Por qué apoyo a Sigifredo Aiza

Como socialdemócrata y liberacionista no puede estar ni con José María Figueres ni con Antonio Álvarez

Guido Mora
guidomoracr@gmail.com

Guido Mora

Desde mi juventud he admirado la obra del Partido Liberación Nacional. A pesar de que algunos representantes de las nuevas generaciones no lo valoren, porque como liberacionistas hemos descuidado esa responsabilidad, los programas impulsados por el Partido desde 1948, transformaron la realidad socioeconómica de Costa Rica.

Nuestro país pasó de ser una Nación pobre, a tener índices de desarrollo político y social comparados sólo con países del mundo desarrollado. Esta no fue obra de los enemigos históricos del Partido, fue obra de Liberación Nacional: de las decisiones de la Junta Fundadora de la Segunda República, de los Gobiernos de don Pepe, de don Chico, de Daniel Oduber; de las ideas de Rodrigo Facio, Benjamín Núñez y Luis Alberto Monge. Y, desde luego, del esfuerzo de todos los costarricenses, quienes creímos en el liderazgo de estos preclaros hombres que construyeron, después de la Revolución de 1948, una Patria diferente. Quien no reconozca esta realidad, asume una posición mezquina con Costa Rica y con las ideas de justicia social y solidaridad, que permitieron que miles de familias costarricenses, entre las que me cuento, pudiéramos formarnos como profesionales y con ello, contribuir al desarrollo económico de Costa Rica.

Esta realidad me llevó a formar parte de grupos de trabajo y estudio, cuando joven, y posteriormente, ocupar posiciones de responsabilidad en el Partido Liberación Nacional y en algunas de sus Administraciones.

Mi paso desinteresado -al igual que lo hicieron otros compañeros y compañeras de lucha-, como docente, Director del instituto de Formación Política Rodrigo Facio, Secretario de Actas del Directorio Político Nacional, son el reflejo de mi trabajo y compromiso por las ideas socialdemócratas que hicieron grande a Costa Rica.

¿Qué pasa entonces con José María Figueres?

Después de ocupar una posición de responsabilidad en la Administración del Presidente Figueres, una vez concluido el Gobierno y a pesar de los bajos niveles de aceptación que tuvo entre los costarricenses (alrededor del 15% en 1995), muchos liberacionistas -entre los que me cuento-, presumimos que José María iba a asumir una posición de liderazgo en Liberación Nacional. Cómo hijo del Caudillo, era su responsabilidad, tenía la obligación de preservar y dar continuidad a las ideas impulsadas por Don Pepe.

La partida de José María a su periplo europeo dejo a Liberación Nacional, una vez más, en manos de grupos de poder, cuyas ideas están muy alejadas del pensamiento socialdemócrata y que, con su aplicación, contrario a los objetivos del Partido, han empobrecido a todos los costarricenses.

Posteriormente el escándalo de ALCATEL, que con o sin dolo, causó un daño profundo a la imagen de Liberación Nacional, terminó de hundir la imagen de Figueres, a los niveles en que se encuentran hoy en día (según última encuesta del CID, 33% de los costarricense no votarían por Figueres; 42,1% tampoco lo apoyaría con su voto y con sólo un 3,1% de opiniones favorables, entre los costarricenses, según encuesta de la Universidad de Costa Rica de abril de 2016).

El triste recuerdo de dos administraciones consecutivas del Partido Unidad, la de Miguel Ángel Rodríguez y la de Abel Pacheco, son el reflejo del estado de postración en que quedó Liberación Nacional, después del daño que sufrió en su imagen.

Los liberacionistas no podemos olvidar estas derrotas, como tampoco podemos olvidar la que sufrimos en el 2014, en la que nunca se sentaron las responsabilidades sobre este desastroso resultado.

Esta situación, desde mi perspectiva, es responsabilidad de José María Figueres y de quienes, sin querer leer el signo de los tiempos, han pretendido mantener a Liberación Nacional secuestrado, haciendo de este un partido de su propiedad y no, como fue en un principio, propiedad y reflejo de los intereses de la sociedad costarricense, que confió por años en sus planteamientos, ideas y acciones.

Y, ¿qué pasa con Antonio Álvarez?

No quiero entrar a cuestionar, como lo hizo don Guillermo Zúñiga, las posiciones de Antonio Álvarez en elecciones pasadas. si desean leer su artículo, pueden hacerlo aquí.

Sin embargo, tengo que cuestionar su posición, pues ante la expectativa de triunfo y de obtener el apoyo de algunos otros sectores de Liberación Nacional, los más alejados de la defensa de los intereses de las grandes mayorías, Antonio ha asumido la responsabilidad, en palabras de Rodrigo Arias, “de llevar la agenda arista al Gobierno”.
Como lo he expresado en otras publicaciones, considero que la Administración Arias Sánchez es, en buena parte, responsable de los problemas económicos que tiene Costa Rica en la actualidad.

Creo firmemente, que las ideas, los planteamientos y las acciones que ha impulsado Oscar Arias durante sus Administraciones, están muy lejos del camino socialdemócrata, de la búsqueda de la justicia social y de la patria solidaria que concibieron los Padres Fundadores de Liberación Nacional.

Aunque no queramos reconocerlo, Costa Rica hoy es un país menos solidario, más pobre y menos igualitario. Se han descuidado los programas sociales y las concepciones economicistas han prevalecido sobre los planteamientos de mejoramiento social y lucha contra la pobreza. El asistencialismo focalizado se ha convertido en un instrumento de los gobiernos de turno, sin que se ataquen conscientemente los orígenes de la pobreza y la desigualdad social.

Liberación Nacional ha impulsado las ideas neoliberales durante sus últimas Administraciones. El abandono de nuestras banderas históricas de lucha, nos las han reclamado los costarricenses, negándonos su voto. Quien no haga conciencia esta situación, no efectúa una lectura objetiva del escenario político nacional.

Basta con leer lo publicado en las redes sociales, para percatarse de esta penosa realidad.

¿Entonces, qué hacer?

Ante esta perspectiva, después de estar por más de doce años dedicado al ejercicio privado de mí profesión, tome la decisión de volver a involucrarme activamente en política, apoyando al Dr. Sigifredo Aiza Campos.

Soy consciente de que Sigifredo no tiene el dinero, la imagen nacional o el apoyo de los sectores económicos poderosos que, en defensa de sus intereses, están facilitando desproporcionadamente a otros precandidatos.

Sin embargo, a pesar de estas carencias, el Dr. Aiza tiene la valentía, la trayectoria partidaria, la honestidad y los valores que necesita hoy Liberación Nacional, para iniciar un rescate de esas banderas históricas plasmadas en las Proclamas de Santa María de Dota: la lucha contra la corrupción, contra la pobreza y la mala fe.

Sigifredo ha defendido, como Diputado, miembro de las diversas Asambleas de Partido y por sobre presiones de algunos de quienes hoy le adversan, los dictados de su conciencia y el compromiso con las banderas socialdemócratas y liberacionistas.

El Dr. Aiza, con posiciones inquebrantables, ha impulsado, desde los puestos de responsabilidad política que ha desempeñado, las ideas que, desde su perspectiva, se apegan a la búsqueda del bienestar por el mayor número, que era y debe volver a ser, el objetivo y la estrella que guíe el camino de Liberación Nacional.

Por lo antes expuesto he decidido colaborar con la campaña del Dr. Sigifredo Aiza, porque los sagrados valores de solidaridad, igualdad y seguridad social que aprendí en La Catalina, comprometen mi conciencia con un hombre honesto y leal, que representa los valores más sagrados del ser costarricense.

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