Yo estudié con curas

Desde La Mina 2.0

Mauricio Castro Salazar
mauricio.castro.salazar@gmail.com

Mauricio Castro

Mucho he visto, leído y escuchado del abuso, acoso, violaciones y más, que malvados curas le han hecho a algunos y a algunas jóvenes. Han sido curas desviados de su credo y deben ser juzgados y castigados con toda la fuerza de la ley.

De igual forma he escuchado que obispos y diversos jerarcas de la Iglesia han ocultado y protegido a esos curas malvados…también esos deben ser juzgados y castigados con toda la fuerza de la ley.

Yo estudié con curas de la Orden de San Vicente de Paúl, “Vicentinos”. Con voto de pobreza y dedicados a la evangelización y a la educación. Vinieron desde el siglo XIX, establecieron una misión en Talamanca, ayudaron a formar sacerdotes y fundaron el Colegio Seminario en 1894, en el cual estudiamos mis hermanos y yo, mi papá, tíos y otros de mis ascendientes y familiares cercanos y lejanos.

De la misión en Talamanca invito a los que tengan conocimiento a que lo compartan. Yo solo conozco narraciones de segunda mano. Hace algunos años me encontré a un investigador lingüista alemán que estudiaba el alemán puro y antiguo que habla alguna gente en Talamanca…

Cada vez que tengo reuniones con excompañeros de Colegio, o me encuentro con gente que estudió en el mismo Colegio les pregunto si conocen de algún abuso, acoso, violación de los curas a alguien.

La respuesta generalizada ha sido que no. ¿Vergüenza a contar?¿Miedo al qué dirán? Posiblemente, pero repito nadie me ha contado nada y confieso que he escarbado y he preguntado.

En mi mente tengo a curas sencillos y humildes, con sotanas cosidas y recosidas, con zapatos cosidos y recosidos, con camisas cosidas y recosidas, con modales duros y preocupados porque aprendiéramos, desde poder responder al contar 3 cuánto es 25 x 13 hasta saber cuáles eran las horas de sueño profundo. Desde que hiciéramos deporte hasta que aprendiéramos melodías de Schuman. Desde que aprendiéramos sobre los evangelistas hasta que supiéramos de artes plásticas.

Sí, vi curas dar un manazo o una patada o decir cosas duras a algunos (“mejor venda maní en la estación del tren”, “hombe buto, idiota”). Nunca los vi acariciar o decir cosas con intenciones sexuales y mucho menos alguna insinuación… Y la dureza la tuvieron sin considerar tamaño, color o posición económica…era pareja para todos.

Me preocupa cuando se generaliza y se dice casi que la Iglesia Católica ha promovido la pedofilia, y veo gente que protegida por las redes sociales le da palo a la Iglesia sin asco. Pero no veo a esa misma gente reconociendo a esos curas sacrificados en las comunidades, en las que nadie quiere entrar porque no pueden salir o en las montañas profundas en la que menos gente quiere entrar y mucho menos servir.

Tengo vivo en mi memoria a un cura de la aristocracia alemana, cuyo único lujo era fumar pipa, lo que implicaba que su familia le enviara tabaco desde Alemania cada cierto tiempo. Un día contó que había pasado más de 40 años sin ir a su casa natal y cuando llegó se dio cuenta que hablaba un alemán muy diferente, un alemán antiguo sin evolución, y que poca gente le entendía.

Yo no puedo estar callado ante lo que pasa. Sí, acusemos a los curas malvados, a los que los encubrieron, pero debo reconocer públicamente que solo puedo agradecer la educación que tuve, y sí, de curas en el Colegio Seminario bajo un lema estricto: Virtud y Ciencia.

Yo estudié con curas y no me arrepiento.

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