque ese general victorioso prefirió tomar la plata para la educación. Las mujeres tenemos amplia participación, porque don Pepe entendía, como nadie, la relevancia nacional de la igualdad de género. Su visión de pensar en grande y ejecución nos hace ser un país con acceso a electricidad casi en un 100%, el intelectual y técnico escuchó las ideas de sus amigos y compañeros de lucha e inspiró el ICE. Hoy seguimos luchando sin desmayo contra la pobreza, por ello está el IMAS y Asignaciones Familiares. Hoy, testigos activos de su pensamiento, los violines suenan de las manos de los niños y de los especialistas de las Sinfónicas Nacional y Juvenil.
Don Pepe, nunca nos cansaremos, las y los liberacionistas de seguir su lucha, soñar junto a Usted y su obra por una Costa Rica cada vez más igualitaria y más libre. Gracias, querido don Pepe, nuestra tarea hoy es engrandecer su obra para seguir heredándola a nuestras generaciones venideras.
– Diputada