Vallas, trompetas y fanfarrias

La seriedad de la política en broma y con fisga

William Hayden Quintero

William Hayden

Estamos en el año de los preparativos para las elecciones del mes de febrero del 2026. Ya se oyen las trompetas y las fanfarrias. En el Partido Liberación Nacional (PLN) el próximo lunes 20 comienzan a desfilar siete precandidatos a legitimar sus aspiraciones. Ellos son Carolina Delgado quien desde que asumió su curul de diputada en mayo del 2022 lo hizo con la intención de ser presidenta de la república y prácticamente desde esa fecha comenzó un largo camino para la precandidatura visitando todo el país. Le siguió en agosto del 2023 Enrique Castillo a quien buscaron lideres y empresarios del partido preocupados por su decadencia y la necesidad de una figura nueva y decente que lo adecentara y lo librara de las influencias demoniacas de los ayatolas tradicionales que se creen dueños de la agrupación por encima de los partidarios y asambleístas a quienes manejan a su antojo. El año pasado surgió la precandidatura de Marvin Taylor, apadrinado por José María Figueres, quien sigue con sus mañas, y también la del diputado Gilabert Jiménez, exalcalde de Desamparados, en otrora figuerista. En el presente año han brotado las precandidaturas de Álvaro Ramos, expresidente de la Caja, apadrinado por Fernando Berrocal, también las de Vivian Quesada y Osvaldo Villalobos, un empresario muy cuestionado y de dudosa solvencia moral.

Son siete por el momento, si no se vetan en el camino a algunos por falta de requisitos y/o cuestionamientos éticos, y hay de todo como en una pulpería china o coreana de barrio. En la convención abierta del mes de abril los asambleístas tienen un menú de arroz cantones con todos los ingredientes y sabores. Un adulto mayor, Enrique Castillo (79 años) que no necesita Cofal porque dicen que está con toda la pata, en el lado opuesto, un joven Álvaro Ramos de 41 años, víctima de Rodrigo Chaves, y ambos incitan una lucha generacional, dos mujeres, y tres adultos mayores y entre ellos un afroamericano foráneo. Todos espoleados por los padrinos cocineros que estarán con sus viejas recetas detrás de seis de los precandidatos, porque Enrique Castillo es independiente y su campaña de: “yo no robo, no miento y no traiciono”, deja entrever que los otros si lo hacen. El PLN en las elecciones pasadas sacó el 27% de las votaciones y por si solo pareciera que no le alcanza para el 40%, de ahí que los votos de la convención no deben hacerse con las vísceras sino con el cerebro para que se escoja al mejor candidato que conserve por los menos ese 27% y vayan a una segunda vuelta.

En el Partido Unidad Social Cristiana esta semana se lanzó como precandidato, tirando la casa por la venta, con una fastuosa presentación en el hotel Crowne Plaza Corobici, Carlos Hidalgo, expresidente de la agrupación, acompañado de Miguel Ángel Rodríguez y casi todo su gabinete, así como la vieja cúpula del partido, incluyendo a Rodolfo Piza, ex vicepresidente de la República con el Partido Acción Cuidadana, quien vuelve al redil y pareciera que no será candidato presidencial, como lo fue en las elecciones del 2022 con el Partido Nuestro Pueblo y le fue como un quebrado. Carlos Hidalgo está contagiado de una peste que lo puede afectar porque sale en las redes abrazado y muy sonriente con Boris Marchegiani, chavista hasta la muerte, empresario y excandidato a alcalde con el Partido Pueblo Soberano y quien por quedar bien con el chavismo pagó a hacer las execrables vallas publicitarias en donde pide la renuncia de Rodrigo Arias diputado y presidente del Directorio de la Asamblea Legislativas, la de Marta Acosta, la Controlara, Carlos Diaz, el fiscal general y la de Orlando Aguirre del poder judicial. El otro precandidato que puede surgir en el PUSC es Leyle Bojorge, chavista a muerte y quien parecía un diputado oficialista votando siempre a favor del chavismo. Como si fuera la crónica de una muerte anunciada, el PUSC con estos precandidatos o con cualquier otro, está frito, desde el 2002 no ganan una elección y su caudal de votos no llega al 13%.

Considerando el poder de votación del PLN (27%) y del PUSC (13%), el viejo bipartidismo, sí se coaligara, podría obtener el 40% de los votos para presidente en febrero del 2026 y una mayoría importante de diputados. Tal vez ante la amenaza del chavismo, podrían considerar los dirigentes de ambos partidos hacer una coalición, por ejemplo: La Nueva Social Democracia (PNSD), repartiéndose el Poder Ejecutivo y el Directorio de la Asamblea Legislativa. Históricamente nuestra democracia funcionó mejor en la época del bipartidismo, había más entendimiento político, consensos, acuerdos, aunque también hubo corrupción, y fue con el multipardismo en donde se comenzó a fregar el asunto y tenemos el desmadre de hoy: Una democracia ingobernable y siempre con chorizos enrumbada hacia una dictadura democrática con el peligro del chavismo.

Hablando de vallas, poque la oposición a Rodrigo Chaves no paga a hacer otras pidiendo la renuncia de Chaves, Pilar Cisneros, Marta Esquivel y Laura Fernández y la pegan frente a la casa presidencial en Zapote para que les de vergüenza y se vayan con sus mañas a otra parte.

Economista y escritor.

Revise también

Arsenio Rodríguez

¿Qué sabemos del amor?

Conversaciones con mis nietos Aquel día, cuando el amor sopló en vendaval, los brazos largos …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *