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Carlos Revilla Maroto
Whistler es una ciudad pintoresca situada en la provincia de Columbia Británica, Canadá, a unos 120 kilómetros al norte de Vancouver. Este destino es conocido mundialmente por sus impresionantes paisajes montañosos, sus instalaciones de esquí de primer nivel y su vibrante ambiente turístico. La carretera costera Sea-to-Sky, que une Vancouver y Whistler es ya toda una experiencia, además de ser una de las carreteras más bellas del mundo de las que conducen a complejos de esquí. El ser otoño hizo el trayecto todavía más bonito, por la diversidad de colores en la vegetación, especialmente los árboles.El desarrollo moderno de Whistler como un destino turístico comenzó en la década de 1960, cuando se realizaron los primeros esfuerzos para convertirlo en una estación de esquí. La construcción de la autopista Sea-to-Sky en 1966 facilitó el acceso y promovió el crecimiento de la comunidad.
Con la excepción de Alberta, ninguna otra provincia canadiense se acerca a la belleza y la grandeza de las montañas de la Columbia Británica. Los gigantescos picos gemelos de Whistler y Blackcomb están unidos en su base por el pueblo de Whistler, que es de estilo europeo y peatonal en su totalidad, y donde no sólo están los destinos de esquí más grandes de Norteamérica, sino también de los mejores del mundo.
Whistler es sinónimo de deportes de invierno, especialmente el esquí y el snowboard. La estación de esquí, que combina las dos montañas majestuosas, es una de las más grandes y populares de América del Norte. Ofrece una amplia variedad de pistas para todos los niveles, desde principiantes hasta expertos, y es famosa por sus excelentes condiciones de nieve y su extensa área para esquiar.
Este complejo de esquí cuenta con innumerables atractivos: el mayor descenso vertical del continente (1 525 metros), 2 830 hectáreas de terreno para esquiar (810 hectáreas más que el complejo de esquí más grande de Estados Unidos), más de 200 pistas señalizadas, 12 enormes hondonadas alpinas, nueve impresionantes metros de nieve al año y una temporada de esquí que va desde finales de noviembre a mayo (en Blackcomb se puede esquiar desde mediados de junio a agosto). Todo esto podría llegar a ser agobiante si no fuera por el sistema de teleféricos de alta velocidad y el amable y eficiente personal del complejo (desde camareras a instructores de esquí). De hecho, el gran tamaño de Whistler-Blackcomb hace posible que los más de un millón de visitantes anuales se pierdan en sus pistas preferidas. Nunca da la sensación de estar abarrotado.
El único inconveniente puede ser el clima, que es totalmente impredecible: la base del complejo está situada a 670 metros por sobre el nivel del mar, y llueve con frecuencia por debajo de esa altura. No obstante, suele escampar cuando los esquiadores van camino de los picos, así que hay que ascender todo lo que se pueda. De hecho cuando fuimos desde Vancouver, estaba lloviendo, y no paró en toda la noche y al día siguiente. Era mediados de octubre, y hacía bastante frío. El clima nos impidió hacer todas las cosas que queríamos, y los teleféricos estaban suspendidos por mantenimiento. Pero a pesar de lo anterior la ciudad es preciosa y disfrutamos mucho la estadía. El recorrido a pie por el pueblo es lindísimo.
Aunque el 55% de las pistas de ambas montañas es apto para esquiadores de nivel intermedio, Whistler-Blackcomb se ha convertido en una especie de lugar de culto entre esquiadores de nivel avanzado y extremo. Whistler también es conocido por haber sido una de las sedes de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2010 de Vancouver, lo que da fe de la calidad del terreno. Las competencias de esquí alpino, biatlón, y salto de esquí se llevaron a cabo en sus instalaciones de clase mundial. El legado olímpico se mantiene vivo a través de las instalaciones deportivas de alta calidad que siguen atrayendo a atletas y turistas por igual. Las pistas son largas (la más larga tiene 11 kilómetros) y están situadas en un paraje sin igual, con unas fabulosas vistas desde los remontes. La plaza central de Whistler se llama Plaza Olímpica, precisamante para recordar que el pueblo fue sede de una olimpiada de invierno.
