¿Y si los “aranceles Trump” siguen la lógica de la economía para la guerra?

Por Luis Ángel Hierro* – Público.es

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Cuando en 1933, nada más llegar al poder, Hitler comenzó a aplicar una política fiscal expansiva de inversión pública masiva sorprendió a los economistas de la época. Hasta ese momento tan solo los socialdemócratas suecos habían iniciado el camino de la expansión de demanda para solucionar la depresión creada por el crack del 29. Hitler aplicó una política de expansión de demanda que hizo que el desempleo pasase del 26,3% en 1933, al 4,6% en 1937, sin que todavía hubiera una teoría económica que la soportase. La Teoría General de Keynes se publicó en 1936, y lo hizo contraviniendo todos los postulados de los economistas neoclásicos liberales de la época que, como ahora, se basaban en la ley de Say, en el erróneo razonamiento de que si aumenta el gasto público disminuye el ahorro disponible para la inversión y por tanto se invierte menos y cae la producción y el empleo.

¿Cómo fue posible que Hitler aplicase una política expansiva de demanda radical y eliminara el desempleo en Alemania sin un soporte teórico económico que la fundamentara? ¿Era un visionario? Hoy es fácil de entender, Hitler no aplicaba ninguna teoría económica al uso, Hitler aplicaba los principios de una economía para la guerra y tuvo la suerte de que esa economía era la adecuada para salir de la Gran Depresión, para acabar con el desempleo y la crisis económica. Desgranar aquí la economía de Hitler para la guerra no es nuestro objetivo. De hecho, mi único interés de recurrir a la historia es para explicar cómo las decisiones económicas pueden estar justificadas en razones que las pueden hacer incoherentes a la luz de los conocimientos económicos habituales, pero que no lo son si aplicamos una lógica diferente, que es lo que creo que debemos hacer con las medidas que está tomando Trump.

Me explico, creo que Trump está siguiendo la lógica de organizar la economía norteamericana para una hipotética guerra global contra China. Seguramente, entre los papeles secretos que se llevó a su residencia cuando fracasó el intento de golpe de Estado de sus “cornudos” seguidores, se encontrarían previsiones de futuros distópicos entre los que probablemente se encuentre alguno que trate la hipótesis de una guerra global contra China. En situación de guerra importar más de lo que importas implica que no tendrás divisas suficientes para pagar tus importaciones y que tu producción no será suficiente y que dependerás de suministros exteriores susceptibles de ser bloqueados. Visto desde esa perspectiva, para evitar un desabastecimiento que pudiera cortocircuitar la producción norteamericana, el objetivo económico debería ser conseguir una economía lo más autárquica posible. Ahí es donde podemos encontrar la explicación los aranceles de Trump.

Obviamente, construir una economía autárquica implica mayor inflación, ya que estás renunciando a los menores costes que puedes encontrar en los países que disponen de ventajas comparativas pero, a cambio, si necesitas vehículos los construyes tú, si necesitas aviones y barcos los construyes tú, si necesitas acero lo fabricas tú, si necesitas componentes electrónicos los fabricas tú … La política autárquica es una política de producción no de precios; el objetivo es tener capacidad de producir, no conseguir los bienes más baratos. En la lógica de la economía para la guerra son perfectamente coherentes los aranceles de Trump, ya que los aranceles lo que pretenden es reducir las compras del exterior, la dependencia externa, y ampliar la producción nacional.

En esta lógica también entra el interés de Trump por las tierras raras, de las que al parecer USA no dispone en cantidad suficiente. Esa necesidad es la que justifica el chantaje a Zelenski -Ucrania seguirá existiendo con mi apoyo a cambio de tus tierras raras-, o el intento de apropiarse Groenlandia. No obstante, en este último caso también confluye que es el ámbito más vulnerable para la defensa de los Estados Unidos, de ahí los movimientos políticos de presión para hacerse con ese territorio, que afectan también a Canadá. En la lógica de Trump, el norte de Norteamérica es débil si está en manos de europeos, Groenlandia, o si responde a la lógica política europea, Canadá.

Pero volvamos a los aranceles, las predicciones más pesimistas para los norteamericanos son que la economía china superará a la economía norteamericana en 2035 y las más optimistas la fijan en la década de los 40. Además, en cuanto a la producción industrial, hace más de una década que China superó a Norteamérica y en breve la duplicará. Si tenemos en cuenta que para la guerra los más importante es la producción industrial, en la lógica de Trump fomentar la producción en el interior de Estados Unidos es fundamental y la única forma posible es reducir la entrada de productos extranjeros y sustituirlos por producción nacional, y para eso los aranceles son el arma más elemental. Trump y sus asesores confían en que, si aguantan el primer impacto inflacionista y de caída de las bolsas, en un plazo relativamente corto debería aumentar la producción norteamericana, los salarios y el empleo y después las cotizaciones bursátiles.

Creo que cuando Trump lanza su MAGA (“Make America Graet Again”), no está pensando en un mundo pacífico, liberal, basado en los intercambios voluntarios del mercado, ya que en ese mundo de comercio global es inexorable que China, con una población que multiplica por cuatro a la nortemericana, acabe superando a Estados Unidos en todos los aspectos económicos. Para mí que Trump lo que quiere retrasar todo lo que pueda es el “sorpaso” económico de China y para eso ha decidido cambiar el orden económico mundial.

En el ámbito de la lógica geopolítica de postguerra, que ha dominado la segunda mitad del siglo XX y el primer cuarto del XXI, Estados Unidos había optado por tejer una alianza política con Europa, más de 500 millones de habitantes, y por hacer interdependientes los mercados para que la guerra tenga más costes que beneficios para quien quiera romperla, así se ha aplicado con Rusia (por cierto, el tema del error estratégico de Europa con Rusia merece capítulo aparte). Pero para Trump el bully Europa no es América, los empollones europeos somos “patéticos” y “gorrones”, gastamos en bienestar en lugar de gastar en defensa y por eso Estados Unidos tiene que gastar tanto en defensa. Los Estados Unidos con los que sueña Trump no quieren ser grandes liderando una gran coalición global en la que tengan que negociar con Europa, Trump quiere hacer y deshacer sin tener que convencer y para eso intenta convertir a Estados Unidos en una isla, “MAGA”. Ese aislacionismo en el ámbito económico recibe el nombre de autarquía y para su construcción los aranceles son el paso menos intervencionista. El siguiente paso consiste en prohibir el consumo del bien extranjero, eso fue lo que hizo Trump en su primer mandato con Huawei para impedir su hegemonía con el 5G y es el que va a aplicar en breve a TikTok.

Somos muchos los que hemos bromeado con la posible locura o estupidez de Trump, sobre lo infantil de su cartelería o sobre su comportamiento de bully. Ahora hay muchos economistas que elucubran sobre su metedura de pata con los aranceles, un error económico de primero de carrera. Pero no nos precipitemos, basta cambiar la perspectiva para entender que Trump puede estar siguiendo un plan perfectamente lógico y racional: ¿Y si lo que quiere Trump es cambiar el orden económico mundial siguiendo la lógica de la economía para la guerra? ¿Y si lo que quiere es que ese sea su legado? Alguien debería preguntar por los aranceles en el Pentágono.

* Catedrático de Economía Pública de la Universidad de Sevilla

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