Desde la Mina
Mauricio Castro Salazar
mauricio.castro@costarricense.cr
Con pena y dolor he visto lo sucedido en Cieneguita, en la ruta 32, en el hospital y otros lugares cercanos a Puerto Limón, en mi casa en La Mina, en Santa Ana, he revisado con atención las noticias y el enfoque que le han dado…
Lo que sucedió era evitable y hoy se ha convertido en inevitable.
Con todo lo que está fuera del Valle Central (“la meseta”, para más comodidad) se ha estado haciendo lo mismo: esconder la cabeza en un hueco, como el avestruz, para no ver y no oír. Basta darse una vuelta fuera de la meseta para darse cuenta: no hay autoridad y se nota de inmediato, motociclistas sin casco, los carros y trailers hacen lo que les da la gana y pickups con gente sentada atrás a vista y paciencia de la policía y es más la policía conversando con los infractores como nada.
Lo acaecido en Limón la prensa lo ha presentado como algo exclusivo de Limón y lejos está de ser así.
Tenemos un desarrollo centralizado. Y lo que se caiga de los 1200 m de altura que tiene la meseta es recibido por los pueblos de menor altura hasta llegar a la orilla del mar, a 0 m. Vean que curioso, las ciudades inmediatamente fuera de la meseta son las que más reciben de lo que se cae de la meseta: Orotina, Guápiles, Turrialba, San Isidro, San Carlos tienen condiciones muchísimo mejores que las que les siguen hacia la costa pero no tan buenas como las de la meseta. Son las que reciben lo que se cae de la meseta de primero.
Uno pregunta en Guanacaste, Puntarenas o en Limón o en Golfito o en Quepos sobre posibilidades de trabajo y ciertamente se limitan al Gobierno, en particular la Caja o las que administran los puertos (Limón o Puntarenas) o RECOPE caso de Limón, la pregunta inmediata que uno hace es qué opciones puede tener la gente entonces, y “la risilla” aflora de inmediato, al principio no entendía y preguntaba en qué ahora simplemente lo hago para que me lo reafirmen: la opción más rápida y más remunerada es cualquiera ligada al narco.
Cualquier ligada al narco significa: llevar combustible, pasar droga de un lado a otro, pescar droga, reparar motores…todo una demanda de servicios que puede ser satisfecha plenamente con el expertise local o trabajar para los que “lavan” la plata en negocios raros, esos que reciben mucho “cash” y no reciben tarjetas de crédito.
En el caso de Limón por ejemplo, cuando alguien encuentra droga en el mar, de la abandonada por el narco cuando es perseguido por la DEA o por una tormenta o por lo que sea, le dicen “coronar” y se celebra con juegos de pólvora y con fiesta en la calle, en la que participa toda la comunidad, literalmente la gente se echa a la calle, es un fiestón. Y todo el mundo sabe, y se comenta: coronaron.
Por supuesto que uno pregunta por la policía, y la respuesta evidente es “no viene”.
Los problemas empiezan cuando el coronamiento es robado (“tumbonazo”, como pareciera ser el origen de la reciente ola de violencia) o era droga dejada para alguien en particular o es tanta que luego de venderla pueden dejarse un poco para el comercio local y para tener éxito necesitan abrirse campo….necesitan mercado.
Con sorpresa al principio, uno veía muchachos jovencitos llenos de joyas o con carros en los que los adornos (aros, luces, equipos de sonido…) cuestan quien sabe cuántas veces más que el mismo carro. Hoy ya no es sorpresa, cada día es más común…la droga es un negocio lucrativo.
Lo lucrativo del negocio incita a más gente a participar a correrse el riesgo…a vivir la vida loca por unos años. Y muchísimo más con los programas glamorosos dan en la tele de pago o abierta dedicados al narco.
¿Qué hacer? Educación, fuentes de trabajo y autoridad, no digo mano dura, simplemente hacer cumplir las leyes.
El desarrollo no puede seguir solo en la meseta, el resto del país también lo requiere. Limón no es un caso aislado, lamentablemente es la realidad del país.
¿Y sabe qué es lo peor de todo? Que todo el mundo comenta en Limón que lo sucedido es solo el comienzo.