Descartar la doble moral y la corrupción

Vía costarricense

Johnny Soto Zúñiga

Johnny Soto Zúñiga

Actualmente el síndrome de la corrupción en Costa Rica, se ha convertido en el problema número uno para la opinión pública, según los índices de medición que realizan las encuestadoras. El tema de la corrupción es recurrente en las conversaciones cotidianas, tantos en foros de análisis, medios de comunicación masiva, como en grupos de amigos (as) o familiares o la ciudadanía en general.

En una sociedad que ha tenido una gran creencia en el sistema democrático, y que las formas de representación política ha sido a través de los partidos políticos, se torna muy preocupante la caída en la falta de credibilidad en los políticos, apatía electoral y altos índices de abstencionismo en las últimas elecciones nacionales que parece que no variara para las elecciones de febrero del 2014. La doble moral de los gobernantes, políticos o detentadores del poder es un factor determinante del fenómeno de la corrupción y de esa pérdida de credibilidad.

La corrupción en la función pública y privada, corresponde a conductas antiguas, no es una nueva patología social; y debe estudiarse y tomar decisiones en todos los aspectos como el educativo, recuperar los valores morales y éticos, los problemas socioeconómicos, los temas religiosos o políticos. La prensa juega un papel de suma importancia en la denuncia contra actos corruptos, tiene una función fiscalizadora y de vigilancia al servicio de la sociedad.

Los dirigentes políticos que actúan con dobles discursos, promesas en campaña electoral, que no van a poder cumplir, o simplemente cuando llegan al poder, cambian fácilmente de parecer; yo diría que es una forma de corrupción. Porque denota una mala fe y doble moral, que implica no tener coherencia en su pensamiento; o se deja llevar por la influencia de otros intereses extraños que lo hacen cambiar contra el bien común o interés general, con conductas contrarias a la justicia y solidaridad social.

Un gobernante, sea Presidente de la República, Vicepresidente, ministro, diputado, presidente ejecutivo de instituciones autónomas, gerentes o miembros de juntas directivas etc.; deben dignificar la función pública y respetar el ordenamiento jurídico y actuar conforme a los valores éticos y morales. Por ejemplo, no basta solamente que el presidente de la República se diga que es honrado; lo importante es que los funcionarios que nombre lo sean también. De qué sirve que digan que presidente más honesto, si dejó que se dieran malversaciones de fondos, el enriquecimiento ilícito, o permitió las comisiones o dádivas por debajo; o se prestó al juego de la licitaciones montadas o amarradas en beneficio de intereses particulares.

Un gobernante debe escoger siempre el bien sobre el mal; actuar con ética y moral que le permita que sus actuaciones sean conforme con ese conjunto de reglas morales que le permitan discernir entre el bien y el mal. Esto es lo que tiene a los ciudadanos (as) costarricenses cansados de los gobernantes y de los políticos; por las constantes violaciones a la ética y utilizar una doble moral, que hacen que día a día la creencia en ellos sea muy vulnerable, degenerando un peligro en nuestro sistema democrático. El deber y obligación de responsabilidad de los funcionarios públicos es fundamental; sus actos y acciones deben hacerse respetando las leyes vigentes; de lo contrario se cae en actos corruptos, ineficientes y la desilusión de los administrados es enorme.

El gobernante debe tener mano dura contra los corruptos, cero tolerancia; pero no es con “discursitos de los dientes para afuera”, como se soluciona este flagelo o fenómeno social. Debe ser garante y vigilante de los negocios que llevan a cabo las instituciones públicas; no solamente es delegar en otros que hagan lo que les dé la gana, sino darle seguimiento a que las decisiones se tomen conforme al ordenamiento jurídico, la responsabilidad en el cumplimiento del deber y los valores éticos y morales. No se gobierna para los amiguitos (as) de colegio o universidad, o beneficiar a gente de su círculo más íntimo; se gobierna para todo un país, tampoco echándole la culpa a otros (as) de las decisiones que le corresponde como gobernante, sólo así se puede inspirar confianza y que los ciudadanos vuelvan a creer.

Incluso se dice que quienes ocupan eventualmente la presidencia, ante decisiones equivocadas, que derivaron en actos de corrupción muy graves aparentemente se libran con la siguiente exclamación: “hagan lo que sea, pero a mí no me involucren y me tienen que sacar libre de esto”. Traigo el recuerdo de las palabras del ex vicepresidente de la República Ing. Jorge Manuel Dengo: “La formulación de patrones de organización o modelos funcionales hacia el futuro, demandan una altísima calidad y eficacia en la conducción política y técnica del país. Las reglas del juego y los valores cívicos del proceso democrático se ponen a prueba ante los desafíos que impone el proceso de transición que experimenta el mundo. Es aquí donde deben surgir los grandes líderes y los grandes estadistas que requiere la acertada orientación de Costa Rica.

Para concluir, mi principal deseo es que la juventud actual, a la cual le corresponden las responsabilidades de recibir y conducir el país en los futuros 20 años, asuma con valentía el reto de depurar y perfeccionar nuestra valiosa democracia, haciendo de la política el noble ejercicio único que debe ser y fortaleciendo la ética social y los principios y valores que la sustentan, en cada uno de los actos de su vida ciudadana.” (Ética y Política en Costa Rica: La visión de los protagonistas. Ing. Jorge M. Dengo. Pág.64)

Ahora que estamos en una contienda electoral; los partidos políticos y sus candidatos exponen sus ideas y programas ante el electorado, se llevan a cabo debates entre ellos. A propósito del tema de la ética y moral y la corrupción esperemos sea una tema principal; al igual que los temas de la reforma fiscal, reforma del Estado, el desempleo, la pobreza, la desigualdad, la inseguridad, crecimiento de la economía, la inflación, la crisis de la CCSS, educación y salud, agroindustria, inversión en obras e infraestructura, nuevas formas de obtener energías, atracción de inversión extranjera, etc.

El fenómeno de la corrupción en esta oportunidad está en primer lugar en los índices de opinión pública y tiene que ver con la credibilidad en la democracia; el dejar a un lado el engaño y la demagogia, en fin el doble discurso. El ciudadano espera que la ética y la política vayan de la mano y no sean distantes. Espera soluciones y decisiones claras de los dirigentes políticos y los aspirantes a la presidencia de la República. Con medidas claras podemos lograr que realmente se descarte la doble moral y la corrupción en la política, en la función pública y privada en beneficio de nuestra sociedad.

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