Urge repensar el modelo económico de Costa Rica

Luis Paulino Vargas Solís

Luis Paulino Vargas

examen detenido, desde una mirada crítica y aguda, debería llevar necesariamente a la siguiente conclusión: el modelo económico de Costa Rica arrastra importantes anomalías. Lo cual se hace más claro si no nos limitamos a los últimos años, y, en cambio, optamos por una mirada más larga, al menos hasta 2010.

Lo mismo si vemos los datos sobre empleo o sobre la evolución del poder adquisitivo del ingreso de la población, o los indicios que nos hablan de una desigualdad distributiva agravada, o los que advierten sobre un desarrollo regional desequilibrado ¿Y qué decir de la crónica fragilidad de las finanzas públicas?

El modelo económico arrastra graves problemas, y eso no es reciente, sino que data de, al menos, unos 15 años.
Durante el gobierno de Rodrigo Chaves esos problemas se han agudizado aceleradamente. Detrás del boom de la inversión extranjera destinada a zonas francas, y detrás del boom de sus exportaciones, se ocultaban fragilidades que, en el período reciente, han empezado a eclosionar.

La baja abrupta del dólar, directamente asociada a ese boom, ya empieza a pasar factura. Y lo está haciendo con tal severidad, que incluso las mismas zonas francas, que, por diversas razones, podían soportarla mejor, comienzan a manifestar incomodidad.

El manejo del dólar y de las tasas de interés ha sido desastroso. Pero es que, en realidad, todo lo que era importante ha sido sistemáticamente descuidado por Chaves y su gobierno. Descuidado, sí, cuando no directamente boicoteado. Digamos la seguridad: un territorio de nadie o, más bien, un territorio que Chaves le obsequió a las mafias del crimen organizado. Y eso hoy tiene con los pelos de punta incluso a las corporaciones de zona franca.

O el transporte público, la infraestructura vial, el puerto de Caldera o el aeropuerto de Liberia. Son ejemplos que nos lanzan de cabeza a lo ridículo y lo patético. La situación de la agricultura y la producción de alimentos nos habla de un gobierno de gente torpe, malintencionada y mezquina. Y ni mencionemos la Caja, la educación, los programas de ciencia y tecnología, el medio ambiente, y un larguisisísimo etcétera.

Y luego llegó Donald Trump, que viene siendo como un Chaves multiplicado por un millón. Igual de ignorante, arbitrario, ocurrente y corrupto, pero incomparablemente más poderoso, lo que hace que su potencial destructivo sea infinitamente superior.

Y, con Trump, todos los problemas que Chaves escondía debajo de la alfombra, empiezan a eclosionar. Y todavía más puesto que sus arbitrariedades arancelarias nos pillan en una situación de incrementada vulnerabilidad.

Las tareas por emprender son urgentes tanto como son complejas.

  • Diversificar mercados y reducir nuestra dependencia de Estados Unidos.
  • Hacer un arduo esfuerzo político para intentar recuperar, siquiera en parte, las potencialidades de la integración centroamericana.
  • Mirar de nuevo el mercado interno: reactivarlo y recuperar la parte, muy significativa, que ha sido capturada por las importaciones.
  • Mirar de nuevo nuestra dotación de recursos y nuestras capacidades productivas, para fortalecerlas desde la introducción de tecnología, valor agregado y encadenamientos productivos.
  • Colocar a la inversión extranjera en el lugar que le corresponde: como un complemento de la inversión nacional, no como la prioridad central.

Todo lo cual presupone una serie de condiciones sociales, políticas, institucionales y de infraestructura, indispensables para lograr la reorientación necesaria.

La historia de la humanidad lo confirma con largueza: el libre mercado no podrá resolverlo. En un contexto democrático se requerirá de liderazgos lúcidos, mirada de largo plazo, compromiso con la solidaridad y la justicia social, diálogo, entendimiento, generosidad, desprendimiento.

Economista jubilado

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