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Carlos Revilla Maroto
Hoy 8 de junio hace 31 años, en 1990, murió José Figueres Ferrer, nuestro recordado don Pepe. Este aniversario no debería ser de tristeza, más bien al contrario, de una gran alegría, por el resurgimiento de su querido Partido Liberación Nacional, y por supuesto por el liderazgo de José María Figueres, que también brilla con luz propia.Por eso me pareció una bonita idea conmemorar la ocasión con algunas anécdotas de don Pepe.
Como personaje don Pepe es muy interesante. Tres veces presidente de la República, personaje del siglo XX, así declarado por sus propios archienemigos del periódico La Nación. Admirado por muchos, aunque también odiado por otros; esto se puede resumir en la frase que se usa para definir a un caudillo “hay gente dispuesta a dar la vida por él, y también que lo quieren matar”. Don Pepe era un Caudillo.
Sumado a lo anterior, hay una característica de don Pepe especial: tenía muy buenos amigos, y no como ahora, que se hace la distinción con la política, para él, la amistad lo era en cualquier ámbito. Esto le trajo más de un problema, porque entonces don Pepe, de ser necesario, defendía a sus amigos hasta la muerte, casi literalmente se hundía con ellos si había algún problema. Dicen que esa es una característica muy de los Figueres. Además que don Pepe era un hombre sencillo de pueblo, algo que la gente apreciaba, y con la particularidad de ser genuino. No era algo que utilizaba para sacar ventajas políticas, sencillamente él era así.
Sus “salidas”, sus “ocurrencias”, son magistrales por su capacidad de síntesis, su chispa, su humor…
Por ejemplo cuando pedía votos para sus diputados, se limitaba a decir “si me dan el hacha, que me den el cabo”. Era una magistral manera de darse a entender entre el costarricense de entonces. También cuando se le atravesaban alevosamente, decía “me piden que barra la casa y se me paran en la escoba”.
Habiendo sido tan popular, con muy buenos amigos, y dedicado a la política por tanto tiempo; no es de extrañar entonces, que tenga anécdotas. Es más, junto con don Ricardo Jiménez, es uno de los personajes costarricenses con la mayor cantidad de historias y cuentos.
Una frase de don Pepe fulminaba a cualquiera, y la risa desatada por sus palabras dejaba a sus detractores desarmados.
Su capacidad de comunicación, sus armas verbales, fueron temibles. En especial la prensa fue víctima de su sarcasmo y su verbo feroz.
Del anecdotario de elespiritudel48.org hice una selección de tres de sus anécdotas, debe haber cientos, principalmente contadas por sus amigos, pero también algunas de sus enemigos. Casi todas son amenas, y algunas incluso nos harán reír. Lo valioso, es que nos muestran a un don Pepe, que no es el personaje frío y acartonado que nos enseñaron en la escuela y colegio, o el de la leyenda; tampoco el que inventaron sus enemigos, más bien nos muestran a un don Pepe tal como era. Y esto es lo que queremos, que se haga una idea del verdadero don Pepe.
Esta anécdota es de Beto Cañas, uno de sus grandes amigos y la escogí porque descrbe muy bien como era don Pepe.
Hombre sencillo
Don Pepe se confesó siempre como un hombre de campo. Sus manos “se sentían como las de un hombre, forjadas a punta de trabajo”. Nunca fue persona de fiestas ni de recepciones; ignoraba las mínimas normas de protocolo y etiqueta.
Fue un caudillo del estoicismo, frugal en la comida y en la bebida. No fue un abstemio, pero bebía muy poco: “Un eremita, de cuando en cuando, vino o brandy”, como recuerdan sus amigos.
“Para él, un banquete era un muslito de pollo o el pescado. La montaña lo había hecho así. Comía lo que come cualquier costarricense. Era muy avenido: arroz, frijoles, una ensaladita. El plátano frito con leche era su adoración”.
A pesar de ser un mal bebedor, Alberto Cañas recuerda que, en 1963, se encontró en Estados Unidos a un inglés de origen costarricense que aseguraba que en 1921 don Pepe era dueño de “la mejor saca de guaro del país”.
“Don Pepe siempre me negó esto, pero Cornelio Orlich, su socio en el negocio, me lo confirmó”.
Como el mismo Figueres decía con frecuencia: “A uno le inventan cada verdad”.
Gonzalo Facio, quien fue canciller de don Pepe en su última administración, relató que durante ese período la mejor casa vitivinícola de Francia le dio una recepción a Figueres.
El anfitrión era el “rey de la champaña” y le ofreció a don Pepe lo mejor de su cava centenaria. El costarricense desdeñó la espumante copa y con voz agria dijo: “No quiero. A mí que me traigan una Coca Cola”.
