Hacienda La Caja y su casona

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

Hace diez años, en el 2007, asistí a una ceremonia muy bonita en la sede central del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) en la Uruca, donde se le hacía un homenaje a don Francisco J. Orlich expresidente de la República, el recordado don Chico. Se hizo en el INA, porque esa institución fue creada en su administración (1962-1966), de hecho la sede lleva su nombre, y a la entrada de las instalaciones hay una estatua suya. El homenaje se hizo ese año, para celebrar el centenario de su nacimiento.

El evento principal del homenaje se llevó a cabo en una casa de madera muy bonita, que parecía recientemente restaurada, dentro de las instalaciones. En su momento me pareció algo curioso, ¿qué hacía una casa así en medio de los modernos edificios del INA? Incluso a la entrada de ella hay un rótulo con la leyenda “Hacienda La Caja 1912”. Como es mi costumbre, aproveché y tomé varias fotos de la casa, por si acaso; pero dejé el tema de lado en ese momento.

Recientemente, revisando un grupo de Facebook llamado “Amantes de Casas Antiguas CR”, me reencontré con la casa y como se dice popularmente “me volvió a picar la curiosidad” de conocer más sobre ella y especialmente algunos detalles de la Hacienda La Caja, a quien le habían pertenenecido los terrenos y la casa, que era donde vivía la familia del administrador.

Vale la pena recordar quienes fueron los dueños de la hacienda.

La finca era propiedad de Otto Jonathan Hübbe Bergeest, comerciante alemán, domiciliado en Hamburgo. La historia nos cuenta que una firma denominada Hübbe, la adquirió en la segunda mitad del siglo XIX y su principal accionista era don Otto. Años más tarde, a la muerte de don Otto, su esposa Eliza Hirsecom y sus dos hijos Hans y Emmi Hübbe, heredan la finca. Emmi se casó con Ferdinand Vedoua y sus descendientes todavía residen en Costa Rica.

A raíz de la segunda Guerra mundial, y por ser sus dueños alemanes, se expropia la Hacienda, y después de varios años de estar intervenida pasa a manos del Estado.

Originalmente la extensión del terreno de la hacienda era de 700 manzanas, unas 490 Ha. Como se puede ver en este mapa aquí, la ubicación era muy estratégica. Estaba rodeada por tres ríos, principalmente el Virilla y el Torres, y en una pequeña parte el Tiribí; además se había construido la planta eléctrica de Electriona, y por sus terrenos era la única forma en que se podía ingresar a esta. También la línea del ferrocarril atravesaba la finca.

Algunas construcciones de las que se tiene conocimiento y que se ubicaban en esta finca son: una casa de habitación de dos pisos, fabricada en madera, misma que es actualmente la casona que se yergue en el INA, 13 casas para peones, beneficio de café, bodegas y otros.

De esta forma se expresaba en los años treinta, el periódico La Tribuna, de la hacienda: “Situada al oeste de la capital, entre la carretera que conduce al Río Virilla y la planta Electriona, en una extensión de setecientas manzanas, de las cuales hay cultivadas actualmente cuatrocientas cincuenta de café. La labor conjunta realizada por los señores Hübbe y Peters dio, el magnífico resultado de que surgiera a la vida de la agricultura nacional esta hermosa finca que tiene el privilegio, entre muchos otros, de estar distante de la capital, solo a diez minutos en automóvil, llegándose a ella por amplia y maciza carretera asfaltada, hasta la Uruca y de ahí a la finca que se extiende de uno y otro lado de camino a la Electriona, siendo este trecho uno de los más pintorescos recodos de las cercanías de San José”.

Por su proximidad con la ciudad fue muy conocida por los habitantes de San José, siendo una fuente de trabajo y progreso para los vecinos de La Uruca y poblaciones cercanas. En realidad estaba compuesta por cinco fincas: Las Animas, Coronado, La Caja, don Alejo y Los Electriones.

En la actualidad podemos hablar de varios lugares importantes que se derivaron de los terrenos de la Hacienda: El Hospital México (CCSS), el Hospital de Rehabilitación, el Hospital del Trauma (INS), Parque Nacional de Diversiones, el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), el Sinart Canal 13, Migración y Extranjería, de los que me acuerdo. También el cementerio de la Uruca, y la escuela pública Otto Hübbe. No hay que olvidar también la famosa urbanización de La Carpio, el relleno sanitario del mismo nombre que recibe la basura de San José y sus alrededores; además de la nueva planta de tratamiento de aguas residuales del AyA. Junto a los anteriores lugares públicos; también hay varios otros privados como urbanizaciones, iglesia, centros comerciales, una cadena de televisión y radio, etc. La Carpio la pongo como pública, porque aún no se ha terminado de titular.

Para 1918-1919 ya existia la escuela, que se cree fue creada para que los hijos de los peones lograran estudiar, y que en 1939 pasó a ser pública. Como anécdota, cuando Omar Dengo fue expulsado, por el régimen de los Tinoco de la Normal Superior, llegó a laborar a ese pequeño plantel educativo donde fungió como director.

El año pasado tuve que ir al Sinart (Canal 13) y aproveché para hacer el recorrido hasta la línea del tren, que está pasando La Carpio y el relleno sanitario; en la entrada de Electriona, que está muy cerca de la confluencia del río Tiribí con el Virilla. Ahí a la derecha se puede ver el puente del ferrocarril sobre el Virilla y a la izquierda, la vía que lleva al puente del Torres y a Pavas. No pude ir más allá, hasta la propia casa de máquinas de la represa, dado que debía tener una autorización, la cual no había tramitado, así que después de unos minutos me devolví, no sin antes ver a gente que atravesaba a pie el puente del Virilla para salir a San Antonio de Belén.

 
La casona de estilo victoriano, fue construida en 1903, y declarada monumento de interés arquitectónico con el Decreto No. 18974-C del 17 de mayo de 1989, publicado en La Gaceta No. 94, pasando a ser parte del patrimonio nacional. La casa es una verdadera belleza, y en su restauración se invirtieron ₡ 52 millones, siguiendo los lineamientos del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, del MCJ. Se mantuvo su estructura, así como algunos de sus componentes originales: pisos, paredes, marcos de ventanas y cerrojos, entre otros.

En la actualidad quien le da mantenimiento es el INA, su dueño, y ahí alberga algunas de sus oficinas. La casona está abierta al público de lunes a viernes de 8:00 a. m. a 3:30 p. m.; la entrada es gratuita; se puede visitar, previa cita que se gestiona en la administración de la institución.

Por último les recomiendo la lectura de Expropiación de la finca cafetalera La Caja en Costa Rica en el entorno de la segunda guerra mundial de Gertrud Peters Solórzano y Margarita Torres Hernández, publicado en la Revista electrónica de historia Diálogos de la UCR. Muy interesante y con lujo de detalles. El mapa y las imágenes antiguas las tomé de ahí. También pueden leer La Historia de la Casona un muy completo brochure, que editó el INA para celebrar la restauración, y que publiqué en mi sitio de Costa Rica.

 
Muchas gracias a don Max Espinoza del grupo de FB “Amantes de Casas Antiguas CR”, de quien tomé prestadas la mayoría de las imágenes de la casona.

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Un comentario

  1. Manrique Álvarez

    Excelente información de rescate patrimonial y cultural. Muchas gracias. Saludos.

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