Yo no fui, fue Teté

Pandemia

Yayo Vicente

Quería darle una pausa de tranquilidad a las personas que tienen la bondad de leer la columna Pandemia. Me resultó imposible el “voto de silencio” ante la noticia de ayer 14 de junio del 2021, que nos anuncia de al menos 57 allanamientos, incluida Casa Presidencial, el Consejo Nacional de Vialidad (CONAVI) y el Ministerio de Obras Públicas y Transporte (MOPT), empresas constructoras y casas de habitación, por los delitos de cohecho, penalidad de corruptor, tráfico de influencias, en perjuicio de los deberes de la función pública. Hablan de casi 80 mil millones de colones y esos son muchos ceros a la derecha. Todos quedamos socolloneados. “Tras cuernos, palos”, teníamos bastante con la pandemia y se nos viene este chaparrón.

Corrupción

Etimológicamente la palabra corrupción viene del latín corruptio (acción y efecto de destruir o alterar globalmente por putrefacción, también acción de dañar, sobornar o pervertir a alguien).

No metamos todo en el mismo saco, la corrupción no es lo mismo que los privilegios y tampoco debe confundirse con una decisión política que salió mal.

La corrupción existe desde que nos organizamos para vivir en sociedad. Uno de los primeros hechos documentados se remonta el Reinado de Ramses IX, 1.100 a.C. en Egipto. Un funcionario del faraón denunció que otro funcionario se había asociado con una banda de profanadores de tumbas.

La corrupción es parte del desarrollo de la especie humana y cobra fuerza en algunos contextos culturales y económicos. Jacobo Rousseau (1713-1788) en su obra “El Contrato Social”, afirma que las personas nacen buenas y se corrompen en sociedad.

Estudios de la universidad de Yale concluyen que el hombre al nacer no tiene enmarcados comportamientos de maldad y que por el contrario prefieren comportamientos amigables y socialmente aceptados, si la teoría de Rousseau resulta afirmativa es entonces el entorno el que genera comportamientos corruptos, un niño que nace en una sociedad altamente corrupta está destinado a adoptar este tipo de comportamientos. “El hombre es un lobo para el hombre”, Thomas Hobbes.

Parece necesario reinventar al ciudadano costarricense, está bien ambicionar mejores y más servicios de calidad y bienes materiales, pero sin insolencia, sin exceso y sin provocar divisiones en castas. Necesitamos sentir gozo por un atardecer, un recital, contemplar una pintura, avistar un quetzal o terminar el día con el placer del deber cumplido. Necesitamos abrazar al Otro y verlo como el igual que es.

¿Repartimos culpas?

♬ De Tin Marín de Do Pingüé,
Cúcara Mácara, títere fue
yo no fui, fue Teté,
Pégale, pégale, que ella fue. ♬

La cancioncita que los niños utilizaban como método de selección aleatoria, oculta la oscura historia de un crimen, el crimen de Tín Marín y Do Pingüé.

Los versos revelan que una mujer fue inculpada por los autores intelectuales del asesinato: Don Martín «Tín» Marín y el Señor Reinaldo «Do» Pingüé, quienes encubrieron el ilícito con la inocente Cúcara Mácara. La ejecutora del crimen, María Esther «Teté» de Marín, ella fue. Se culpa a la inocente Cúcara y si me preguntaran, yo diría que deberían encarcelar a los tres, a Don Marín, al Sr. Pingüé y a María Esther y dejar en libertad a Cúcara.

Por supuesto que la impunidad es inaceptable, por supuesto que los corruptos y corruptores deben pagar. Ojalá que los legalismos que encuentren los abogados bien pagados, no sean suficientes para no cerrar este triste capítulo de la vida nacional.

La pregunta no debe ser, ¿repartimos culpas?, sino ¿cuánto de culpa tenemos quienes no fuimos autores directos? Si la corrupción es inherente a los seres humanos en sociedad, si los niños nacen impolutos, ¿que dejamos de hacer? ¿No es que en guerra avisada no muere soldado?

Lo que me enoja, es nuestra incapacidad para poner en práctica procedimientos y sistemas que mantengan a raya la corrupción. Atrapamos ratones y se nos escapan elefantes. Hemos entrabado al Estado, lo hemos encarecido, es ineficiente, y no conseguimos alejar la corrupción.

Prevenir y no curar

Si hay algo que molesta en medicina, es el fracaso a la prevención. Un enfermo es una derrota. Estamos viviendo un colosal fracaso en materia de prevención de la corrupción.