Se cuenta que don Pepe se burlaba de su fama de abstemio y que acotaba: “¿Quién dice que yo no tomo? Esa es una calumnia que me levantó Otilio Ulate”.
La siguiente es de José Rafael Cordero Croceri.
Catrín
Los esfuerzos que sus asistentes tenían que realizar para que don Pepe estuviera listo para cualquier acto protocolario resultaban sofocantes, y más cuando su estado anímico no era el más conveniente.
Contaba el periodista Jorge Arguedas Truque, quien en una de sus administraciones sirvió el cargo de Secretario de la Presidencia, que después de que vencieran todas esas dificultades, don Pepe debió esperar en su oficina a un distinguido visitante, lo que le puso aún de peor talante. El circunspecto diplomático se presentó luciendo sus mejores galas y en la solapa de su traje tenía una serie de condecoraciones.
A don Pepe le cansaban esos actos. Los consideraba insulsos, y sin algún fin práctico. No encontraba la manera de iniciar la conversación, por lo que sólo se le ocurrió preguntarle,
-Idiay, embajador, ¿adonde va tan catrín?
Y la tercera (en realidad dos relacionadas) de Francisco Morales, don Chico como afectuosamente lo conocemos.
Llegamos a Israel en 1970 en visita de presidente electo.
Vino la conferencia de prensa y un periodista le pregunta a Figueres: “Señor presidente ¿por qué Costa Rica no tiene ejército?”
Contesta don Pepe: “Porque no tenemos Árabes en las fronteras”.
En esa misma gira, ya de regreso a Costa Rica, pasamos a Alemania y nos recibe el Canciller Willy Brandt líder del Partido Socialdemócrata SPD.
Don Pepe —pregunta Brandt— “Por qué el PLN siendo Socialdemócrata tiene en su Carta Ideológica el concepto de “Bien Común” que es Socialcristiano?”.
Contesta don Pepe: “Willy, eso fue un gol del Padre Núñez”.
Y ya para terminar, el título de la columna lo tomé del hermoso texto “Vuelve don Pepe”, que escribió su hijo Mariano Figueres (q.d.D.g.), a la muerte de su padre, que se encuentra junto a la tumba de don Pepe en el cementerio de La Lucha, y que me pareció muy apropiado para la ocasión, además de recordar a esa gran persona que fue Mariano.
“Vuelve don Pepe
Aquí, donde el viento y la neblina de la generosa montaña, acarician los árboles de ciprés.
Aquí, donde hace 62 años entró a caballo un muchacho delgado y de mirada penetrante…
Aquí, donde ese muchacho empuñó la pala y el carretillo para que en las casas se comiera frijoles con manteca…
Aquí, donde largas horas de lectura a la luz de una candela formaron su pensamiento y templaron su espíritu…
Aquí, donde ese hombre de naturaleza pacífica, trocó la herramienta por las armas, para salir a defender los valores más sagrados de la Patria…
Aquí, donde algunos valientes costarricenses que formaron el Ejército de Liberación Nacional, iniciaron la Marcha Fantasma que llegó luego al gran triunfo de la Segunda República…
Aquí,… aquí vuelve Don Pepe…
Del hombre más grande que ha producido Costa Rica, se ha dicho, se puede decir, y se dirá mucho. Pero en este su querido terruño nos acordamos que Don Pepe, entre muchas otras cosas, nos enseñó a tener pasión por el trabajo como único medio de mejorar el nivel de vida del hombre.
Por eso también, gracias Don Pepe
Hoy, como trabajador, vuelve con sus compañeros
Como Campesino, vuelve a sus cabuyales y bosques de ciprés.
Como Lucheño, vuelve como siempre y para siempre a La Lucha Sin Fin.
Mariano Figueres Olsen / La Lucha, 13 de Junio de 1990
Preparé una pequeña galería con algunas de las mejores imágenes (por lo menos para mi) que escogí de la vasta colección que hay en el elpiritudel48.org.
Tuve el privilegio de conversar con Don Pepe. Lo hice como periodista y en las tertulias que compartia con nosotros en su periódico Excelsior. Fueron tardes memorables. También fui victima de su sarcasmo. Nunca me resintió. Aun lo admiro.
Preciosa remembranza don Carlos, agrego que los mejores amigos, los íntimos a quienes dedicaba horas de conversación, eran trabajadores de la Lucha como los Arce, los Segura, los Cerdas, los Alfaro, los Jiménez y otras familias, cuyos hijos y nietos siguen siendo trabajadores del grupo San Cristóbal, esos eran sus verdaderos amigos.