Whistler-Blackcomb es el complejo de esquí con más refugios a pie de pista de Norteamérica. No obstante, el más famoso es el ostentoso complejo hotelero Fairmont Chateau Whistler, una acogedora fortaleza de tejado a dos aguas situada al pie de la montaña Blackcomb, y del estilo de los antiguos hoteles del ferrocarril Canadian Pacific. Tiene 560 habitaciones, así que no es lo que se dice íntimo, ni tampoco barato (sobre todo las suites, dignas de un rey), pero es el lugar por excelencia para esquiar y dejarse ver. Su famoso brunch de bufé de los domingos es en sí mismo una razón de peso para alojarse en este complejo hotelero, al igual que los fabulosos tratamientos de su spa, con los que alcanzará el nirvana después de un agotador día esquiando. Cuando cambia la estación, el Chateau Whistler se convierte como por encanto en un patio de juegos veraniego, cuyo campo de golf de 18 hoyos Robert Trent Jones Jr. se cuenta entre los mejores de Canadá. Además, hay otros tres campos a un tiro de piedra. Nosotros nos hospedamos en un lugar más modesto y barato en el pueblo, que estuvo a la altura, aunque ni parecido.
Durante el verano, Whistler se transforma en un paraíso para los amantes del ciclismo de montaña, el senderismo y otras actividades al aire libre. Los senderos de Whistler Mountain Bike Park atraen a ciclistas de todo el mundo, mientras que los caminos y rutas de senderismo ofrecen vistas panorámicas de la región.
Whistler no solo es un destino para los amantes de la aventura, sino también para aquellos que buscan una experiencia cultural y comunitaria rica. El centro de la ciudad, conocido como Whistler Village, está lleno de tiendas, restaurantes, bares y galerías de arte. Aquí, los visitantes pueden disfrutar de una variedad de eventos culturales y festivales a lo largo del año, como el Festival de Cine de Whistler y el Crankworx, un festival de ciclismo de montaña.
El entorno natural de Whistler es uno de sus mayores atractivos. La región está rodeada de bosques, lagos y montañas, ofreciendo un entorno ideal para la observación de la fauna y la flora. El Parque Provincial Garibaldi, situado cerca, es una zona protegida que ofrece oportunidades excepcionales para el senderismo y la exploración de paisajes naturales vírgenes.
El área de Whistler ha sido habitada por las Primeras Naciones durante miles de años, específicamente por los pueblos Squamish y Lil’wat.
Como dato bonito e interesante, los pueblos originarios tienen una escultura en el centro de la ciudad, que es una figura de bienvenida, parecida a un tótem, que forma parte de la colección de arte público del pueblo. Fue tallada en 2012 e instalada en un sitio destacado de la ciudad en enero de 2013 por el ayuntamiento de Whistler. Tradicionalmente, una figura de bienvenida se situaba en la costa para dar la bienvenida a amigos e invitados al territorio Squamish. La típica figura de bienvenida es una figura masculina solitaria con los brazos en alto: el gesto utilizado para mostrar acuerdo, gratitud y hospitalidad en la Nación Squamish.
En el caso de la escultura de Whistler, esta fue tallada en el exterior del Centro Cultural de las naciones Squamish y Lil’wat durante el verano de 2012. La figura de bienvenida representa a ambas naciones. Tiene la forma de un hombre con un sombrero de cedro. En la parte inferior hay una cesta de raíz de cedro llena de salmón. El diseño de la cesta está inspirado en un tsplin (cesta para bebés). Está tallada en cedro rojo occidental, uno de los recursos más valiosos para ambas naciones. El sombrero es de cobre, símbolo de riqueza para la Nación Squamish. La figura da la bienvenida a todos a este hermoso lugar.
Como anécdota curiosa, al día siguiente de llegar al pueblo, salimos a desayunar cerca del hotel, y nos llevamos la gran sorpresa que el cocinero del lugar donde estuvimos, resultó ser tico, y nos reconoció por como hablábamos, y entonces vino a la mesa a saludarnos. Resultó que era de Desamparados, y ya tenía muchos años de trabajar en Whistler.
Para terminar, les dejo un pequeña, pero bonita galería, para que se den una idea del lugar. También, si las quieren ver en alta resolución, hice un álbum en Facebook.
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Con ayuda del libro 1.000 sitios que ver antes de morir, Patricia Schultz, mr ediciones.