Tantas leyes, policías, contraloría interna y externa y es una denuncia la que dispara al aparato interventor. Con escuchas telefónicas se empieza a entender la organización de este caso, quién cobra, quién paga y cómo se salda la cuenta (carros, favores sexuales, efectivo, terrenos …) Nada del elaborado sistema anticorrupción sirvió.

No estoy en contra de los “whistleblowers”, de quienes soplan o cantan. Solo que quedó en evidencia que las medidas preventivas no sirven y son una porquería.

Además del erario

En estas crisis se sabe cómo empiezan y nunca cómo terminan. Casi 80 mil millones de colones son muchos ceros a la derecha, pero no lo es todo. Cuidadosamente hemos venido construyendo a Costa Rica y la democracia que aceptamos, queremos y con la que rajamos ante el mundo.

  • Un sistema judicial garantista, que prefiere un culpable libre a un inocente en la cárcel. Donde se respeta el “debido proceso”, que recogimos de Juan I (Juan Sin Tierra) y el “principio de inocencia”, (reafirmado por Hobbes, Montesquieu y Beccaria, luego que se revirtiera en las prácticas inquisitivas de la Edad Media), uno de los elementos esenciales que integran al garantismo procesal.

«un hombre no puede ser llamado reo antes de la sentencia del juez, ni la sociedad puede quitarle la pública protección sino cuando esté decidido que ha violado los pactos bajo los que fue concedida.» César Beccaria

  • Un sistema legislativo transparente, en la elaboración de las reglas (leyes), que facilita la convivencia pacífica, entre distintos, usamos mecanismos democráticos: debate, polémica y discusión, elementos inseparables del sistema democrático. La alternativa es echarse el rifle a la espalda y arreglar las diferencias en el potrero. El resultado del “estira y encoge”, es el decreto legislativo.
  • Las sociedades requieren ser gobernadas. Se han utilizados distintos mecanismos para determinar a los gobernantes, hemos escogido que los gobernados los nombremos. Un ejecutivo que puede ser alternado, es electo por mayoría y tiene “pesos y contrapesos”, no solo que no concentra el poder, su mandato es limitado a cuatro años y la sociedad civil organizada, participa libremente y ejerce presión y termina por modular las decisiones.

Las encuestas de opinión nos reiteran el cansancio de la mayor parte de la población por la política, los políticos y los partidos políticos. Estamos llegando cerca del abismo, que esa mayoría pierda completamente la confianza y repudie al sistema democrático (sin propuesta alternativa o mejorada). Además de la enorme masa de dinero que se desvió, la corrupción nos puede costar nuestra bicentenaria democracia.

Con este acto, también existen otras pérdidas menores, que no por ello dejan de ser importantes. ¿Cuántos pequeños emprendimientos fueron aplastados con esos casi 80 mil millones de colones?

“Follow the money” (Siga el dinero)

En la película “Todos los hombres del presidente”, se sugiere que la corrupción puede salir a la luz examinando las transferencias de dinero. ¿Cómo son posibles compras y estilos de vida, por encima de los ingresos reportados? Con la info tecnología, parece inutilidad o conveniencia no detectarlo.

El principio de Pareto o Regla del 80/20, parece aplicable también a la corrupción. Al 20% de los órganos que gastan el 80% del presupuesto, hay que ponerles lupa, son las que tienen mayor riesgo de caer corrupción, a lo que se le debe agregar tráfico y lavado.

El problema no son las malas hierbas, somos nosotros los malos agricultores que las dejamos adueñarse del cultivo.

Ya es hora de poner en práctica lo que sabemos: 1) lo aprendido con “Panamá Papers”, 2) cerrar las puertas giratorias (donde a veces una persona está en la empresa privada y luego en la autoridad que la regula y viceversa) y 3) autoridades donde se sientan los regulados.

Si, enjaulemos a don Marín, al señor Pingüé y a María Esther y dejemos en libertad a Cúcara, por encima de todo, hagamos el ejercicio preventivo.

PANDEMIA. El fenómeno salud-enfermedad, es complejo y cuando se escala a una población, se le suman infinidad de nuevas variables, haciéndose todavía más intricado. Poner en palabras simples lo que todavía no termino de comprender, ha sido mi reto durante la pandemia por covid-19.

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Un comentario

  1. Gustavo Elizondo

    Mi amigo Yayo, excelente, me pregunto ¿y la Contraloría?, ¿Qué controla?, y ojo, aparentemente esta vez se le metieron hasta la cocina. Yo no fui, fue teté.

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